sábado, 23 de noviembre de 2013

LA MONSTRUACIÓN.

No culpemos de todo a los dirigentes. El votante concienciado padece una dolencia de la cual no es consciente. Es una persona enferma, obtusa, cerril y de ideas fijas e inamovibles que vota siempre a las mismas siglas. Cual empirista, yo prefiero vivir y pensar acorde con la experiencia, pero me gustaría que el votante concienciado encontrara el gozo, como yo la alegría, en que hiciera algo contra toda lógica y fracasara en el intento una y otra vez. Y que de ser posible, puliera su técnica hasta equipararla a la de un político justificando, ante un micrófono, lo injustificable. Y todos aquellos que lo viéramos y los que se quedaron hasta sin lágrimas, puestos a reventar, que lo hiciéramos de la risa, que sigue siendo gratis. Lo haríamos en la penumbra de los desapercibidos, mimetizados en la oscuridad de los callejones. Mientras que allí fuera, el bombardeo dialéctico entre unos y otros se agudiza, tensando y deformando los semblantes hasta adoptar grotescos rasgos de tragicomedia.


Anteayer, el decimosexto psicoanalista que me trató también acabó suicidándose, no sin antes suplicarme que era el momento idóneo de posicionarme en un extremo u otro del bipartidismo y ofrecer fidelidad ciega. -Inténtalo- me dijo. -Y una mierda- alcancé a decirle al tiempo que se arrojaba desde un octavo piso. -Es el momento de que el votante concienciado empiece a no intentar nada.


No intentad votar a otro partido que no sea el vuestro justo cuando, por alguna incomprensible razón que ni Dios conoce, decidisteis no ser unos enfermos; sería más fácil que os tocara la lotería sin jugar. Empezad a desoír, incluso antes de estar escuchando, todo aquello que pudiera argumentar cualquier otro votante que no piense como vosotros. No intentad, no intentad, no intentad. Desandad ya al primer paso, cualquier camino que os conduzca a una verdadera pluralidad de opiniones y os aleje de los ideales inculcados; sería menos complicado que mearais hacia arriba, evitando atragantaros con vuestra propia orina. Vacilad si, en un desconcertante acto de verdadera humildad, estáis a punto de condenar a los políticos en los que creísteis. No intentad, no intentad, no intentad. Atentad alevosamente contra vuestro compañero de ideologías, sean las que sean, si este decide no serlo porque, sencillamente, estaba asqueado y dejó de creer. Si sucede, desaprended de inmediato la virtud que supone reconocer los propios errores, sin tener que reparar en los del otro bando, y continuad siendo votantes concienciados y vociferantes, escupiéndoos la verdad de todo.


Y morid cuanto antes. Eso sí, haced el favor de intentarlo.




Publicado Por Cabronidas @ 15:24

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...