QUE NO EXISTÍAN. A ESO VENGO.
LUNES, 25 DE MAYO DE 2015
El gran salto de Alfred Bosch
Mi nombre es Alfred Bosch, tengo 54 años y he sido candidato a la alcaldía de Barcelona por Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), partido en el que milito desde hace casi dos décadas. Mi trayectoria puede leerse en la Wikipedia, donde tengo una entrada escrita en castellano, el idioma imperial en el que escribo aquí también, para que todo el mundo me entienda. Dentro de muy poco tomaré posesión de mi acta de concejal para seguir trabajando por una república catalana independiente, valga el pleonasmo.
Tal y como reseña la Wikipedia, antes de dedicarme a la política, me ganaba la vida como profesor universitario y también como escritor, tanto de ensayos como de ficción. De hecho, soy acreedor de varios premios, alguno de ellos muy importante, en el ámbito de las letras y la cultura catalana. He sido siempre independentista y por su puesto republicano y antimonárquico. Además de militar en ERC, fui portavoz de la Consulta Soberanista, para lo cual tuve que dejar el partido temporalmente. Siempre he pensado que la república es el mejor modo de organización democrática para un país. También creo que la dinastía de los Borbones ha hecho mucho daño, no solo a los catalanes, sino también a los españoles.
El Rey Juan Carlos es un buen ejemplo de sátrapa moderno, útil para los grandes poderes que viven a la sombra de las constituciones democráticas, reciclado en lo políticamente correcto, símbolo vivo de la opresión nacional que sufre el pueblo catalán, intermediario internacional de comercios ilícitos; un modelo, en definitiva, de lo que yo creo que no debe ser un gobernante; una figura, por otra parte, que representa una nación de la que yo nunca me he sentido ciudadano.
A pesar de que mi militancia republicana y soberanista ya viene de lejos, creí oportuno dar el salto a la política activa para defender los valores republicanos e independentistas e intentar convencer a mis conciudadanos de mis ideas. Todo, con el fin de poder llegar a los objetivos de soberanía y república catalana a través de los procesos democráticos.
Me he decidido a escribir estas líneas en este blog tan y tan conocido -referencia de la blogosfera española (aunque algunos catalanes también lo lean en la intimidad) – con el fin de salir al paso de mis propias declaraciones, publicadas el pasado 19 de mayo en el periódico La Vanguardia. Se trata de una entrevista que me hizo el periodista Lluis Amiguet, y que forma parte de la serie de entrevistas de campaña electoral que este conocido periódico monárquico realizó a todos los candidatos a la alcaldía de Barcelona.
Amiguet es un experto entrevistador. Forma parte del equipo de la celebérrima y codiciada “Contra”, la última página del mismo diario en el que él mismo, Ima Sanchís y Víctor Amela, entrevistan diariamente a personajes de todo color y pelaje que, supuestamente, albergan en su personalidad y su trayectoria personal y profesional algún valor excepcional digno de tan egregio espacio.
Amiguet hace honor a su apellido y te rodea con afectos, carantoñas y cariños de toda índole para que durante la interview bajes la guardia y te muestres tal y como eres. Es un truco muy viejo; algo así como cuando Mercedes Milá tocaba el antebrazo de los invitados a sus programas de televisión. O algo así como las fotografías de Phillippe Halsman, que hacía saltar a sus modelos- personalidades internacionales de la política o de la cultura- para secuestrar su impostura y hacerles parecer en la instantánea con expresiones verdaderas, tal y como eran en la realidad. “En un salto, la máscara se cae. La persona real se hace visible”, explicaba Halsman.
Las zalamerías de Amiguet y los tres gintonics que nos tomamos me desinhibieron lo suficiente como para que, como decía Don Quijote (con perdón) yo fuese yo, y no otro. Otro ante la tribuna de oradores; otro ante la asamblea de mi partido; otro ante mis electores; otro ante mí mismo. De ahí que, casi sin venir a cuento, le confesé sin ambages (¡caramba, cómo domino el castellano, cuántos recuerdos!!) que en mis tiempos mozos yo había trabajado como negro del Rey. No de Sandro Rey, o de Fernando Rey, o de Bárbara Rey. No: como negro del mismísimo Juan Carlos del Borbón y Borbón, rey de España por la gracia de Dios, de Franco y por mor de la Santísima Transición.
Efectivamente, yo le escribí discursos a su Majestad, revisados preceptivamente por la casa Real y los diferentes gabinetes de presidencia de los gobiernos de entonces, para que no quedase ninguna duda de la españolidad y constitucionalismo de su contenido. Y también actué de interventor para un partido españolista como fue la UCD, ese fenomenal invento que cocinó el mismo Rey a medias con Suárez, Gutiérrez Mellado y Torcuato Fernández Miranda, con la ayuda inestimable de los Servicios secretos americanos, y la aquiescencia del ínclito Carrillo y hasta del camarada Isidoro. Pero eso es otra historia. La cosa es que la revelación que le hice a Amiguet y que leyó ese día cerca de un millón de personas no ha tenido después demasiada relevancia. Su eco se ha diluido en el fragor mediático, como el sonido de un diapasón. Y la verdad es que me alivia que sea así, aunque el asunto merece una explicación, porque todo partió del interior de ERC, que como cualquier otro partido, tiene sus politrolls, espías de la política que trabajan para el enemigo.
