viernes, 7 de junio de 2013

ÁLVARO GUIJARRO. POETA.

viernes, 7 de junio de 2013


Va a estallar el resplandor de tanto recordarlo,
espíritu de dos cabezas, ya no importa
quien juega en solitario
cuando el sueño descubre al monstruo
y desear
es la manera más cercana de asumirse.

Pretendo de la memoria
cada cicatriz de espada sordomuda
y valentía entre rumores
de acecho,
cerca de un prado invadido 
por la matemática de las constelaciones
desvelar el nudo
de mi gran historia casi a punto de vivir,
plácido entre el tesón de mis hermanos,
abandonada mi capa de violetas tatuajes
porque ya el miedo es toda una sombra
superada
por el avance astuto de mi dios descalzo.

Es gracias al amor que somos una historia.
Nuestro parto es una certeza 
que llena la mañana de dulces sensaciones.
También el olvido
traerá el eco de sus más terribles letanías
-laberintos de sangre
donde agonizamos con bozales de cobre-,
pero ya entonces 
nuestro no será nuestro secreto,
y será del tiempo 
la brillantez de nuestro relato aventajado.

Recordar es crear 
y ser un misterio
es cuanto conoce
el don del hombre.

jueves, 6 de junio de 2013

3.800


3.800: no recuerdo el tubo blanco,
sí el azote,
pero no la invisible pupila amarilla,
el ahogo de la hierba
o la parafernalia del beso abrazado,
un médico orgulloso
con gafas y oxígeno,
hay tripas aquí afuera, y candor...
Vengo de la columna
distinguida
de aquel astro que aburrido duerme.
Es bella esta colcha
y adoro la sombra nocturna
escamoteando la panza de mi padre.
La bombilla está ciega
y él la observa sin riesgo a olvidarla.
El hospital está en lo alto del monte
y soy tan pequeño...
En otro cuarto, alguien
-intuyo-
cuenta un cuento a punto de llorar.
Ningún ruido lastima
la sinceridad del aire.
Es como si las calles
hubieran subido a un barco.
Los perros se esconden en la niebla.
El calor me abrasa la cintura
y me siento llevado como en un baile.
Me engatusa la distinguida clepsidra,
tiene el color de mi infancia.
(Quiero descubrirme, ¡entendedme!...)
Prefiero que me avergüencen mucho
antes que no ver.
Porque quiero respirar como la rama
o el trigal
en la noche cautiva
donde aguardan los fantasmas. Soy.
Me acompaña
el sabor de los límites.
Mi cabeza es un hechizo angustiado
por mi propio ángel.
El pecho late con deseo hacia el niño.
La cascada, fuente de la imaginación,
está al otro lado,
y ahora espera detenida mis palabras.
Será mi madre,
mi madre virgen, y yo soy su regalo.

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