una puta vida de perro muerto de hambre

aparte comer y dormir
el ser humano técnicamente hablando
no necesita de nada más para vivir;
eso quiere decir entonces
que vivir de la manera en que vivo
más solo que un puto perro
sin trabajo, sin relaciones sociales
aquí refundido en mi apestoso cuchitril
alimentándome a base de fideos y
arroz del bufet del chino en la otra cuadra
debiendo recurrir para aliviarme sexualmente
a la masturbación habida cuenta que
mi belleza física hace tiempo se desvaneció
-y si cae dinero en mis manos prefiero gastarlo
en comprar cerveza mejor que perderlo
en coger con alguna de las putas que
de día y de noche deambulan por el barrio-
que vivir así, entonces
apenas un punto por encima del nivel de vida
que ostenta un protozoario o una anémona de mar,
no puede calificarse sin embargo
como un atentado en contra de las leyes naturales
que vivir así pese a la falta
de glamour y el último iphone
y ropa de marca y una novia guapa y buenota
-como esas putotas que andan con neymar y balotelli-
es perfectamente compatible con los postulados básicos
que determinan el origen y la esencia de la vida
-no me preguntes cuáles son: ni puta idea-
y parece ser además la única opción
que me permite disponer del tiempo necesario
para leer la media docena de novelas policíacas por semana
que mi cerebro requiere consumir como ingrediente principal
a fin de hallarse en condiciones de elaborar
cada dos o tres días un puto poema así sea
tan jodidamente insípido como este que
ahora acabas de leer

y de eso no puedo prescindir