La obra de Giovanni Collazos (Perú, 1977) es un intento de mover, de lijar y de ensanchar esa vieja maquinaria que es el lenguaje. En sus versos, la posibilidad de sacudir nuestros mapas sonoros, de estallar nuestra costumbre de sonidos.

En los libros Contra la niebla El tísico bolchevique, Collazos explora esa insularidad reacia de la poesía peruana que se piensa y se expresa para buscarse, para responder esa pregunta anterior en su resonancia a Vallejo: ¿Por qué hay peruanos en lugar de no haber peruanos?

  Giovanni Collazos 

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La poesía mata de hambre

La poesía mata de hambre dice mi padre
la poesía es un pan duro que te adelgaza incurable a la sobriedad
un catre que te vacía el aliento dejando un arrebol ceniza en tu oscuro pelambre.
Ya tengo hambre le digo
un hambre de hacha y de destierro un apetito de puñete y de barrotes
con la indumentaria clara de la humareda.
Abrázame y no me tuerzas los pómulos
mi chompa no está podrida mi cabeza no está enyesada
dame la estera de la noche y mira cómo sangro con cada letra
mira cómo la palabra me hace fibra
y zafio el ruido de los desbocados que azulan el río.
Me desmenuzo pero no me gaseo
soy la rama chueca que se expone al otoño
mi anatomía no es yerma como tu afecto
ya aprendí a vivir torcido con mi boquera ayunando
en las puertas del despojo
con mi repugnante camino de versos que me llevan al estupor de un caballo.
La poesía me mata y me prolonga
me arroja al mar me guarda silencio
es mi semen que ahuyenta la derrota del hombre
y se apodera del murmullo de la sed
la poesía es hambre
entiéndelo
ya estoy condenado padre.

Valor

Quién resiste al resplandor que amortaja el pecho
al adagio que excava el estómago
a la linaza carnívora que desabotona la complexión y te devuelve en residuo.

Quién se desdice del vacío
quién soporta la realidad que devora e infecta
quién se traga el vértigo que atraviesa el pómulo
quién se halla en su lengua y se desata florido
barrancoso y se exprime insectil
succionando su tuétano.

Quién sobrevive a la verdad.
Quién.


Ahuyente

Se ha ido por monedas
saltando la fuente con su caballo de dudas
y volvió prioritario en el turno de la zarza
se dio cuenta del despilfarro
de la energía con que el metal le daba en las piernas
el hombre se puso el uñero
su revolución de hígados en las navajas
para condenarse al cartucho azulado
a la tinta que el amor saliva
el amor precario ahuyente en los rincones
en el vientre viento de aquella lámpara
se aborda el poema carne del sustento
como el surco boca que inunda el rostro
los muslos son púlpito de toda la muerte
y grande su noche para ser libre
y grande su día para el entierro.


El tísico

Mi boca agonizante se llena de mujer
y la palabra tristeza baila un vals
se sirve un vaso con pisco en cada habitación del pensamiento
todo bentónico cojea perfumista sobre la carne
y no hay mancilla en el dolor que silba el mendigo
ni humo en la exclamación
la palabra mujer y el vuelo del mosquito se confunden
su nombre se ensancha en cada trago
en cada ladrido que zumba lánguido el signo de su párpado
el hombre en su repetición de excremento
se suscribe a cada puñal ensortijado
Madrid de soledad ambulante y su noche travestida de pizzas
con el hábito inmigrante de exiliarse en su lenguaje
déjenme morir dice el vals
déjenme solo entre las sombras y la guitarra llora como un manatí
que ha perdido su alegría en el río
todos los barcos de Vigo se han hundido en la Gran Vía
borracho termino en sus riberas.


Aldeana

Me rajo amenazante en ese campo minado de tus entrañas
tanto colonialismo con prolongaciones de muslos
tanto criollo muerto acabó en tu caldera
me rajo en ciervos y tucanes en la sombra de tu nalga
doctora de sangre que retumba en las leyes corrosivas a tu rodillas
fue a nacer ahí la serpiente y mi planta lúgubre carnero
el acto de brotarse descorazonado en tu superior labio
en tu brecha sombra donde la lengua se cubría para no acallar mi voz
ahí fui a morir quebrantando el aliento
el instinto témpanos derretían
y el amor como cuchillo se hundía en tu viento
el amor concebido en mi manicomio
me rajo con las palabras que evocan un alfabeto muerto
un homicidio de árboles conquistados por espadas.


Inmarcesible

Sonríe el niño y mi suarda garúa erosiona la aguja
compensa la muerte la equidistancia de los hospitales
la calle ensancha los ojos antojados
vuelve la mirada como el pan viento de un brebaje
sonríe la semilla y el granizo germinado
levanta los brazos porque sobran bicicletas
la confusión se desgasta con el frescor chorreante
de una voz trenza en el barro
cuadernos confines se coronan videntes
y el niño inunda la arteria el portón
un vaso de púas doblando las letras
madriguera aeródromo para los pies
del peso adjetivo de treinta y ocho años
un equipaje de cien mil losas de cisterna
sonríe el niño en su muchedumbre
lanza su barca sobre la arena de un tobogán
¿hacía qué flecha su bárbaro?
¿qué columpio la tardanza de la edad?
¿qué lejano el vino de sus dientes?
aritmético el mundo en la cabellera del hombre precario
sonríe el niño e incendia necio la llanura.


Trance

La he visto indomable
como los signos en mi talón queriendo
formar vida en pólipos de madreperlas
la he visto castaña y con vaporosa luz
en los agujeros de la brújula que mi zapato
provee en su ya tan           infrecuente isla
ha sido mirar en detalle su nalga meandro
para saberme atónito poblado de cuélebres
en la tersa víspera de sus ojos a distancia
súbitamente recuerdo leve su moño
que escarba ronquita fruta de oleaje
en mi delirio del mundo semejante a la pérdida
de noches bebiendo caudales avisos luminosos
para la fiebre de hospitales llenos de poemas
la he visto leyendo sus gafas esquivando caimanes
sobre mi estoica creencia de su labio semáforo
la indumentaria de mi voz delata la ruina de peruano
con sangrecita y su ceviche perverso que quiere llevarle
a hurgar su falderío  y morderle el jardín
con pico y lampa en la célica vulva de mi linchamiento
pero se trenza en panoplias me dispara en la sien
el humo de su cabellera me entumece la expresión
me desarbola la lengua
se va intangible coleccionando tuercas de tiempo.



*Jorge Posada. (México, 1980). Autor de La belleza son los aeropuertos vacíos (Liliputienses, España, 2013),Adiós a Croacia (Zindo&Gafuri, Argentina, 2012) y Costa sin mar (UAM, México, 2012). Colabora en las revistasTranstierros, Playboy, Punto en Línea de la UNAM, Mutante VozEd. Durante 2014 publicó los cuadernos de poesía Canciones de la dependencia sexual (Bongobooks, Cuba) y Desglace(Aguadulce, Puerto Rico). Tiene un blog: costasinmar.blogspot.com