domingo, 12 de agosto de 2012

TRIPI y Pau, the Kid, leed leed malditos, que hay lectura para rato.. Del blog COMO UN PATO MAREADO.



Pau, the kid (para los nenes)



Hay una generación que viene.

Es la buena...sí, la buena.

Yo apuesto por ellos.

Por mis sobris.

Por Alberto.

Por Aina, por Pepe y por Miguel.

Y por los vuestros, que sacarán esto adelante.

CAPITULO I
Oh, sí, doctor


-          Lo siento Pau.
-          ¿Qué es lo que siente doctor?
-          Los análisis son concluyentes: el tratamiento ha fracasado. Fíjate en las plaquetas, y en los glóbulos blancos y rojos, y en los niveles de colesterol y en los triglicéridos. Lo hemos intentado todo, pero no podemos cambiar tu biorritmo, ni con Actimel. Tal vez dentro de unos años. Ya sabes, hoy en día el mundo evoluciona muy rápidamente y lo que un martes es negro, al miércoles siguiente es blanco. Es cuestión de paciencia y de no perder la fe.
-          ¿Quiere hacer el favor de hablar claro, doctor?
-          De acuerdo Pau, te lo diré sin poner paños calientes: nunca crecerás por encima del metro cincuenta. No tienes enanismo, ni ningún tipo de malformación ni ello te acarreará problemas de salud. Sencillamente, serás toda tu vida un tipo bajito, lo cual, por cierto, no debería impedirte de por si triunfar. Acuérdate del Fary (que E.P.D.), que no llegaba a la cruz de un chiguagua y, sin embargo, sus sábanas dieron cobijo a zopencas de la altura de Bárbara Rey, Victoria Vera o Bibi Andersen. Bueno, esta última no sé ciertamente si era potro o yegua, pero el caso es que también sorbió el biberón del gran José Luis Cantero (que E.P.D.).
-          Sí doctor, sí, encima con regodeo. Que yo sepa, el Fary (que E.P.D.) no se dedicaba a boxear.
-          Bueno Pau, lo que se dice boxear-boxear precisamente no. Pero estarás conmigo que una noche loca con cualquiera de las susodichas puede causarte más moratones que diez asaltos con George Foreman.
-          Es usted un cachondo, doctor. Me está diciendo que en toda la vida no podré hacer cosas tan triviales como bajar las cervezas del cajón de arriba de la nevera, ni ponerme en la última fila en un concierto de Leño ni permitir que mi novia se ponga tacones, como el Tom Cruise con la Kidman, y encima quiere que me lo tome a guasa.
-          Lo siento de nuevo Pau, es lo que hay. Si te sirve de consuelo, te diré que la W.B.A. (world boxing asociation –asociación mundial de boxeo-) no exige una altura mínima para boxear porque las categorías se fijan por peso y no por centímetros. En otras palabras, no existe inconveniente alguno para que seas campeón del mundo de los pesos pesados, salvo, claro está, que el contrincante te envíe a la lona tras una serie infernal de uppercuts (ganchos).
-          Si lo llego a saber, en vez de dedicarme al boxeo me enrolo en un espectáculo del bombero torero.
-          Vamos Pau, no te lo tomes así y busca la parte positiva: con un metro cuadrado de tela de lino podrás hacerte tres trajes y una pajarita con el sobrante.
-          Es usted el cabrón más grande que ha parido madre, doctor.
-          Mi mujer opina exactamente lo mismo.


