domingo, 18 de marzo de 2018

un instante a la orilla de la eternidad


después que salté de la silla me quedé
colgando de la puta cuerda amarrada al cuello
con los ojos muy abiertos y la lengua de fuera
inmóvil, los segundos transcurrían
el rumor de una canción en la radio se colaba por la ventana
a lo lejos se escuchó sonar un cláxon
un hilillo de sudor comenzó a deslizarse por mi frente
siguió por el tabique de la nariz y se desvió hacia un ojo
el izquierdo
allí se detuvo unos instantes, antes de formar una especie de lágrima
que terminó precipitándose al piso
no me sentía cómodo y tenía una erección post mortem
también ganas de mear y comezón en la zona del abdomen
"quizá no esté muerto", pensé
aquella era la primera vez que me suicidaba y no sabía a qué atenerme
la cuerda me apretaba el pescuezo con fuerza, eso sí
y por mucho que intentara respirar no lograba hacerlo
"ya debo tener la puta cara medio morada", pensé
entonces caí en la cuenta de que no había eyaculado al asfixiarme
solo se me había puesto tiesa pero nada más
-incluso la seguía teniendo tiesa en esos momentos-
"me van a encontrar con el puto fierro duro como un pedazo de cemento", pensé
y me puse luego a imaginar una escena
donde la primera en entrar al cuarto y descubrir mi cuerpo allí colgando
era una mujer del servicio de emergencias
"oh, qué grande tiene la verga el hijo de puta" se decía la mujer,
extendiendo un brazo y tocándome el aparato con la mano
"oh, qué ganas me dan de meterme este enorme pedazo de chorizo en la boca"
seguía diciéndose mientras con la otra mano se tocaba la entrepierna
¿puede un muerto imaginar que se la chupan?
porque eso era lo que yo me estaba imaginando justo recién suicidado
con los ojos muy abiertos y la puta lengua colgándome por fuera de la boca como una manguera:
me estaba imaginando que una sensual y cachonda mujer rescatista
se ponía a practicarme una mamada mientras se toqueteaba el pussy;
era incluso tan realista aquella figuración mía
que poco después expulsé un ardiente chorro de semen por la verga:
¡splash, splash! oh, oh, oh
luego de aquello empezó a recorrerme el cuerpo de arriba abajo
una especie de sedante y embriagadora sensación de paz, armonía y conectividad con el cosmos:

"entonces es verdad que existe la...", comencé a decirme

pero me quedé muerto por fin antes de alcanzar a terminar la frase





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