sábado, 9 de febrero de 2013

JOTA MARTINEZ GALIANA. MEMORIAS DE UN SUBTITULARI






miércoles, 6 de febrero de 2013



Le grand voyage








Francia / Marruecos / Bulgaria / Turquía , 2004.

Director: Ismaël Ferroukhi

Intérpretes: Nicolas Cazalé y Mohamed Majd.

Cliente: Savinen.

Pudo verse en: Festival de Las Palmas 2007.



Como su propio nombre indica, esta película habla de un gran viaje. Ese gran viaje que todo devoto de Mahoma debe hacer a La Meca, al menos, una vez en su vida. Un anciano marroquí emigrado a Francia, cuyos hijos han nacido y se han criado en dicho país, decide emprender el camino cuando su reloj interno le dice que no le queda mucho tiempo. Quiere hacerlo en coche, pues se adquiere más mérito cuanto más lento o costoso es el medio de transporte. Como él no sabe conducir y a su hijo mayor, que iba a ser su chófer, le han quitado el carné por conducir borracho, convence, o más bien debería decir obliga, a su hijo menor, Reda, para que sea él quien le acompañe.


      Reda acepta, persuadido por su madre y por la voluntad inflexible de su padre. Lo hace a regañadientes, porque el viaje se interpone con su examen del BAC, la selectividad francesa y, sobre todo, porque le separa de una chica con la que mantiene una relación en secreto.


      Con un coche ruinoso, salen una mañana soleada de labanlieu. El padre es un árabe muy devoto y tradicional, parco en palabras. El hijo viste a la occidental, bebe, es agnóstico y se lleva mal con su progenitor, al que considera una carga y una antigualla. Con estos mimbres, Ismaël Ferroukhi trenza una road movie islámica que tendrá como elemento principal el conflicto generacional y la tensión entre los dos personajes.


      La película es emocionante y divertida a partes iguales, los diálogos están muy bien construidos y el guion no hace aguas por ningún sitio. Y además, está el viaje en sí, un fantástico peregrinaje por Europa: Francia, Alemania, Bulgaria, Turquía... y por Asia, hasta llegar a la Meca. El viaje en línea recta por la geografía se complementa con el trayecto sentimental de los viajeros, a trompicones y con rodeos, desde los extremos ideológicos que representan padre e hijo hasta alcanzar un terreno medio en el que sea posible el entendimiento mutuo.

Los duchos en la lengua de Molière la podéis ver, sin subtítulos, aquí.

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