la comitiva del entierro
de bum "monster" richardson, el psicópata acusado
de haber matado a 25 mujeres y dejado medio muertas
a otras 40 más,
pasó frente a la casa de mi madre
aquella tarde del 6 de noviembre del 59
justo cuando mi madre, por enésima ocasion
me reprendía, desgreñada y acalorada, de pie en medio de mi cuarto
porque de nueva cuenta le habían ido con la queja
de que me habían sorprendido otra vez picahielo en mano
ahora intentando sacarle los ojos al perro del señor smith
-ya se los había sacado al perro de los williams y al mapache de smokie,
que después de aquello dejó de ser mi mejor amigo-;
cuando ella finalmente salió del cuarto
me asomé a la ventana y seguí con la vista
la procesión de mujeres enlutadas que marchaban cabizbajas
detrás del cadillac negro donde llevaban el cuerpo
recién electrocutado de aquel terrorífico asesino;
algunas sollozaban, otras se tomaban de la mano
muchas llevaban flores, dos o tres una pancarta
donde decía "te amo, bum "monster", siempre estarás en mi
corazón"
como si mi padre, de haber podido hacerlo
no las hubiera estrangulado también a ellas
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