viernes, 15 de noviembre de 2013

SARCO LANGE

el bestiario de mi infancia



De la barca a la arena, desencanto
miedo atroz, temblor de niños
y el agua que formula preguntas a un océano sin escrúpulos
 
José María Pinilla




crecí en una casa enferma

maldita

podrida

no tenía puertas
tenía bocas grotescas
mal paridas en la carpintería del engaño
bocas asquerosas que se abrían como alcantarillas
para devorar a sus ocupantes
bocas sidosas/ escalofriantes/carentes del más mínimo respeto maderal
que bostezaban el horror de una familia medio muerta/ mal acabada
bocas sangradas
plenamente asesinas, funerarias/ inmorales
cuando pasabas frente a ellas
sentías un hálito a vino rancio
a coños con peste
que jamás fueron  lavados
en la siesta profunda del espanto

mi casa estaba enferma/ pero no moría nunca
no se derrumbaba/ no se incendiaba
sus moradores enfermaban/ vivían en estados confusos
reinaba un silencio de aves muertas/ mal disecadas
como cadáveres embalsamados
que de pronto empiezan a mover los dedos

como muebles que siempre tienen frío

había un piano en el living
pero parecía un ataúd

mi casa estaba ebria
y contagiaba de una resaca maldita
a la familia cuando, por las mañanas
despertaba para comenzar una nueva jornada
lo hacíamos llorando/ era increíble
nos topábamos todos en el pasillo antes del desayuno
y gemíamos/ aullábamos/ sufríamos
nos levantábamos lastimados

solíamos sentarnos a la mesa
en silencio/ reinaba un invierno de lutos mortecinos
éramos los comensales del miedo
descifrábamos nuestros gestos
y nos odiábamos/ carecíamos de decencia
no nos perdonábamos

cada vez que traíamos mascotas a la casa
éstas se morían a los pocos días
infestadas de bichos y curiosas enfermedades

mi padre tenía a dos vecinas de amantes
mi madre decidió acostarse en la cama un día
y no levantarse en 5 años
y así lo hizo
el viejo seguía llegando tarde por las noches
hediondo a vómito y cerveza
yo lo esperaba en el living muerto de angustia
torturado por fantasmas y demonios
tenía 12 años/ y compraba cigarrillos sueltos
en un almacén cerca de mi colegio

en esas interminables noches de pánico
fumaba como un niño loco
y ofrecía mi vida para que el viejo llegara bien a casa
él siempre volvía/ hecho mierda pero volvía
entonces una noche pensé que había algo injusto en todo eso
me fui bajo los árboles
y mirando al cielo hablé con Dios
le dije ok mi Caballero
mi padre vuelve sano y salvo cada madrugada a casa
yo ofrezco todos los días mi vida por aquello
y sigo en pie/ respirando
¿¡CUÁNDO MIERDA ME VAS A MANDAR LA MUERTE!?

pero estaba ciego
me costó tiempo sudor y lágrimas darme cuenta
que hacía rato ya me había cobrado la palabra

estaba comenzado a escribir mis primeros poemas

me subía a un almendro que estaba a un costado de la casa
me armaba con un cuaderno de hojas cuadriculadas
un lápiz de tinta azul
varios cigarrillos
y el germen abisal que habita en los peores presentimientos

escribía sin saber escribir
pero juro por el santo coño de mi madre
que no he vuelto a ser tan honesto
como lo era en aquellos tiempos infantiles

también fue por esa época
que empecé a devorar pornografía
me corrompí desde muy pequeño
en una era en que los niñitos
solían dedicarse a hacer su Primera Comunión

yo me pajeaba
donde me pillara la marea

los primeros coños abiertos que vi en las revistas
me asombraron/ eran carne molida/ sangrando
exultantes/ demoledores

veía los cuerpos unos sobre otros
animales retorcidos como la pesadilla más fétida del Bosco
metiéndose en las bocas
barcos hechos de niebla y leche escrotal
gargantas abiertas bebiéndose los gritos/ lamiéndose desaforados
culos en donde entraban botellas/ y cuatro dedos
niñitas de 17 años con pezones monumentales
y hombres con bigotes anchos corriéndose en sus nalgas

no había espacio para la ternura
sólo eran bramidos desesperados
mis primeras erecciones me dolieron el alma
igual que hoy

una tarde de mucho sol
jugaba a la pelota con un amigo
de pronto él se me lanza encima
y me da una feroz patada en el muslo derecho
yo le di otra en el estómago
caímos los dos al suelo
quedamos uno arriba de otro
entonces le dije bájate los pantalones
te la quiero chupar

el chico salió corriendo
se llamaba Roberto
no lo volví a ver nunca más

el viejo me daba mucha pasta para ir al colegio
pero en vez de comprarme ropa
como hacía el resto de mis compañeros
adquiría revistas pornográficas
VHS de orgías/ bragas de mujer
las manchaba/ me corría encima de ellas

la vieja seguía en cama con depresión
papá en sus negocios y sus amantes
mi hermana estudiaba como condenada
mi tía, que también vivía en la casa maldita
un día enfermó de esquizofrenia
yo escribía poemas
como si el mundo fuera a acabarse
o empezarme

me cubría con sábanas blancas
que en el fondo no eran más
que sudarios llenos de musgo y menstruación
me acostaba en el pasto
me miraba las manos/ temblando
y no entendía nada

luego alguien me pasó un porro
parece que fue un chico que se llamaba Samuel
lo encendí en 1993
y lo apagué hace media hora

un día, por fin, nos mudamos
dejamos atrás la casa funesta
yo hice el cambio
trasladé los muebles y toda la mierda
en una Chevrolet Apache del 54

después del último viaje
dije que iría a dar una vuelta
que llegaría en un par de horas
pero lo que en realidad hice
fue regresar a la casa enferma
quería verla por última vez/ ver el almendro
el garaje satánico donde se crucificaban las sombras por las noches
el maizal donde una vez se me apareció el demonio
el horno de barro donde la vieja
cuando estaba sana
hacía empanadas de carne
o pollos

recorrí toda la casa con escalofríos
los llantos del mundo
se acoplaban en mis oídos
alaridos como guitarras nubladas
esperando morir de sinfonías

recuerdo haber orinado en el living
una meada larga/ categórica
lavé los pecados de mi infancia
con la orina sagrada
de un cuerpo que se agitaba en su morir

después
escupí en la paredes

en todas

quise prenderle fuego
pero no pude
el poder de la maldad/ y su desafío
fueron más fuertes que mi torpe valentía
hoy me arrepiento de no haberlo hecho
porque la maldición
se fue empacada en nuestras valijas

afuera/ en el jardín
yacían nuestros perros enterrados
por lo menos 15 canes/ de distintas razas
sepultados bajo los rosales

hasta el día de hoy siguen ladrando

ya en la nueva casa
estuvimos una breve temporada en paz
reíamos durante los almuerzos
la vieja se levantaba más seguido
el viejo llegaba temprano
el sol entraba por la ventana del comedor

nuestra vida
parecía estar menos demacrada

pero un día
todo cambió

 

la casa antigua estaba enferma
 
pero la nueva se llamaría muerte



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...