no se dice cuchillo. se dice hemorragia
llegar a casa
y abrir esa cerveza, la última, la más difícil
la del bebé horroroso y angustiado
que alza sus bracitos cuando te ve
y te regala la mirada más dulce
que un demonio herido
te pueda alguna vez ofrecer
límpiate las uñas, mi amor
aséate la pezuña, mi pequeño Satanás
lávate la cara y los truenos, diablo de mierda hijo de puta
que habremos de salir a la calle, mañana, temprano, apenas salga el sol
a rescatar el fétido costal de huesos
que dejé olvidado
adentro de la pesadilla del mar
ahí, dibujado entre las líneas sagradas
de un poema escrito en las peceras
en el narco silencio
que se hizo esgrima, tacto, lágrima y mineral
ven, hijo del musgo, del destierro
carne de mi carne
sangre de mi coño
porfía atosigada en mi herradura
ven, señuelo enmascarado
de un falso bienestar que me perfora el día a día
y que no me deja exiliar este temblor
porque es como la epilepsia muda de un día huérfano de horas
intento mentirle a la conciencia
hacer crucigramas mientras cae la noche
pero lo famélico de este nombre que ya no nombra
le endosa el gemido, la mirada, el respiro
a lo que se pega a la piel como una silueta hecha de estambres
de escopetas que se descargan
a un mundo que puede ser, quizás, muy bello
pero que yo no lo quiero
así no
practicarle un aborto filoso a la botella
meterle tenaza a su útero de fuego, cansado, vieja matriz
delinquir al feto y a su vidrio polarizado
hacerlo trigal en el palco odioso del quererse tuerto (y manco)
eliminarlo, zanjarlo, bautizarlo en el agua verde de cualquier milagro
hemorrágiate poema mientras me caigo desde el piso 12
para cerrar por fin los ojos
totalmente entumecido
absolutamente noche
jurando (no jures más S., por favor, ya no jures nunca nada más)
jurando vestir de estrellas el carácter de esta noche
y dejarme de aplastar
en lo definitivo
en lo que araña
y que no sabe cómo araña
en la trastienda de un pánico
que levanta su carpa
a pesar de lo mortífero
que es el sonido de lo que fue alguna vez
un cuerpo abriéndose paso en el pétalo del árbol
al tenor bendito
de un alma que dibuja girasoles
a ti
y caer,
caer cayendo
en medio de sombreros
rotos en su agresiva taquicardia
como reos desesperados
que miran a través de las ventanas
porque lo tozudo de una muerte real, lo verdadero
lo franco en el desplome de un recuerdo
es escribir un poema de amor
a la par que se te caen los versos de la boca
como pedazos de dientes negros refugiándose en el viento
babeando rima, soplos, encaramados en el andamio feroz
de un par de ojos que son como hospitales en un mal día festivo
en el fondo vomitando la vida, alocada travesía
practicada en el colmo vago de un cuerpo y su anestesia
ruina, eso, tal cual, ruina
ruina en la fibra postal
de un sexo encumbrado en el orgasmo oral más defectuoso
dos personas que fueron vistas en el medio de una carretera
la lluviosa noche de un acuario preso en sus gaviotas
absortos en la gravedad de una sombra amarga
te vas, te veo caminando en la penumbra del desierto
pelo al viento cantándole a la luna
sirena, amplia sirena, trozo de cielo tan severo
masticando el no volver la vista atrás
zíngara que le ves la suerte a las hijas del mar
y ellas te bendicen, sin prisa
sin alzar la voz (o la muerte)
sólo te cubren de flores y santuarios
para que alguna vez tu palabra
resuene en el eco eterno
de un país que ha perdido su memoria
su rastro
mas nunca
tu recuerdo
el rostro
que parece rastro
rastro que murió en el rostro
fiesta animal en un campo de girasoles entumecidos
y la voz...la voz en la cúpula de la música
viento armonio y telaraña
humedad enrojecida en el aspecto del poema
la voz, hermanos, que llega y que se va
cirio de saliva inmemorial
dentro de la boca, dentro del poro
así, delicado, abre la humanidad, peco de infinito
como una ola que le teme al viento
pero es nada, se me está acabando el cigarrillo
césped tres treinta de la tarde
calle Santa Isabel, frente al bosque
la axila, el pelo, ¿recuerdas?...estoy en el bosque
en el parque, ese árbol, el pájaro y su mala muerte
total, así es la fábula del arcoíris
un día en el descalzo del te amo tan cerca del esguince
y al otro, el mendigo, el hambre, el hombre
el comentario, el asombro de dios, no lo leas
estos días parecen como si fueran de mentira
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que parece rastro
rastro que murió en el rostro
fiesta animal en un campo de girasoles entumecidos
y la voz...la voz en la cúpula de la música
viento armonio y telaraña
humedad enrojecida en el aspecto del poema
la voz, hermanos, que llega y que se va
cirio de saliva inmemorial
dentro de la boca, dentro del poro
así, delicado, abre la humanidad, peco de infinito
como una ola que le teme al viento
pero es nada, se me está acabando el cigarrillo
césped tres treinta de la tarde
calle Santa Isabel, frente al bosque
la axila, el pelo, ¿recuerdas?...estoy en el bosque
en el parque, ese árbol, el pájaro y su mala muerte
total, así es la fábula del arcoíris
un día en el descalzo del te amo tan cerca del esguince
y al otro, el mendigo, el hambre, el hombre
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