CAPITULO II
“Fístula”, el gran maestro zen


-          ¿Cómo lo ves Poli?
Poli era el mejor amigo y entrenador personal de Pau. En sus tiempos de boxeador le llamaban “fístula”, por lo mucho que sangraba y puseaba encima del cuadrilátero. Tenía un pequeño gimnasio en Santa Catalina, lindante con el Hanaita, y era toda una institución en el mundo del boxeo. Bueno, tanto como en el mundo no, digamos que en la parte del mundo que va desde la plaza Progreso hasta el Txacolí. Unos quinientos metros, más o menos. Pero en esos quinientos metros no había bicho viviente que le tosiera a la cara.
-          Pues a mí no parece que la cosa sea tan grave. El boxeo, como el deporte y la vida en general, es cuestión de dos factores, la doble T que digo yo. Talento y Trabajo. Nada más. Y nada menos. Tú naciste con un talento para el boxeo inversamente proporcional a tu altura. Del trabajo me he estado encargando yo en los últimos dos años y sé de buena fuente, y no me refiero al humorista, cuantos litros de sudor has desparramado en el suelo del ring. Así que, ¿porque no vas a desafiar a Perry Newman (apodado “the biscuit” o “el galleta”, por motivos obvios), y mandarlo a la lona en pleno epicentro del Madison Square Garden?
-          Bueno Poli, aparte de negro, dos metros quince centímetros de altura, ciento cuarenta kilos de puro músculo, técnica depuradísima, velocidad de piernas Usaint Bolt, hambre y sed de triunfo, mirada del tigre, mandíbula de hormigón, puños de acero y una estadística de cuarenta y tres victorias, cuarenta y una por K.O., y ni una sola derrota, la verdad es que no veo donde estriba la dificultad.
-          Torres más altas han caído, Pau.
-          ¿No es ése un jugador del Chelsea, y maricón perdido?
-          Sí, y de la selección española. Pero bueno, no me estaba refiriendo a Fernando Torres. Por cierto, y ahora que hablamos de él, ¿sabes cómo lo llaman en Inglaterra?
-          ¿Fegnandrou Tuores?
-          No Pau, no. Le llaman the kid, el niño.
-          Bonito nombre. Bonito apodo. The kid. Me recuerda al coche de Michael Night, el de la serie el coche fantástico. Vaya hortera, por cierto, ese Hasselhoff, con el pelucón en el tarro, marcando paquete y encima pecholobo.
-          A partir de ahora a ti te llamaremos Pau the Kid, the Boxing kid. Es más comercial y así podremos sacarnos unas perras extras con la venta de camisetas. Piensa que a las americanas les gusta mucho el prototipo español: bajito, moreno y cabreado.
-          Lo de bajito sí, tengo que reconocerlo, a no ser que la Unión Europeamodifique el sistema métrico decimal. Pero te recuerdo que yo soy rubio y, además, sólo me cabreo cuando me tocan los huevos.
-          Hoy en día todo ha cambiado, querido amigo. No basta con ser un deportista extraordinario. Hay que venderse con clase, en especial en este tipo de mercados con tanto potencial. Piensa que si el experimento sale bien, el propio Obama nos recibirá en la casa blanca. Yes, we can. ¿Te imaginas a los dos hinchándonos a perritos calientes y, mejor aún, olfateando la tumbona ahí donde la Monroedescansaba el conejo mientras JFK trataba de explicar al mundo aquello de la crisis nuclear con Cuba?. Tal vez, incluso, podríamos robar una vajilla.
-          Está bien, dijo Pau. Llama a Jorge Mendes (representante de CR7, entre otros yonkis y niñatos amarmolados) y a tus amigos de la embajada a ver si nos consiguen ese combate.
-          Llamaré también al salón Apolonia para reservarte hora para el tinte. Como te decía, a esas guarras americanas les gustan morenos. Y cabreados. Pero tranquilo, que lo del cabreo te llegará por sí solo al primer sopapo del biscuit.


CAPITULO III
Moratinos y Scholes, puro vicio


-          Hola Paul (embajador de E.E.U.U. en España. Según el Washington Post, además de corrupto y traidor confeso, Paul, apellidado Scholes, mantenía una relación poco decorosa con Moratinos. Traducido: entre golpe y golpe de cadera, el Ministro, por parte de popa, le susurraba la marsellesa en el aro de la oreja).  
-          Hola Poli. Cuanto tiempo.
-          Verás Paul, tengo un tocayo tuyo con hechuras de crack y lo veo preparado para desafiar al galleta. Lo llamamos Pau the kid. The boxing kid.
-          ¿Cuánto hay para mí?
-          Aún no lo sé. Piensa que desde que se destapó el escándalo de Jaume Matas, Turisme Jove, el Palma Arena, La Munar, Rodrigo de Santos, el caso Son Oms, la piñata, Ca’n Domenge, las del cola-cao, etc, etc, etc, tenemos a la fiscalía tan encima que hasta nos piden una relación detallada de los detergentes con los que nos lavamos los calzoncillos.
-          De acuerdo capullito, haremos una cosa. Me olvido del tocateja y voy a porcentaje. Y, además, lo cobro en dólares, que últimamente cotizan mejor que los Euros. Dime Poli, ¿cómo es ese boxing kid?. Espero que no sea como el último púgil que me trajiste, que se metió en un iglú de Alaska pensando que era el Staples Center. Ni que fuera de Bunyola.
-          No es convencional.
-          Quieres explicarte un poco mejor, cojones.
-          Bueno, digamos que es un boxeador a la antigua.
-          ¿Es que es viejo?
-          No man (hombre), no. Es pequeño.
-          ¿Cómo de pequeño?. ¿Es cómo un chupito?
-          Bueno –mintió-, no conozco exactamente sus dimensiones. Eso sí, es un poco más bajito que Perry Newman.
-          Ya veo que te estás andando por las ramas. Te lo preguntaré de otra manera: si tu discípulo fuera una moto, ¿qué marca y modelo dirías que es?
-          Una Ducati.
-          Vale, tampoco parece que sea para tanto. ¿Y el modelo? ¿una 800, una 1.000, una 1.500 supermirafiori? ¿cómo la de Sete Gibernau? ¿o cómo la de Pedrosa, que cuando pierde siempre se queja porque no le corre?
-          Una 15, o sea, la supermarcelino. *Nota del Autor en forma de breve inciso: la supermarcelino, por mal que suene, existe. O existía, porque ahora es una pieza de coleccionista. Fue un modelo de tirada muy limitada fabricado en España como homenaje a un gran corredor mallorquín homónimo. Como el Lotus Mallorca (un colega mío tenía uno, pero lo volcó subiendo a Formentor en una noche de fiesta. 2,6 de tasa de alcohol en sangre y tres días en el calabozo. A las dos guiris que le acompañaban en tan sospechosas circunstancias las absolvieron). Retomamos el hilo.
-          ¿Cómooooooo?
-          Una supermarcerlino 15. Una minimoto, como las que circulan por el circuito de Llucmajor.
-          Ole tus huevos.
-          Para huevos los de Pau. Verás, el chico es pequeño, no puedo negarlo, pero estoy tan seguro que va a hacer besar la lona a ese negrazo que voy a apostar diez mil euracos a que el evento acabará con el galleta tan picaíto como sus primas de la Quely.
-          Pues yo voy a seguir apostando en las carreras del hipódromo. O mejor aún, al Barça, que siempre gana.
-          Haz esas llamadas Paul. Ah, y saluda de mi parte a Moratinos…


