Nuevos planes, idénticas estrategias…

 
 
 
 
 
 
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Nunca lo he buscado, más aún, he huido bastante de eso, pero resulta que tengo un gen muy de revista Mari-Claire, esto es, muy de chica, si me permitís esta abundancia en el maniqueísmo, que me lleva a relacionar los periodos de cambio con frívolas revoluciones de tipo estético. Pues bien, si este frenesí de pluriempleo, soltería, libro y títulos universitarios,…,  al cabo, maremoto de finales y principios, no se merece un cambio, que baje Dios y lo vea. Así que aquí mi plan:  volver a cortarme el pelo a medio camino entre Justin Bieber (según Montoya) y Nacho Vegas (según Víctor). Después destruiré todos los testimonios visuales en los que aparezco con melena y me cambiaré el pseudónimo a Juan Bou…, quizás entonces abra otro blog.
Por lo demás, lanzarme a la novela, pedir la beca de la Fundación Antonio Gala y si no me la dan viajar a Menorca y escribir desde allí. Cualquier posible relación queda hoy desterrada a su esquina de puntualidad y sin compromiso emocional ninguno del que jamás debí sacarlas. Mi único plan a largo plazo es ese libro, mi plan a corto, colocar en vuestras estanterías La intermitencia de los faros. Argentina puede esperar, pero voy a empezar a guardar un tanto de lo que gane desde mi primer sueldo para eso.
En fin, este principio de año con su saco nutrido de magníficas intenciones tiene algo de abrir caminos y algo de retorno, lo que no me termina de molestar. La chica de la foto, tan andrógina, tan borracha, era feliz y no me importaría nada dar un paso atrás para poder cruzármela, contarle cómo van las cosas, hacer que se sienta orgullosa un momento, volver a brindar por su presente, mi pasado y nuestro futuro.