miércoles, 12 de junio de 2013

RAFAEL REIG. ESCRITOR. FIRMANDO EJEMPLARES DE SU LIBRO ....LO QUE NO ESTÁ ESCRITO. POR CIERTO, LIBRO GENIAL.

Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Llueve sobre el Retiro

Volví al Retiro el sábado, a firmar libros, por la mañana en la caseta de Tusquets.
Este año a mí me parece que la Feria está muy animada, incluso da la impresión de que se venden libros y todo, y hacia el final de la mañana cayó el chaparrón que tanto echaba de menos, porque para mí una Feria del Libro que se respete debe proporcionar uno o dos días de aguacero, achicando los toldos de las casetas en los que se embolsa el agua, con el olor de la lana mojada de los jerséis, la ropa pegada al cuerpo, el pelo hecho un poema, los tobillos helados de tanto pisar charcos, la penumbra improvisada por las nubes y esa humedad de la hierba y las copas de los árboles que te empaña los ojos.
Llovía sobre el Retiro y daban ganas de leer Isabel viendo llover en Macondo.
Firmar algo firmé, no todo libros míos, por supuesto. Siempre me ofrezco a firmar cualquier cosa que compre alguien, porque sé imitar la caligrafía de los principales autores y sus firmas.
Una chica se fue muy contenta con un libro dedicado por John ConnollyMalvados (que en inglés se titula Bad Men).
From a very bad man for a gorgeous woman, with a tender lasting kiss, Johnnie C.
Eso le puse, tras aplicar el Método de Stanislavski y “meterme” en el sombrío personaje del Gran Autor Irlandés.
Firmaba libros con mala letra de médico, con letra picuda de colegio de monjas, con letra de diario de jovencita enamoradiza, con vocales muy redondas y un corazón como punto de la i, con faltas de ortografía adrede (si se trataba de algún académico) y hasta con la taquigráfica letruja esparramada que uno siempre espera de un tipo que escriba auto-ficción.
La impar Delia Louzán, de Tusquets, se encargaba del avituallamiento, y recorría el pelotón (o serpiente multicolor, también vale decir) de firmantes, arriba y abajo por el Paseo de Coches, para ir llevando bebidas isotónicas a los corredores del Tusquets, al Rey de la Montaña (Fernando Aramburu, con maillot a lunares), a Almudena Grandes (el eterno maillot amarillo, bastante ajustado, por cierto), a escaladores natos con su proverbial capacidad de sufrimiento (Eugenio Fuentes, maillot verde de la regularidad), a los esprínters (Orejudo, el mago del cronómetro, premio a la combatividad), a los escapados en solitario (Luis LanderoCristina Fernández Cubas), a los grandes rodadores (Gonzalo Hidalgo Bayal,  Juan Cruz), al joven mejor clasificado con su maillot blanco (Ginés Sánchez)… y de vez en cuando se atrasaba a la cola del pelotón, cerca ya del coche escoba, a traernos cervecitas a los gregarios, la oscura gente, siempre acusados de dopaje, sin más momento de gloria que el de obstaculizar lo más posible a los rivales para lanzar a dos del equipo en solitario hacia la meta volante, el ramo de flores y el beso de la linda señorita o el distinguido caballero.
En esas estaba cuando apareció por allí Laura Castañón, amiga de tantos años, imperdible con su pelo rojo, su sonrisa de par en par y esa mirada resplandeciente.
Me dijo que su novela, la primera que escribe, estará a la venta el 3 de julio, así que cuento con los dedos el tiempo que aún tengo que esperar para poder leer Dejar las cosas en sus días.
Cuenta que escribió la novela y no pensaba hacer nada con ella, pero se la dejó a un amigo y éste la envió a una editorial por su cuenta, y lo siguiente que recibió Laura fue una oferta de la editorial.
¿A ti te pasan esas cosas? A mí jamás, hay que fastidiarse.
Casi me da un pinzamiento de vértebras con tal de poder darle un beso, pero valió la pena:


Después me fui a comer, más bien líquidos, con mis amigos Cristina y Marcos, que habían venido para que les volviera a firmar el mismo ejemplar que les dediqué en 1990.
Lo que ha llovido sobre Macondo y sobre nosotros.
El libro era mi primera novela, Esa oscura gente, que, como indica el título, es muy poco autobiográfica: trata de los demás.
Renové, pues, la póliza de amistad y la lacramos con cerveza, antes de asistir a la reunión con los técnicos del equipo, Delia Louzán, Albert Andreu Pantaleón Bruguera, que nos dieron un whisky y consejos para la etapa de la tarde, que a mí me tocaba correr en la librería La Buena Vida.
–En la llegada, ya sabéis, ¡sin misericordia! A los del equipo rival, patada a los tobillos, nadie se va a dar cuenta.
–Mariconadas, las menos: abrir los codos todo lo que podáis, a ver si alguno muerde el polvo.
–Los lanzadores, atentos, me lleváis al esprínter arropado, repartís estopa hasta que tenga pista libre y me lo estrelláis contra la meta visto y no visto.
–Se hará lo que se pueda –decíamos Fernando Aramburu, Cristina Fernández Cubas y yo.
El próximo sábado, a las 12 en la caseta (170/171) de La Casa del Libro.
Allí te espero.
Y recuerda: a ver qué dice la novela de Laura.



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