CAPITULO IV
Casquería


A los pocos días llegaron buenas noticias de la embajada. Paul, con su voz repugnantemente aflautada, anunció la buena nueva: biscuit aceptaba el desafío. Le apetecía mucho empalar a Pau, al que se refirió despectivamente como algo así como ese novillo o lechazo apestañao sparring de Paco Clavel. Vaya hijoputa el Scholes, que encima se cachondeaba del comentario del negro (dicha sea la palabra negro como en las películas de Tarantino, o sea, Negro. O sea con admiración –por el tamaño de sus pollas-).

-          Bien Pau, la situación es la siguiente, comentó Poli: Paul, el novio de Moratinos, me ha confirmado que el galleta acepta tu desafío. Eso sí, el negro está calentito y además le gusta bastante la casquería, así que tiene previsto cocinar contigo una especie de shouffle de cerdo encebollado a la americana...
-          ¿A, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, e, entre, si, sin, sobre, tras, según,  cuándo, dónde, cómo, cuánto, quién, para, por, según, si, sin, sobre, tras…?. Pau se estaba calentando…
-          Tranqui fiera. El veinte de febrero.
-          ¿En tres meses?
-          Sí. Dice Paul que en esas fechas el galleta estará disponible y habrá entrenado lo suficiente. Piensa que el ramadhan acaba en noviembre.
-          ¿Qué es eso del ramadhan?
-          Vaya preguntita, Pau. Como te lo explicaría: es como un enjambre alborotado de abejas que sin saber porqué dan la vuelta a una piedra cubicular buscando a la reina. A la reina la llaman Alha (de ala, como de pollo o de palomo), y al representante de Alha, profeta o mahoma, el cual, por cierto, vivió toda la vida del cuento y fue más putero que Berlusconi. Bueno, el tema es que los moros siempre tienen problemas: ni encuentran a la reina ni tampoco al profeta, así que mientras tanto los buscan en los callejones. Y si lo encuentran y tiene cara de mujer le ponen un burkha por los morros. En pocas palabras, buscan una excusa para darse por culo. El mal rollo es que esto no es como un restaurante, que te quejas y te vas sin pagar, o te devuelven el dinero. Si te quejas, los moros te ponen una bomba lapa o te acuchillan. O, peor aún, te colapsan un rascacielos. Y el dinero no lo devuelven ni dándoles mechero en la punta del capullo. Eso sí, sus mujeres no levantan la voz (putos moracos) ni tienen voz ni timbre. Y ya no te digo voto.
-          Pues en este último aspecto no van tan desencaminaos esos moros.
-          Sí, es verdad. Por cierto, tengo una sorpresa para ti.
-          ¿Esa sorpresa está dentro de una tarta, es rubia y baila desnuda?
-          No te pases. Te lo diré: he programado tu preparación. ¿Sabes dónde nos vamos estos tres meses?
-          Dispara. Shoot.
-          Australia
-          Ausqué?
-          Australia, las antípodas. Allí tengo unos amigos y aprenderás una nueva técnica del boxeo.
-          En que consiste?
-          En maximizar recursos. O sea, con una poca cantidad sacas un gran resultado, como el Fairy.
-          Cómorrrrrr? Otra vez el Fary (que E.P.D.)?
-          El Fairy, cojones, el de Villarriba y Villabajo, no El Fary (que E.P.D.). Con una gota, tienes para toda la vida. Es como la antesala de un embarazo. Una gota cunde mucho. Los matemáticos la bautizaron regla de tres. Y no me estoy refiriendo a las reglas que una vez al mes cabrean a las mujeres, que tienen dolores de cabeza, y de ovarios, y de útero, y de bujía, etc. Es cojonudo, eh, se quejan y luego, según la estadística, somos nosotros los que palmamos primero y ellas siguen yendo al Megasport y cobrando la pensión de viudedad. Y aún peor, tibio el fiambre, se traen a tu casa (a TU casa, a la misma que TU has pagado la hipoteca) al primer camarero italiano en prácticas en una trattoria para que las consuele. Eso sí, si el Marco Paquetti de turno no friega, ni lava, ni pasa la mopa o se va a ver el futbol los domingos … no pasa nada.
-          Niente, amore, vai tranquil-lo. Tutto posto. Questo e la vitta e io ti voglio benne tantissimo…
-          Ahora entiendo mejor a los genocidas.


