miércoles, 6 de marzo de 2013

En la muerte de Hugo Chávez


El Rey silencio ordenó,
mas él hizo poco caso.
Hoy ha llegado a su ocaso
y por fin ya se calló.
No dice ni sí ni no,
yace silencioso y yerto.
Aunque capaz es, tras muerto,
como el Cid de dar batalla.
Porque a Chávez no le calla
ni la Muerte, eso es bien cierto.

Unos le lloran con pena,
muchos brincan de alegría.
Los más opinan que el día
se acabó y piden la cena.
Pues con la barriga llena
las cosas son de otro modo.
Así sucede con todo:
Hay quienes ven en las flores
ramos de bellos colores
y otros yerbas en el lodo.

Depende, dice el refrán,
del color que tenga el prisma.
Pero que tuvo carisma
nadie niega ese barbián.
Por más que fuese el  jayán
más grande del mundo entero,
pese a no ser caballero
ni educado en absoluto,
descanse en paz. Que, aunque bruto,
de su país fue el primero.

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