martes, 13 de mayo de 2014

JOSE VILLA. POETA SENTIMENTAL.

EL LIMONERO DE MI ABUELA


cuando estaba ya para agonizar en su lecho de muerte
mi abuela me llamó para decirme
que no me olvidara de echarle agua
cada dos o tres días al pequeño limonero
que ella había plantado unas semanas antes
detrás del cuarto de baño en un rincón del patio;
le dije que no se preocupara
que yo me encargaría de regar el árbol de vez en cuando
y aunque me dieron ganas de preguntarle
cómo podía pensar en una cuestión como aquella
mientras la muerte preparaba los bártulos para llevársela
y pronto estarían ya de camino hacia el otro mundo
no lo hice y en cambio pensé
que debió pedirle a otra persona que cuidara de su árbol
porque me conozco muy bien y sabía
que después de regarlo un par de veces
luego ya nunca volvería a hacerlo
y probablemente ni siquiera pensaría en ello

mi abuela murió un par de días días más tarde
a la mañana siguiente la llevé a enterrar
volví a casa y me tomé una taza de café cargado
luego encendí un cigarrillo y me tiré en la hamacame puse a pensar entonces en mi abuela
la pobre nunca la había tenido fácil
un marido golpeador, alcohólico y putañero
tres hijos por el estilo del padre
su única hija se escapó de la casa a los dieciseis
con el primer novio que tuvo sólo para terminar
de puta en un burdel de tecolotlán dos años más tarde
pero la abuela nunca se quejaba
era de esas mujeres de antes que parecían dar por hecho
que si la vida era una mierda tú no tenías más que aguantarte
sin decir nada, sin hacer aspavientos
aguantarte y joderte y esperar que más adelante
la cosa no se pusiera más jodida

un tiempo después recordé el encargo de mi abuela
salí al patio y fui a echar un vistazo al limonero
estaba seco y las hormigas se habían llevado todas las hojas
quedaba sólo un palo gris metido en la tierra
me agaché y lo arranqué y luego removí la tierra con el pie
para que no quedara huella de su presencia allí

mientras escribo esta cosa pienso
si no debería contar alguna bella historia donde hablara
de un hermoso y robusto limonero plantado por mi abuela
al fondo del patio antes de morirse y en cuyas ramas a veces
un misterioso pájaro se posa al atardecer y canta
alguna melodía triste y melancólica como si el alma de mi abuela
recurriera al pájaro para aliviar su pesadumbre

pero a quién engañaría contando esas pendejadas

¿a ti?

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