sábado, 15 de septiembre de 2012

RAFAEL REIG SACA NOVELA, se llama, LO QUE NO ESTÁ ESCRITO.


Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

Je ne pense plus à ça…

Una vez oí que un fotógrafo, no recuerdo si Cartier-Bresson, tenía una técnica infalible para hacer retratos: exasperar a su modelo, agotar su paciencia, insistir una vez más en que cambiara de postura, y así hasta que, cautivo y desarmado, acababa dejando de posar y mostraba su rostro natural.
Para mí que Itziar Guzmán tiene el mismo truco. Estuve en su estudio y me mareó con muchísima simpatía. Súbete a la escalera, que se te vean las manos, ponte las gafas, gira la cabeza  a  la derecha, ahora a la izquierda, no sonrías, sonríe más, y así hasta que, exhausto, me rendí sin condiciones y el cansancio me quitó las máscaras de la vanidad o la cautela.
Una de esas fotos es ésta, que publicó El Cultural de El Mundo el otro día:
El motivo de que saliera la foto es que ya está en las librerías mi novelita. Se titula Lo que no está escrito.
Supongo que ése cansado rostro es el mío más verdadero, entre la impaciencia y la retranca, entre la melancolía y la maquinación, sin saber si a la guapísima Itziar prefería comérmela a besos o a sopapos.
Qué te voy a decir yo de una novela mía: pues que la leas sin pérdida de tiempo, aunque sólo sea para luego ponerme como hoja de perejil.
Ahora mismo estoy nervioso, esperando a que la leas, sin saber si he hecho una tontería o algo que valga la pena. Tú me lo dirás.
La novela transcurre en Madrid, en el centro y sobre todo en un barrio (La Elipa) y en el monte, en la sierra del Guadarrama, por donde paseo todas las mañanas con mi amigoEduardo.


Esta foto me la he hecho esta misma mañana en la Carretera de la República, también llamada Camino Puricelli (por el nombre de la empresa que realizaba esta obra, interrumpida por la guerra).
¿Esa es mi cara de verdad o sólo una de las muchas que uno adopta ante la cámara, salvo que Itziar te obligue, por agotamiento, a quitarte la careta?
El domingo cumpliré 49 años y eso da que pensar y que penar.
Se acabó el verano, definitivamente. Y la juventud también.
No he sido Rimbaud, salta a la vista, pero no puedo dejar de recitarme subiendo hacia la Fuenfría:
Oisive jeunesse
A tout asservie,
Par délicatesse
J’ai perdu ma vie.
Como quien dice: juventud ociosa, esclava de todo, por delicadeza, he perdido mi vida.
¿No he sido Rimbaud?
Peor todavía: habré sido el Rimbaud que siguió vivo, tras la muerte del poeta, el hombre cansado que se quedó en África, traficando con esclavos y haciendo otros negocios.
Mira esta foto, este es el hombre que sobrevivió al poeta Rimbaud:
En esa foto, tomada en Harare hacia 1833, está el pecio de un poeta, el que siguió viviendo cuando el poeta desapareció.
A veces miró el dibujo que hizo de Rimbaud su hermana Isabelle, pocos días antes de la muerte del poeta, y casi me reconozco en ese rostro del que ya no era poeta y respondía, si le preguntaba por e otro, por el que ya no era: Merde pour la poésie! o a veces, sin énfasis: Je ne pense plus à ca…

Miro el dibujo y no sé si es la mirada oscura del hombre que hizo desaparecer al poeta y ocupó su lugar o si es la mirada del hombre que fue víctima del joven poeta.
No sé quién es más culpable o inocente, el poeta o este hombre.

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