martes, 30 de agosto de 2016

el paraíso de los sicarios (II)


ya casi que ni duermo
desde que una jodida narco-banda de sicarios
tuvo la puta ocurrencia
de instalar hace un par de semanas
su base de operaciones en una de las casas
al final de la calle donde vivo;
desde ese día no dejo de verlos
-cada vez que miro por la ventana-
yendo y viniendo por la calle en sus land rover, hummer, camiones 4x4 del año
a todas horas, dos o tres por carro, armados con cuernos de chivo
gafas oscuras, la música a reventar, las llantotas de sus carros
hacen que el polvo se levante y flote sobre las casas como una manta
que oscurece el sol y luego va cayendo despacio sobre los tejados y los corrales

fui a ver al sheriff municipal y le dije
que durante la noche se oyen salir de detrás de las paredes de la casa de los sicarios
gritos y quejumbres y aullidos como si adentro le estuvieran arrancando
las piernas y los brazos y la cabeza a la gente que según rumores
secuestran en otros lados y esconden aquí: "se oye como si les estuvieran
poniendo un hierro al rojo vivo sobre la piel para torturarlos o quizás
arrancándoles las orejas o dándoles toques en los huevos o
vaciándoles aceite hirviendo encima de la cabeza"

"no seas pendejo, villa -me dijo el sheriff- tú bien sabes
que sólo se trata de habladurías, la gente nomás inventa, meten la nariz
donde no deben, yo que tú me cuidaba
de andar diciendo pendejadas, para qué chingados
quieres meterte en broncas, y además esos cabrones
son mis amigos, son buena gente, hacen negocios, su estancia aquí
le viene bien a la economía del lugar, hay dinero, ¿no has visto la clase de putotas
que llegaron a los pinches congales? cubanas, dominicanas, unas negrotas que
te infartas nomás de verles las tetas, cállate el hocico y mejor dedícate
a seguir haciéndote pendejo con tus poemas de mierda, más adelante voy a ver
si puedo conseguirte un golden-pass para que te cojas a una mulata"

en las noches, por estos rumbos sopla el viento del llano:
en tiempos ya pasados, me decía mi abuela que, si uno ponía atención
podía escuchar, entreveradas en el aire,
las voces de los recientemente muertos que, antes de marcharse para siempre a rendir cuentas
a la quinta chingada o donde fuese
se quedaban todavía otro ratito dando vueltas por las afueras del pueblo,
allá por las lomas que se levantan del otro lado del río,
hasta que luego de algunos días se aburrían o se cansaban o simplemente entendían
que la muerte era cosa definitiva y acababan por alejarse rumbo a lo desconocido:
pero ahora el viento no trae ya nunca esas voces:
ahora las voces que se oyen provienen de los aparatos de televisión,
de algún par de borrachos discutiendo de cualquier pendejada a media calle
y de las gargantas ahogadas de los pobres diablos
que tienen encerrados en la casa de la esquina

-¿y nomás con puro escribir poesía te cae la plata suficiente para permitirte el lujo
de pagar el golden-pass que te da derecho a culear con esta mami tan rica, villa?
-así es, preciosa; los mexicanos somos un pueblo culto y refinado;
nosotros amamos la droga, los narcocorridos y el futbol poesía, el ballet y la ópera griega




3 comentarios:

  1. Con ese sheriff nada que hacer, a aguantar el polvo que oscurece el sol.
    Un abrazo

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  2. Shhh mejor ni hables no vaya ser el diablo y una de esas voces sea la tuya. Ya sabes como se las gastan.

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