domingo, 2 de marzo de 2014

SARCO LANGE

el hombre - la mujer - los ceniceros

 
 
 
los templos que vomitan
los rezos del dolor
hacen reír al cielo
 
Álvaro Henríquez





buscar

buscamos

nos pasamos la vida en la tarea
y no lo encontramos Nunca

(nunca
queda aún
más lejos
que el pudo ser
pero más cerca
que un quiso)

y seguimos buscando
igual que una improvisada tropa de indios Navajos
que hacen fogatas en la pesadilla de los bosques
para ver si alguna vez
sólo una
podamos llegar a comprender
el asco cruel y tricolor
que brota en el crimen de los sexos
cuando se retuercen de vicios
en el diálogo fatal
que se abre dentro del humo

porque eso es lo que vemos en el cielo
extrañas nubes encandiladas de masoquismo
simulando ser el despojo de una promesa
que se evaporó de lamerse la ternura

o quizás
es la inocencia de los balcones
que se presumen en el hielo

tal como una astronomía disecada
en el reflujo húmedo
de este morbo espeso
y tan austral
 
pero de la tribu india
comanche en su incorregible militancia
aparecemos en la city horrorosa
con los auriculares a toda pastilla en los oídos
escuchando esa que dice:
   nos encontramos en la calle
   yo diría casualidad
   aun conservaba esa mirada
   ese garbo, ese swing, ese charm
   venía súper colocada 
   su sonrisa era algo especial
   cuando me dio la cachetada
   puso las cosas en su lugar

porque debajo de los edificios
reposa la osamenta grave
de un zorzal que se martirizó de trinos
en su propio y carnal vestuario

la boca
eclipsada
en el nido difuso
por favor dime que pare

y alrededor de los improvisados campamentos
allí donde los indigentes de la poesía
secan sus ropas en la úlcera de los infiernos
allí/ en la justa medida de un labio y su candado
una mujer respira de pechos
se asoma al vacío
abre las alas
y grita hacedlo sin mí
 
¿sabes qué había detrás
del último verso
que no se ocupó en el poemario?

jaulas
 
también párpados
como violentas hamacas delirantes
que se resistían
a caer de tanto seno
 
alzas la vista
hasta lo más lejano de tu rostro
y ves números
igual que minúsculos
e indescifrables calendarios
que en vez de fechas
traen consigo
la beligerancia póstuma
de una corrida en el fondo del mar

la ráfaga hemipléjica
como pupila
de veranos
desatados

y ciegos
 
por eso
prefiero colgarme en el vacío
hasta que un chute de tornados
me llueva las piernas
que chorrean
otra sangre

colgado
en la confesión
que llora
secándose de grietas
 
        locura mística
        Armagedón como calabozo como rezo
        diafragma universal
        arrodillado en tu extraño Vaticano
 
y lo de siempre
el cuerpo sin nada más que escarcha
el darse cuenta
de una manera que no admite discusión alguna
que si censuras un poema
sólo por evitar un breve oleaje inesperado
es porque esas palabras/ esos versos exiliados
deberían estar inmaculados
por bestiales razas y pandemias
antes que el reloj del caos
nos deprima la arcada
y el mañana
 
o los bares
 
o las calles imposibles de tanta lluvia
que te hacen resbalar
y te arrojan de bruces contra el pavimento
pero antes que se te reviente la cara en el impacto
una alfombra de pétalos y absenta
te reúne la voz/ la fragancia/ la locura

y te salva
 
la imagen de todo eso
si es que aun la palabra amor
la escribes con faltas de ortografía
está en abrir las ventanas de par en par
(por si vives en altura
ponte tú en un piso 12
o más abajo/ por ejemplo)
mirar el apartamento del frente a tu edificio
y verlo: dos personas
en su distinto sexo
y en su distinta magia/ sus propios demonios dentro
masticándose la rabia
en la realidad que se pajea de ilusiones
cenando una sopa de fideos
con ensalada de tomates y cebolla
vino tinto (de caja) como infusión de precipicios
y sus pies
los pies de ambos
que se mueven
de arriba hacia abajo
miedosos
histéricos
agudos
como el nervioso y aborrecido tic tac
que se oye en el pasillo de los hospitales
durante esas infinitas noches de espera
 
débiles golpecitos en el parqué
marcando el paso
hacia una extraña y anfibia ceremonia:
carnaval te amo
pero muero de nogales
 


