miércoles, 28 de noviembre de 2012

Rafael Reig. Escritor, en DiarioKafka.



Kafka a diario a partir de mañana

He andado estos días sin tiempo ni para revolver un colacao, pero lo estamos consiguiendo: mañana sale Diariokafka.
Diariokafka es la sección de Cultura en eldiario.es.
Ha sido un largo mes de trabajo para intentar que, a partir de mañana, cada día haya algo nuevo y atractivo que leer.
Al mismo tiempo, he seguido ayudando a mi libro, Lo que no está escrito. El lunes me fui a Valencia.
Cogí el tren a las tres de la tarde y me hice fuerte en el bar, donde vi a un tipo que me miraba con curiosidad.
Hay tanta gente a la que le debo dinero que me oculté tras las páginas de un periódico.
-¿Eres Reig? -preguntó el tipo, con un inconfundible acento colombiano.
-No sé -tuve que decir.
-Lo sabía. Estaba dudando, pero cuando vi que pedías whisky me dije: va a ser él.
No le debía dinero (todavía), así que me tranquilicé.
Me dijo que a su mujer le gustaban mis libros.
-Sabia señora -la elogié yo.
En escritor ya sé que soy lo más parecido que hay a un concurso de la tele: nadie me ve, si no es por casualidad, haciendo zapping, porque acababa de terminar La montaña mágica y apareció un libro mío a continuación, porque se empeñó su señora, porque estaba puesta una novela mía en un bar.
Como con un concurso de la tele, todo el mundo considera necesario justificarse por haberme leído: ellos, normalmente, sólo ven documentales de la 2 y no leen más que a Thomas Mann.
Whisky va, whisky viene, nos hicimos muy amigos el colombiano y yo, y hasta llegamos a la conclusión de que su mujer, la sabia señora, era medio prima mía.
Lucas Soler, que es de Bogotá, pero muy valenciano, venía de presentar en Madrid el museo virtual Berlanga. En la Cartelera Turia escribe sobre pornografía, asunto en el que es un experto (autor de una imprescindible historia del cine pornográfico), así que me puso al día en las novedades del sector.
No es que a mí me interesen mucho las novedades: soy un clásico.
La prueba: en cuanto llegamos a Valencia descubrí una tienda tan acogedora como cualquier librería:

Me hizo Lucas esta foto en el escaparate.
Fui a la Fnac, donde me recibió Enrique, y presentamos el libro con el buen amigo Alfons Cervera.
Y estaba mi tío Ramiro Reig, qué ganas tenía de verle.
Qué voy a contar yo de mi tío, al que considero una de las personas más inteligentes y bondadosas del mundo.
Para muestra, un botón: échale un vistazo a lo que dice en este breve video y dime si no ha sido un lujo para mí haber crecido con un tío así.
Después de la cena y las copas, creo que dormí unos instantes, aunque mi siguiente recuerdo es contestar una entrevista por teléfono en la habitación del hotel.
Luego ya me entregué a las (dulces) manos de Susana Amparo, que me pastorearon por toda Valencia, de una radio a un periódico, de un suplemento a una página web, hasta depositarme, agotado y feliz, en el tren de vuelta.
Esta pinta iba teniendo yo a lo largo del día:


Hasta acabar así en esta foto que me hizo Juanjo Monzó:


De vuelta a Madrid me puse de nuevo a trabajar en nuestra misión: que Kafka resucite a diario para ti.
Aquí están los dos pilare de Diariokafka, Miguel Roig y Antonio Orejudo, con el director de eldiario.es, Nacho Escolar:


¿Que por qué va disfrazado Antonio Orejudo de hombre del futuro en una película de ciencia-ficción de los años setenta?
Eso sí que no lo sé, pero sólo le falta una mujer con túnica para parecer el primo del doctor Spock.
Un día conseguí pillar a Orejudo desprevenido y conseguí una foto de un escritor escribiendo, es decir, corrigiendo, que es cuando más se escribe.
Ya sabes cómo es eso: estaba tan embotellado en lo suyo que ni se dio cuenta de que le hice la foto.
En primicia mundial, para ti, Orejudo en plena faena:


Está en el Hotel Kafka, pero da lo mismo, como si no estuviera en ninguna parte: cuando uno está escribiendo sólo existe dentro de ese folio que tiene Orejudo entre las manos.
Conozco la sensación: con la espalda tensa, como quien se prepara para recibir un puñetazo. Con los pies cruzados y apretados bajo la silla, hasta el punto de que te puede dar una tendinitis, porque no te das cuenta de la postura tan incómoda en la que te pones y que mantienes durante horas  (a mí me ha pasado varias veces y he tenido que cojear e ir con bastón durante días). Con los ojos nublados y las pupilas brillando.
Tendría que llorar un hijo suyo para que Orejudo levantara la vista de ese papel.
En fin, voy a hacer lo mismo que hace él.
Es domingo, son casi las nueve y aún nos queda trabajo para que todo esté listo.
Para que, a partir de mañana, Kafka tenga algo que decir todos los días.
Allí te esperamos, en Diariokafka, desde mañana lunes a primera hora.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...