Alguien descubrió mi pasado de mercenario de las letras y de las ideas al servicio del reino opresor y ese alguien -un antipatriota, por supuesto- estaba dispuesto a deslizar esa información justo el día antes de la jornada de reflexión. Solamente imaginar lo que podría llegar a ocurrir me producía temblores: las portadas de El Mundo, La Razón, el ABC, El Periódico, El País con mi foto junto a la del rey, y el titular. “Este republicano independentista le escribía los discursos al Rey”. ¡Ríete del caso Pujol! Pensé. Así es que , me puse manos a la obra para desactivar la amenaza contra el paso inexorable y firme de nuestro pueblo hacia la victoria, hacia la independencia.
Tengo un asesor de prensa que es un solete, más listo que los ratones coloraos. Fue el quien me dio la idea: vas a ir a la entrevista con Amiguet, y en cuanto puedas, zas, te lo haces venir y le cuelas la confidencia. De esa manera llevaremos nosotros la iniciativa sobre el tema. Tu respuesta se leerá como una anécdota simpática, como algo que te veías obligado a hacer, casi, casi para poder costearte la habitación en un piso de estudiante, aunque por entonces no fueses estudiante, porque entonces ya militabas en ERC activamente; pero eso es igual, qué más da, la cosa es que tu declaración, aunque se convierta en el titular de la entrevista, resultará como algo simpático que no afectará a tu credibilidad ante nuestra militancia, ni ante todo ese ejército de benditos y devotos patriotas que ahora quiere la independencia. Ya sabes lo que dice Pau Esglèsies , que esto de la política es un 'Juego de Tronos' y que en la guerra, como en la guerra. Además, hasta el mismo Pau se hizo una foto con el heredero, así es que, como ves, aquí el más tonto hace aviones.
Me pareció muy pertinente la estrategia que me aconsejaba mi asesor de prensa. De modo que dicho y hecho. Me cité con Amiguet en el bar de un conocido hotel. La primera ronda la pagué yo. Y la segunda. Y también la tercera. Charlábamos y charlábamos, porque -para quien no lo sepa- las entrevista de la Contra de La Vanguardia no se trascriben tal y como suceden. Todo transcurre como una conversación amistosa y después, en la intimidad de sus despachos, Ima, Víctor y Lluis la aderezan con su conocido y célebre rítmico gracejo. Por eso, a menudo, quienes realmente parecen ingeniosos son ellos y no el protagonista. “Un ventaja más”, me recordó mi asesor.
De modo y manera que, al primer toque de antebrazo, intuí que Lluis ya estaba a punto de caramelo, y entonces le endilgué la exclusiva. Recuerdo que frunció el ceño y se llevó la mano a la oreja, y que exclamó “¿Qué?”. Yo sonreí, con esa sonrisa de Mr.Bean que Dios me ha dado, y le confirmé la sorpresa. “¡Pero hombre!” me interpeló él. “¡Nada, hombre, nada! Algo tenía que hacer si quería comer”. A continuación le complementé la información con mi participación como interventor de la UCD a cambio de unos cuantos duros, y todo quedó de lo más convincente. Es más -y sé que aquí me la jugué-, con el afán de resultar más persuasivo, le aseguré que si ahora necesitase dinero, volvería a hacerlo sin dudarlo; porque al fin y al cabo uno tiene sus principios, pero ya se sabe, si no son de provecho, uno siempre debe de tener otros a mano.
“Eso es Marxismo del mejor Groucho”, recuerdo que me dijo Amiguet. “Ya”, le repliqué con todo el sosiego y la prestancia de que fui capaz. Y así se desenvolvió la entrevista hasta el final el encuentro. Afortunadamente todo salió tal y como previó mi jefe de prensa. Hoy ya puedo afirmar, feliz, que hemos conseguido un resultado histórico en el Ayuntamiento de Barcelona, y que vamos a hacer todo lo posible para que esa cuadrilla de medio charnegos que han asaltado la Casa Gran camine por la senda soberanista hacia la república catalana independiente, valga el pleonasmo.
Ya le he dicho el jefe de prensa que se ponga inmediatamente a escudriñar a fondo el pasado de la Colau y Pau Esglèsies, el coletas. Si les descubriésemos media palabra escrita para esos fascistas centralistas de Madrid, Podem/Podemos, Guanyem, Barcelona en Comú y la madre que los parió a todos, se van a ir a tomar por el culo de Catalunya, y entonces, companys, el camino estará despejado y les quatre barres ondearán en solitario en todos los balcones de nuestra patria libre de Borbones
PUBLICADO POR EL POBRECITO HABLADOR DEL SIGLO XXI
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