miércoles, 26 de febrero de 2014

LA MONSTRUACIÓN

Ella era esa clase de mujer que creía ser la primera de todas las mujeres en vestir un traje de gala cuyos pliegues, a cada uno de sus movimientos, deslumbraban como rayos de un sol de verano. Siempre escudriñaba de perfil con la fijeza despiadada de unos ojos que apuñalan todo aquello que miran. Lo hacía con pose oblicua y eterna, con el mentón alzado y el pelo desordenado, solemne como un busto de la antigua Grecia. Abordaba las aceras con un paso alargado que era un pequeño salto, y entonces teorizaba sobre el nombre de la calle en la que nos encontrábamos, de las papeleras abolladas, de los chiclés aplastados y la basura que se desbordaba con insolencia de los contenedores, y siempre que la contradecía me miraba como la niña del exorcista.


A menudo, se enamoraba de tipos que se llamaban Héctor, Patric o Víctor, lo cual significó que nunca lo estuvo de mí. Si acaso fui como aquel mensaje nunca leído que se relega en la carpeta del correo no deseado, pero que por alguna razón que ya nunca conoceré, nunca borró de su vida hasta que yo decidí hacerlo, cuando acepté que para mí no fue más que una bonita caja de bombones caducados. Muchas veces se manchaba con el postre y entonces yo me reía. Y ella se reía conmigo y se reía como si no existieran cosas horribles en el mundo, y se reía hasta de su risa. En una libretita azul escribía cosas que no me daría a conocer hasta que la terminara, pero no le di tiempo; y eso que la deslizó con disimulo una y mil veces, en los baños de ruidosas discotecas, en las mesas de bibliotecas taciturnas, y hasta en bodas y funerales de protocolaria teatralidad. Vestíamos nuestro discurso con ropajes caros y dábamos una calurosa palmadita a cada palabra precipitándola como si fuera la última, buscando el reconocimiento en otras palabras de bocas ajenas, que quedaban ingrávidas en la liviandad de su atonía.


Y así fue como aquella relación se convirtió en una trampa de bordes resbaladizos donde se despeñaron dos pavos reales.






Publicado Por Cabronidas

1 comentario:

  1. Hacía tiempo que no leía nada tan bonito. Y si digo bonito, es porque no sé emplear otra palabra para los renglones que mis ojos acaban de repasar todavía con el sueño de quien despierta de una pesadilla, y encuentra una maravillosa realidad de la vida.
    Sinceramente, creí que ya no quedaban de esas cosas...

    Un abrazo.

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