Cada vez que oigo la palabra cultura, amartillo la pistola
¿Quién hay que no se declare partidario de la cultura? Que levante la mano el que se oponga a la cultura. Entonces, ¿de qué narices hablamos cuando decimos que defendemos o reivindicamos la cultura?
Por mucho que digan que “sin cultura no hay dignidad”, no significa gran cosa, porque lo cierto es que con cultura también hay abundante indignidad. Quizá fuera la Alemania que votó a Hitler uno de los países más cultos de Europa. O mire usted a Polanski, un tipo culto, qué duda cabe, pero capaz de drogar a una menor y violarla, y luego poner pies en polvorosa para escapar de la justicia. Así que no nos pongamos tan estupendos.
A mí me parece que la cultura no es optativa. Toda sociedad tiene una cultura, que a veces incluye sacrificios humanos rituales, como la de los aztecas, y a veces excluye la más mínima formación musical, como en España. Por eso defender la cultura, así dicho, me parece muy lindo, sí, conmovedor, pero ¿de qué cultura estamos hablando?
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