lunes, 30 de septiembre de 2013

POBRECITO HABLADOR DEL SIGLO XXI

MIÉRCOLES, 25 DE SEPTIEMBRE DE 2013


Historia y Aguaplast



37 disparos como 37 soles.  37 orificios perfectos,  como estrellas en el firmamento, grabados en la cúpula que cobija la sagrada soberanía nacional, en el planetarium que resguarda y protege a Sus Señorías de toda inclemencia, del frío, del calor y de la realidad, donde refulgen para disfrute de generaciones, sus luces, los destellos, la memoria viva, todavía candente  de los fogonazos que, como rayos de Zeus,  escupieron las pistolas y los subfusiles comandados, dirigidos y blandidos con soberbia  maestría, igual que pinceles acariciando al lienzo, que cinceles horadando  el mármol,  en la más universal y conocidas de las performances nunca vistas, capaz  de llegar adentro, muy adentro del alma social colectiva, capaz de hacer temblar los cimientos de la Historia, de propiciar huidas apresuradas, defecaciones, muecas, destrucción documental, algún gesto heroico ,reserva de sepulturas,  ocultamientos, miedo, mucho miedo, masivas manifestaciones de protesta,  un grito unánime y colectivo al auspicio del camino que  marcaban las huellas poderosas  del gran elefante blanco, el arte por el arte, el arte total, un espectáculo completo, operístico, magistral, acompañado por voces viriles, rotundas, exclamaciones imperativas, míticas, wagnerianas, que nadie más que el insigne  Antonio Tejero Molina pudo proferir con tal convencimiento, con tal hondura patria, carácter castizo, sensibilidad plástica, interpretación proverbial, aquella tarde fragorosa de un 23 de febrero  de 1981, en la cúspide absoluta del éxtasis creativo,   de tal manera que se produjo la revolución, porque el arte cambió por completo, transformó  la expresión de lo bello,   la pintura y la forma sucumbieron, el objeto se hizo el rey, y todas las teorías, desde Aristóteles a Derrida quedaron para siempre en desuso, sin acólitos,  discípulos o epígonos, aunque  alguien se arrogase la autoría  (una vez más, malditos franceses), y lo llamase readymade, pero, mal que les pese,  fue el Coronel  quien con tal intervención  cambió el curso de la bellas artes  poniendo así   broche de oro a su carrera artística con aquellos  37 disparos como 37 soles surgidos  de un atronador golpe creativo, un golpe de genio seminal, balístico, cinegético, que el presidente del Congreso  se apresuró a catalogar, sí, a catalogar, a proteger -como no podía ser de otro modo-  los 37 soles,  para  que ahora, una cuadrilla de vulgares albañiles, gentuza del pueblo llano,villains, incultos, toscos bárbaros del paletín y del Aguaplast, haya  osado eliminar cinco de ellos sin encomendarse ni a dios ni al diablo,  destruyendo así la unicidad de la obra, el sentido completo, la concepción original, ese supremo espíritu que germina en el interior de  la cueva donde de la nada  surge la idea  y nace al mundo, ve la luz y vuela incorpórea  para llegar a posarse sobre el artista a quien le es revelada la verdad   y como consecuencia de todo ello,  a nosotros españoles, a nosotros el mundo, ya solamente nos  quedan 32 orificios, nueve milímetros Parabellum,  y ¡Por Dios, a dónde vamos a ir a parar!

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