jueves, 6 de septiembre de 2012

ADVENEDIZO del blog CRÓNICA NADA


06/09/2012

Matando a la muerte


Ella está perdida. Ella está resentida con el mundo y sus ruidos. Ella es una devota del sexo oral. Le gusta que le coman el coño. No es como él, que en tiempos negoció con la muerte jugando al ajedrez. No es como él y su poesía justo antes de romper el próximo culo. Retar a la muerte marca para siempre y siembra diferencias.

Ella es joven porque ahora se es joven hasta más allá de los treinta, o eso dicen los de treinta. Ella tiene un coñito jugoso y excitable. Clitoriana. La excitación vaginal es tan minoritaria como real. Él tiene una polla considerable. Jugó al ajedrez con la muerte. La muerte tenía ojos achinados, manos enloquecidas y una vulva suave lubricada hasta el delirio. La muerte, esa hija de puta, le susurró al oído: te va a ir mal.

Él solía beber e ir en moto. Él solía reír y leer novelas y tocar el piano. Él solía follar y besar labios y horadar entrañas de puta. Él está en un rincón, la suerte gastada por exceso de uso. Él está bien, fuerte pero también consciente de que nada dura eternamente salvo la inexistencia. La muerte se lo monta mejor. Su espectro de recuerdos carcome la carne sexuada de todo coño.

Ella siente el roce de los dientes secos. Ella siente la frialdad del cráneo liso. Ella quiere más porque siempre debiera haber más. Ella tiene la presencia de una musa del renacimiento. Le gusta tumbarse en camas sórdidas para que el ritual energético vuelva una y otra vez. Su cuerpo aguanta bien la tensión del tiempo sin violaciones pasadas por culpa de papá. Ella está segura de sí misma, por eso la muerte sonríe embriagada. No hay mejor polla que la lengua de la muerte.

Él decide matar a la muerte. Ebrio de ira, corre hasta la cocina y abraza el cuchillo de matar muertes, aunque no se pueda matar a la muerte, mientras ella se corre como una loca. Su orgasmo inaugura el mundo, perdiendo de vista las terminaciones nerviosas del atardecer. Ella encarna un genocidio de millones de almas. Su humedad no tiene límites. Se convierte en descarga eléctrica fibrilando los latidos que la animaban.

Ella muere. Muere de placer mientras él la contempla fría sobre la alfombra, también muerto por haber intentado matar a la muerte.

Ambos serán incinerados en un par de días.

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Música: Soundz of freedom (The Untouchables)

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