martes, 26 de mayo de 2015

LA MALQUERIDA


lunes, 25 de mayo de 2015

Baja la calma

Lo he contado cuatro veces desde que me sucedió. 

Primero:

Se lo dije a Barry. Tenía el sentimiento vivo. De todos modos no lloré ¡aleluya!

Segundo:

Lo conté a Laura. Todas las lágrimas que guardo en mi contenedor de lloros salió sin que nadie pudiese detenerlo. Estaba caminando por la calle apoyada en su mano. Laura no me da su brazo, me toma de la mano.
Supongo que le daba pena que la gente me viera llorar porque decía: Ya no llores levanta la cara, límpiate esas lágrimas. Laura no sabe que soy como los niños, si me dicen ¨no llores¨, más lo hago. Con la cabeza gacha y los pelos en la cara, no veía qué pasaba a mi alrededor. Después de tanto llanto me quedé dormida rumbo a terapia.

Tercero:
Lo conté a la señorita médica. Cuando escucha mis historias pone cara compungida. Alerta roja. Las luces se han prendido. Hay que tomar cartas en el asunto, no se puede esperar más.

Cuarto:

Lo dije a mi nuera. La humillación sentida no daña tanto. Los lazos se hacen más fuertes.

Pasó todo. Es lunes. No sé qué va a suceder ni cómo actuaré cuando llegue la hora de salir otra vez a la calle. 

Nunca esperes nada de nadie

No pedí nada imposible: una mano que me ayudara a llegar al otro lado de la calle. 
Las manos que se cruzaron en mi camino no lo hicieron.. Dos veces pedí ayuda, dos veces me la negaron. Adolescentes imberbes practicando la burla e insensibilidad ante un semejante en apuros. 
No los maldigo, ni perdono. Seguramente ellos ni me recuerdan. Yo no olvidaré sus caras burlonas. Desdén de quien cree que la vida es fácil. Si yo hubiese sido ellos habría corrido a ayudar. Pero ellos no son yo.
No los perdono, no hay disculpa que valga. ¿Quién puede ser tan insensible a la edad que sea? Igual ni me pedirán perdón. Seré para ellos una anécdota cómica fácil de olvidar. ¡Qué humillación dolorosa! Mi corazón se lacera por todo y nada. 

Tranquila abuela, sonríe.

Con la carita serena de niña linda, Natalia me decía sin comprender exactamente que ocurría ni por qué la miss directora nos llevó  a  casa: 
-¿Qué dijimos abuela? No se llora en la calle ni en la escuela. Seca tus lágrimas. Sonríe. Ve las caricaturas. No llores más. Respira hondo. Tranquila. Baja la calma.

Entiendo qué quiere decir con Baja la calma. No es necesario que se lo pregunte. La Bella sin necesidad de darme la mano, con palabras salidas de su pequeño corazón me ayudó más que esos chamacos insolentes.

La Bella es mi Virgen de la Guarda como reza todas las noches al ir a dormir:
Virgen de la Guarda
mi dulce compañía
no me desampares de noche ni de día.


Amén.













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