lunes, 23 de diciembre de 2013

RAFAEL REIG. CARTA CON RESPUESTA.

Carta con respuesta

La transición autonómica

Ya, los demócratas sois los que no queréis dar ninguna posibilidad de votar. Comento
Tiene razón, da mucha vergüenza que tanto el PSOE como el PP se empecinen en prohibir que un Gobierno autónomo consulte a sus ciudadanos. Sobra decir que, en lugar de poner obstáculos, cualquier presidente de Gobierno demócrata debería facilitar esa consulta con todos los medios a su alcance. Las convicciones democráticas de Zapatero y Rajoy no es que sean titubeantes, no parecen existir: ambos están en contra de la democracia con la misma contundencia.
Por otra parte, si esa consulta es ilegal, mejor que mejor, es como debe ser, ¿no le parece? ¿Acaso alguna declaración de independencia se hace dentro del marco legal del Estado del que un territorio quiere independizarse? ¿Alguien se imagina a América, en el norte o en el sur, independizándose de acuerdo con las leyes de la monarquía inglesa o la española? No, eso no se lo imagina nadie, porque no tiene ni pies ni cabeza y no se le ocurre ni al que asó la manteca.
Un momento, sí que hay un precedente, ¡cómo no he caído antes en la cuenta!: la llamada transición española.
Pasaron de una dictadura a una democracia sin romper las leyes de la dictadura. Pintoresco y triste. Así nos ha ido, claro, y por eso tenemos una democracia limitada, vigilada e intervenida. ¿Es eso lo que pretenden los catalanes, una transición de la autonomía a la independencia inspirada en la transición española? Pues entonces conseguirán lo mismo: una independencia limitada, vigilada e intervenida.
Una democracia verdadera necesita la ruptura con el régimen dictatorial y, por supuesto, declarar abolido e ilegítimo todo su marco legal. El consenso y la reforma sólo propician una democracia de pésima calidad, en la que un ministro del dictador puede ser “padre de la Constitución”.
La independencia verdadera no se negocia con el Estado del que un territorio se quiere independizar, pues no faltaba más, se proclama y ya está. Unilateralmente, por supuesto. Si antes se quiere llevar a cabo una consulta, no hace falta pedir permiso, y que sea ilegal para el Estado central no tiene la menor importancia.
Por lo tanto, sólo cabe concluir que estos tipos en Cataluña no tienen interés en una independencia verdadera. O no tienen de verdad interés en la independencia. Lo que quieren es obtener beneficios asustando a los timoratos patriotas españolistas que al parecer creen que España es "una unidad de destino en lo universal". En ese sentido, la transición autonómica será lo mismo que la española: una simple transacción para beneficiar a los mismos de siempre.


Carta con respuesta

La lotería en Babilonia

Desde que cayó la Unión Soviética no me queda más consuelo que la lotería. Alguna esperanza hay que tener. Zarrazuela.
Comprar lotería es poco racional, ya que las posibilidades de que toque son mínimas. ¿Por qué lo hacemos? En un interesante artículo de Sandra León, que comenta otro previo de Roberto Garvía, se responde que “jugar a la lotería en Navidad en España se ha ido convirtiendo poco a poco en un acto de reafirmación de los lazos sociales interpersonales. Compartir participaciones es una manera de confirmar tu pertenencia al grupo o incluso de preservar el estatus dentro del grupo (para aquellos que regalan participaciones para otros)”.
Llama la atención que se hable de “jugar a la lotería”, como si fuera el ajedrez o el tenis, cuando lo único que hacemos es comprar un décimo y lo único que nos jugamos es el dinero (casi siempre para perderlo). Evidentemente nada tiene que ver con la primera acepción de “jugar”, “hacer algo con alegría con el fin de entretenerse, divertirse o desarrollar determinadas capacidades”, y mucho en cambio con el sentido de poner algo en riesgo (nuestro dinero) de forma temeraria, que la Academia contempla en la séptima acepción: “tratar algo o a alguien sin la consideración o el respeto que merece. Estás jugando CON tu salud. No juegues CON Rodrigo”.  (¿Se refiere el ejemplo que pone la Academia a Rodrigo Rato? Puede que sí ¿o mejor lo atribuimos al azar para no jugárnosla con el tal Rodrigo?).
La lotería nacional no es un juego, sino que su origen (como señala el artículo) es precisamente impedir el juego, para que los pobres, en lugar de apostar en la taberna a los chinos, al tute o al julepe, compren lotería, una innovadora forma de tributación con un impuesto voluntario del que el Estado devuelve una mínima parte repartida al azar. A mi modo de ver, nos jugamos el dinero (se lo entregamos a la Hacienda pública), pero lo que es jugar no jugamos a nada. Se dice jugar a la lotería para disfrazar de fiesta una ceremonia demasiado lúgubre que no es más que el anti-juego.
Algo parecido pienso de esta tesis que, para mí, escamotea puntos esenciales. Es un hecho que compartimos e intercambiamos décimos, pero no sé si de ese hecho se deduce “la reafirmación de los lazos sociales interpersonales”. Creo recordar un anuncio de televisión que apuntaba a una razón más verdadera al preguntar: ¿Y si toca aquí?
Compramos lotería en el lugar de trabajo para no ser el único idiota que se quedará sin nada si toca allí. Cambiamos lotería con la familia porque es un precio muy pequeño para evitar la espantosa posibilidad de que le toque al (cretino del) cuñado y a uno no. Nos llevamos un décimo del bar donde desayunamos porque no soportaríamos ser el único al que no le tocara. Compramos una participación en el mesón de carretera en el que hemos parado para no echarnos a llorar al ver por la tele cómo descorchan champagne en esa misma barra mientras uno, con un triste chato de vino, recuerda el día en que rechazó aquel décimo. Será la ilusión de todos los años, pero también el miedo de todas las noches, y por eso jugamos: para conjurar una pesadilla.
Aunque no jugamos a nada y ni siquiera es entretenido: somos víctimas de la lotería, compramos décimos y participaciones bajo coacción, intimidados por el ¿y si toca aquí? o ¿y si les toca a ellos y a mí no?
Decir que jugamos a algo y pretender que es “una manera de cristalizar los vínculos sociales” me parece vestir de seda a la mona.
Pero ánimo, ya queda poco para la reforma de la lotería que imaginó Borges: cuando por fin empiece a repartir, no sólo premios, sino también castigos; al principio pecuniarios, luego corporales, de prisión, amputación o muerte. Más tarde será obligatoria y secreta, nadie sabrá cuándo le ha tocado, y así se volverá imposible de distinguir de la vida que llevamos en Babilonia, porque en la lotería más bien cristaliza (y se refleja, justificándose) una forma de vida que se sostiene sobre la injusticia y la explotación.
A mí, por cierto, me ha tocado el reintegro en el bar de Antonio el Tripi, y ya tengo decidido utilizarlo para la del Niño. Para “reafirmar los lazos sociales interpersonales”, pues no faltaba más, para qué si no. Como usted bien dice, alguna esperanza hay que tener.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...