jueves, 4 de enero de 2018

viaje por carretera con mi padre


regresé del puto irak en julio del 2009
con licencia indefinida por estrés de combate
una puta medallita de mierda y 1000 dólares de pensión
mi viejo manejó los 400 kilómetros desde casa
para recogerme en la base de la fuerza aérea hill;
"estoy orgulloso de ti, joe" me dijo
20 minutos después de haberme montado en el puto chevy
en tono casi inaudible y apenas girando la cabeza
las manos bien aferradas al volante y
aquel perfil de ave de presa que yo había heredado
junto con la taciturna propensión a no abrir demasiado la boca
cargamos el tanque en una estación sunoco
y bajé a echar una meada y compré unas latas de cerveza;
la carretera era una puta línea recta interminable
el sol brillaba en lo alto como un zepelín incendiándose
me tomé tres budweiser antes de preguntar:
"¿cómo está todo allá arriba?"
él me echó un vistazo rápido y se encogió de hombros
"bueno, ya sabes, tu madre..."
mi madre sigue saliendo a alcoholizarse en los peores tugurios del condado
poniéndote los putos cuernos con todo el que le paga un par de tragos, pensé
despaché la cuarta y luego la quinta y entonces pregunté:
"¿y qué hay de shirley?"
tardó un par de minutos en responder
casi sin apenas despegar los labios:
"bueno, ya sabes, esa hermana tuya..."
shirley sigue poniéndose hasta el culo de crack todos los días
y prostituyéndose por 5 dólares para pagar las putas dosis, pensé
y me empujé la sexta o séptima lata de golpe
y sentí otra vez aquella rabia profunda quemándome las entrañas;
más adelante, en un ultramarinos a las afueras de burley
compramos ginebra y más cerveza y tabaco
y mi padre dijo luego, ya de vuelta en el coche
empujándose a morro el primer pelotazo de ginebra
que durante aquellos años de mi ausencia
y cada vez que el puto cartero dejaba carta en el buzón
él cogía el winchester antes de revisar la correspondencia
y se decía que en caso de que se encontrara
con la puta notificación de "caído en el cumplimiento de su deber"
lo siguiente que haría sería buscar a aquellas dos putas
y en cuanto las tuviera enfrente les volaría la cabeza
"para que así ya no pudieran seguir arrastrando por el fango
el apellido de un héroe americano
que había entregado su vida defendiendo los grandes ideales éticos de su país";
y después de soltar su jodido kilométrico discurso
el cabrón puso la botella de ginebra entre sus piernas
y pisó el acelerador y arrancó el puto chevy
creyendo que me había hecho tragar hasta la última palabra
de su maldita parrafada emotiva de mierda
y que yo no tenía ni puta idea
de que el muy cerdo se había empezado a coger
a la pequeña shirley desde mucho antes que ella cumpliera los 11
y que el alcoholismo demencial de mi madre
y los aberrantes espectáculos sexuales gratuitos que brindaba en los bares
para solaz y entretenimiento de los putos borrachos del condado
eran resultado del colapso psíquico que ella había sufrido
cuando por fin acabó enterándose por boca de mi desgraciada hermana
de lo que su propio padre le hacía cada noche en la cama;
"¿sabes una cosa que aprendí allá en el puto desierto?"
le pregunté cuando nos acercábamos a twin falls
-nuestra casa quedaba unos 20 minutos más al norte-
al mismo tiempo que metía la mano en el bolsillo interior de mi chaqueta
y empuñaba con fuerza la beretta 9 mms reglamentaria;
"qué mierda aprendiste, joe, dímelo"

"aprendí que la mejor manera de joderle la vida a un cabrón
no es dispararle a la cabeza, sino a los putos huevos"






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