jueves, 7 de noviembre de 2013

LA MONSTRUACIÓN. BLOG AMIGO.

Jueves, 07 De Noviembre De 2013
Me irrita profundamente el menosprecio, soterrado a veces y descarnado otras, que esgrimen ciertos críticos literarios y lectores hacia otros lectores en función de lo que leen. O como que han leído mucho y variado y dependiendo del libro que tengas entre las manos, se atreven a juzgar tu capacidad de intelecto. Yo, recién aprendí a limpiarme los mocos hasta prácticamente hoy en día, leía cualquier cosa que se me cruzara delante de las narices. Desde la escoria escrita más insulsa que parió madre, hasta las letras de las obras más aclamadas y excelsas. Y sigo haciéndolo porque, entre otras cosas, encuentro la felicidad en ello, aun a riesgo de acabar confundiendo molinos de viento con gigantes. Porque sí, es cierto: leer y si lo haces con devoción, entraña tanto peligro como la vida misma. Porque leer despierta la mente, la atiborra de ideas, de extrañezas y certezas; te muestra caminos que creías inexistentes y responde a preguntas que te llevaran a otras preguntas. Me exaspera ese tipo de odioso lector elitista que solo lee superventas y obras de temáticas complicadas e intelectuales, adoptando una postura superior respecto de quien lee otros libros de éxito minoritario, de romanticismo barato o de historias y contenidos sencillos más asequibles para las masas. Creyéndose impermeables a la imbecilidad que dicen ver en otros lectores según lo que estos leen, cuando ellos lo son más que nadie y con la arrogante potestad de categorizar a unos y otros según la cantidad de hojas leídas. Por eso yo nunca seré como ellos, porque cada vez que veo a un adolescente abstraído en un libro como si no existiera nada más alrededor, lejos de erigirme en juez, se me ensancha el alma y lloro de emoción. Me da igual si está leyendo "Cincuenta sombras de Grey", la saga "Crepúsculo" o el libro gordo de Petete.


Al menos lee, hijos de la grandísima puta.








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