domingo, 26 de julio de 2015

los consejos de mi querida abuela


antes de morir a finales del 2005
mi abuela me llamó por teléfono:
"voy a dejarte el rancho" me dijo;
le di las gracias, claro
"quiero que busques una buena mujer -siguió diciendo mi abuela-
y te asientes y hagas algo útil con tu vida"
le dije que trataría de hacerlo (uno duda a veces de sus posibilidades)
un tiempo después ella murió y yo quedé convertido
en flamante propietario de 20 hectáreas de tierra y un centenar de vacas;
como nunca me ha gustado la agricultura ni la vida en el campo
vendí el puto rancho al primero que me ofreció comprarlo y luego
me puse a buscar una buena mujer (lo que prometo, lo cumplo);
no tuve ningún problema para encontrarla;
en realidad encontré mujeres buenas de sobra:
buenas por todas partes:
buenas del culo, buenas de las tetas y bonitas y jóvenes,
-y buenas para coger y buenas para empinar el codo
(eran tan buenas para coger que incluso cobraban por coger)-
encontré tantas mujeres buenas que al final
terminé apendejándome ante la imposibilidad de quedarme con una sola:
¿qué hago -me decía yo en medio de mi apendejamiento-:
me quedo con lucy o con mayra o con berta o con luciana o con elisa
o con roberta o con mary o con sandra o con etc etc etc?
y mientras iba demorando el tiempo de tomar una decisión
seguía cogiendo y emborrachándome con todas y a los dos años
me había quedado sin un puto peso y a partir de entonces
ninguna de entre todas ellas quiso ya saber nada de mí
-sólo me quedó la poesía y mi mano derecha para consolarme de la soledad-

¿qué hiciste con los millones de tu herencia? -me pregunta a veces algún conocido

seguí los consejos que me dio mi abuela antes de morir -le digo-

me los gasté con las putas


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