el poeta de la mierda

cada vez que vuelvo a releer las cosas
que voy dejando aquí y allá escritas
en blogs, foros de poesía y uno que otro papel suelto
(cosas de las que por lo regular en su momento
la fiebre residual del acto de engendrarlas pudo llevarme
incluso a pensar que probablemente se trataba
si no de auténticas obras maestras de la poesía mundial moderna
-o una cosa aproximadamente de ese nivel-
al menos de magníficas piezas de creación artística)
me doy cuenta, sin embargo, cada vez, como ya digo
a raíz de las impresiones de una lectura posterior
y por la magnitud de la náusea que me causa releerlas 
de lo infundado y falaz de mis suposiciones
de que hubiera sido mejor emplear el tiempo
que dediqué a escribir en hacer otras cosas
en viajar, por ejemplo, al otro lado del mundo
y haber recorrido a pie la muralla china
o haberme tal vez recluido en un monasterio griego
y puesto a meditar allí sobre la inmortalidad del cangrejo
cualquier otra cosa y no haber hecho lo que hice
escribir esos miles de asquerosos poemas
construidos como un simple compendio de lugares comunes
y regados con palabras soeces a discreción 
-una puta mierda, para decirlo sin rodeos-
en eso consiste, mucho me temo
la mayor parte de mi obra literaria
una acumulación de enormes pedazos de mierda
que cuando muera voy a dejar a la posteridad;
yo, josé villa, el poeta de la mierda
acatarrado y metido en cama en esta fría mañana de diciembre
no puedo menos de preguntarme con tristeza y melancolía
y una soterrada angustia casi inmune al tequila
qué caso tiene seguir escribiendo si cuando lo hago
termino siempre por escribir la clase de cosas que escribo
qué caso tiene seguir escribiendo cuando no tengo
más que echar un simple vistazo a mi alrededor
para percatarme de que la tierra casi en su totalidad
no parece ser a estas alturas de la vida
más que un puto cagadero de los cojones 
lleno a reventar ya de mierda

¿para qué seguimos engendrando más de ella?