A tiempo he llegado
para dejar de verme
a mí mismo en las cuencas
vacías de mis ojos;
a tiempo para enumerarme
despacio
humedades y silencios,
para perderme sin prisa,
para llegar sin despedirme.
He venido como los ciegos
contando los pasos,
arrastrando
las sombras del camino,
persiguiendo los sueños
derramados
por vientos sin consuelo.
Preguntarán -y no es retórica-
¿Para qué has venido?
He venido
para buscarme entre todos,
cansado ya de tanto ir sin rumbo,
de puerta en puerta
llamando,
con la pregunta muda
del desaliento.
¿Y qué traes contigo?
Traigo la piel que llevo,
la amarga sustancia de mis huesos
y un bolsillo vacío,
tan lleno de palabras,
que atesoro como asidero,
como munición inútil
para los años de la luz.
Conmigo vienen también
las hojas caídas de la última siembra.
M.A.N.H. (07/10/2012)
Ese bolsillo lleno de palabras es un gran tesoro. Precioso poema. Abrazos.
ResponderEliminarUn gran tesoro que derrochar entre todos/as. Gracias Loli por tu lectura y valoración. Un abrazo también.
EliminarSi yo abriése la puerta...diría: bienvenido! somos muchos los que andamos ese viaje, somos muchos los perdidos.
ResponderEliminarSaludos y un placer.
Bienhallado si me abres esa puerta. Ya se sabe aquello de "mal de muchos...", pero no es un viaje baldío si, al final, nos encontramos a nosotros mismos. Un placer también para mí. Salu2.
EliminarCuanto bien pueden hacer unas palabras a tiempo ...que nunca llegan.
ResponderEliminarELENA