martes, 26 de noviembre de 2013

LA VOZ AMBULANTE. BLOG DE ALBERTO HONTORIA MACEÍN, ESCRITOR, CON LIBRO NUEVO, PODÉIS COMPRARLO YA.



Pensadlo: ser poeta no es decirse a sí mismo.
Es asumir la pena de todo lo existente,
es hablar por los otros, es cargar con el peso
mortal de lo no dicho, contar años por siglos,
ser cualquiera o ser nadie, ser la voz ambulante
que recorre los limbos procurando poblarlos.

Pasa y sigue (1952), Gabriel Celaya

jueves, 21 de noviembre de 2013

Prima de riesgo


Comprar deuda. Vender deuda. La deuda se ha convertido en el principal producto de intercambio entre las naciones. Exportamos precariedad, exportamos hambruna, exportamos desventura. ¿Quién pujará más alto en la subasta de nuestras lágrimas y nuestras desdichas? La ley de la oferta y la demanda nos ofrece penuria y nos demanda que sigamos confiando en las vilezas de los que mandan. Depreciamos la vida. Despreciamos la vida. La banca desbanca al gobierno: el ejecutivo es un consejo de accionistas. Los países ejercen de bancos: nos reparten caramelos que luego nos quitarán de la boca. Bancos que chupan la sangre en vez de donarla. Bancos sin respaldo para evitar que los ciudadanos apoyen la espalda y descansen. Estamos condenados a muerte: el mercado marca las horas que nos restan, y nosotros ni siquiera tenemos relojes de pulsera para saber cuánto tiempo nos queda. La coartada del recorte. Eufemismos: «recorte de gastos» significa ‘recorte de derechos’. No nos interesan los intereses financieros. Nos interesa el fin de las finanzas que finiquitan nuestros sueños. Prima de riesgo. No hay riesgo que valga. Los apostantes apuestan sobre seguro. Prima el privilegio. Prima el poder de las primeras potencias. Piden que primen los espasmos de la bolsa quienes, por norma, se embolsan más dinero. Priman los numeritos de una prima de riesgo que nos trata como si fuésemos primos.
 

 

 

La familia de Riesgo 

 

            El padre de Riesgo advirtió a Riesgo de que esta vida estaba diseñada para los atrevidos.

            La madre de Riesgo le hizo jurar que no sería un temerario.

            Los abuelos de Riesgo le aseguraron que en sus tiempos también hubo apuestas de secuelas imprevistas.

            La hermana de Riesgo le comentó que ella, por indecisa y pusilánime, no había pasado nunca de las aventurillas.

            Con las maletas hechas, los tíos de Riesgo le pidieron a Riesgo que se lo pensara dos veces antes de emigrar, recordándole el funesto caso de su hija.

            La prima de Riesgo había regresado llorando del extranjero y sin encontrar trabajo porque allá le habían dicho que no despertaba ninguna confianza.

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