ACTO 1


dos personas
en silencio
 
no
 
dos seres
lejanos

tampoco
 
yo te nombro/ soledad



ACTO 2
 

el hombre detiene su cena frugal
le tiemblan las manos
echa hacia atrás el plato
se levanta velozmente de la mesa
camina hacia la pared
en el trayecto destroza tres floreros
se apoya en una viga/ al lado del piano
Y SE PONE A GRITAR
 
ese hombre
no tenía tráquea
tenía una bandada
de angustia
 
 
ACTO 3

 
la mujer
también se levanta
se arregla la falda
junta las migas con las manos
y se las echa a la boca
recoge la mesa
se va a la cocina
lava los platos
abre la nevera
bebe un trago de ron desde la misma botella
vuelve a la mesa/ destrozada
se empieza a comer las uñas
y pone su mirada fija
en una mancha que hay en la alfombra
y que no la ha podido quitar en años
 
 
 
ACTO 4
 

(en esta escena el hombre ya no está en ninguna parte
tampoco su sombra/ su rastro/ su aroma/ su eco su ser/ presa memoria)
 

 
ACTO 5
 

la mujer se sacude de caos
respira fuertemente/ agitados pezones
que en el fondo son sus otros pechos de piedra
tiene los dientes amarillos
se pone a pensar
que hace siglos no se mete los dedos dentro
abandona la idea/ no se mojó
ordena los ceniceros
y elige el de color azul verbena
se sienta en el sofá
prende un cigarrillo
coge una revista
pero la vuelve a dejar sobre la mesilla
enciende la radio
elije una emisora
donde están recitando poemas de la Pizarnik
 

se echa hacia atrás
cierra los ojos
y se duerme

o finge
que lo hace

 
ACTO 6 FIN DE LA OBRA

 
(las luces del teatro se apagan/ se apaga todo/ comienza un viento extraño/ las hojas que hay en las veredas/ vuelan formando extraños remolinos/ el público se sorprende/ se asusta/ ¿qué mierda está pasando?/ de pronto la gente está en la calle/ muerta de frío/ el edificio ha desaparecido/ están a la intemperie/ ni siquiera habían comenzado a aplaudir (o a injuriar) cuando ya todo se encontraba evaporado/ alguien levanta la voz/ y pregunta qué habrá sido de aquel hombre y de aquella mujer/ que no se ven por ningún lado/ lo último que se supo/ fue que él había desaparecido del escenario/ y ella dormía/ o fingía dormir/ la de los dientes amarillos (ella)/ el del grito en la pared (él)/ ¿dónde se han metido?/ por más que los buscan/ no los logran encontrar/ todos se miran entre ellos/ se encogen de hombros/ a la mierda con las parejas malditas/ que se rompen tanto de hogueras/ aunque nadie lo sabe/ el hombre y la mujer/ hace siglos/ hace vidas/ hace muertes/ hace océanos/ que se escaparon de ese teatro enloquecido/ dejando sólo su historia/ en el despilfarro de un ingrávido recuerdo/ testimonio de luz o profecía de un día intoxicado de sol/ y hay quienes dicen asegurar/ que han sido vistos/ fundidos y furiosos/ en el rapto cruel de un amor esquizofrénico/ que sólo se deja ver/ cuando los amantes del mundo/ lloran por las madrugadas/ en el silencio helado/ que habita en las paredes/ de todos los poemas)

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