lunes, 13 de abril de 2015

LA MALQUERIDA


lunes, 13 de abril de 2015

Tranquila, no pasa nada

Como no sé explicar lo que está ocurriendo con Barry porque además muchos no saben a quien me refiero cuando lo nombro y antes de ser grosera prefiero poner tierra de por medio. Tampoco es que sea obligación saberlo.

Mis comentarios ácidos, la sinceridad hiriente con la que luego me expreso dañan a personas que no conocen mi humor negro ni entienden la tristeza castrante -signo inequívoco del blog- con las que se ha llenado este diario imaginario, por tanto he decidido por nosécuanto tiempo cerrar el blog.
Me despido en atención a todos aquellos que se han detenido por un momento a leerme. A los que no pus no porque no saben que existo, blah.
A los amigos no tengo que explicarles nada porque ya me conocen y saben de qué pie cojeo y no nos andamos con mamarrachadas. Igual al rato me arrepiento y regreso como ha ocurrido otras veces. 

Hoy es lo único que se me ocurre para poder disponer de tiempo para resolver lo que ocurre de este lado del monitor.

Voy a inhabilitar los comentarios, algo que siempre me ha parecido una falta de respeto para el lector porque si no quiero que opinen pues no saco a ventilar mi vida privada ni escribo nada.
Esta vez lo haré porque no puedo ni tengo tiempo ni cabeza para leer blogs ni para comentar sin que se exteriorice en ellos lo que está pasando. Puedo ser enojona pero no irrespetuosa.

Tampoco quiero que me digan que dios y sus pruebas y lo que somos capaces de aguantar y la fe y  la chingada y bla bla bla. Me estoy poniendo grosera, mejor me voy.

Dejar de escribir es empezar  a morir. Yo no me voy a morir -bueno si pero no sé cuándo- y hoy dejo de escribir. Igual no sé pierde nada con que lo haga, soy una más en este mundo virtual. Una más siempre será una depresiva menos.

Sean lo que quieran ser, si felices o no es su problema.

Entonces, muchas gracias, hasta luego.













domingo, 12 de abril de 2015

Básicamente es cuestión de suerte*

Situémonos en el peor de los escenarios, Barry enfermo y yo sin poder moverme. ¿Quién chingados cuidará de nosotros? Laura cuida de mi pero no podría cuidarnos a los dos, ¿Separarnos? Olvídalo, Barry y yo somos uno. Nadie puede separar el corazón de la mente y seguir vivo. Digan lo que digan.

Mi independencia termina al cruzar la puerta. La libertad es una utopía para las mentes sensibles y descabelladas. Yo soy libre hasta el momento que mis pies dejan de moverse, entonces me convierto en todo eso que no soy.
Toda esa palabrería sosa y fútil no sirve de nada para quien todo lo tiene incluso la libertad desgarrada en sus días cotidianos de robots sin rumbo. No eres libre sólo por el hecho de caminar por la calle.
Soy libre en imaginación pero al abrir los ojos el mundo es tan real como no se puede creer.

En el peor de los escenarios Barry y yo tendríamos que vérnoslas solos, cosa que no ocurrirá porque tuvimos la fortuna de criar a dos seres humanos que no nos dejaran al garete pero no es justo para ellos. No es justo para nadie estar enfermo. 
La libertad y la justicia se convierten en palabras nomás carentes de sentido. Nadie conoce realmente el sentido de libertad y justicia cuando se está atado a un frasco de medicina.
Hay momentos en la vida en que uno llega al punto en que todo vale madre.

Pero...

¿Y la vida de Laura? ¿Sus planes y ambiciones? ¡Qué derecho tenemos de coartar nosotros sus padres sus proyectos de vida?

Un bulto a veces soy. Un bulto malhumorado.

Dijeron ayer en la película El camino de Larry* que habla sobre un hombre a quien el puto parkinson no lo ha detenido: Tener parkinson u otra enfermedad degenerativa es básicamente cuestión de suerte.

Este es el peor escenario al que nos podremos enfrentar. En tanto -crucemos los dedos- hagamos de este día una razón para sonreír con todo y lágrimas en esos ojos tan tuyos que de tanto mirar ya no miran.



Cuestión de suerte.

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