CAPITULO V
Campguarra o Campfulana, o como coño se llame esta furcia


Australia. Aeropuerto de Camberra. Spanair, algo extraño, había vuelto a llegar con retraso. También es verdad, había huelga de controladores.
-          Oye Poli, la gamberra ésta debía ser muy burra o muy guarra, para que encima pongan su nombre a una ciudad y a su aeropuerto. No quiero ni pensar cuanto piloto se la pasó por el acueducto.
-          No es Gamberra, es Camberra. Con C. Como Corbacho, el Ministro del Paro. Pero bueno Pau, déjate de rollos y vayamos al grano.
-          Hablando de granos… ¿sabes que a mi padrino le salió un grano enorme en el sacro, es decir, en la zona norte del ojete, coordenadas 39.435 N, 23.228 E, y lo tuvieron que operar ocho veces? Me dice el padrino que cuando sale la luna llena aún le sangra. Menos mal que no le salió en un huevo.
-          Si me dejases acabar… contéstame a una pregunta: ¿cuál es el animal que mejor boxea?
-          ¿Pepe del Madrid?
-          Ni Pepe ni su puta madre.  El canguro.
-          Me suena. Un tío mío tuvo contratada tres meses a una canguro ucraniana con la que se divertía mucho. Es más, se divertía tanto con ella que una noche mi tía pilló a mi tío con la canguro jugando a médicos y los puso a los dos de patitas en la calle. En fin, dicen los vecinos que la canguro era más guarra que una bayeta de cuartel. Hasta rima la copla.
-          Céntrate Pau. El canguro es un marsupial con dotes innatas para el boxeo.
-          Eso de marsupial me suena a medicamento. O, peor aún, a enfermedad venérea.  A ver si en breve me van a comenzar a picar los cojones.
-          Bueno, como dice mi amigo Pedro, tómatelo con calma, porque lo peor de que te den por el culo no es que te den por el culo, sino que encima te echen el aliento en el cogote.
-          Todo un poeta ese Pedro.
-          Resumiendo Pau, tengo vuelo reservado con llegada en Camberra, o Campguarra o Campfulana o Campfurcia, como quiera que la llamen.
-          El nombre es lo de menos, porque lo que es innegable es que al final ellas siempre te acaban jodiendo.


CAPITULO VI
La poligamia ya no es lo que era


A la llegada (arrivals, más o menos) les esperaban todos sus amigos aborígenes. Tan mal aspecto presentaban que parecían los reservas del Atlético de Madrid en un partido amistoso. Poli dudaba si quedarse en la terminal y volver (como en los cines, que cuando ponen la última película de Almodóvar, empiezas a verla, te cabreas, meas al de delante y vuelves por donde has venido, cagándote en Almodóvar y en su puta madre), o echarle huevos y arrasar a todo el ganado australiano.

Ya veo, como el galleta es negro quieres que me vaya aclimatando a colores, sabores, texturas,  … no querría, por nada del mundo, que un hechicero de estos me haga comer bambú. A ver si se va a pensar el iluminao éste que este antro es El Bulli o que yo soy un oso panda. Y no lo digo por lo de pequeño.

Cuando dejó de soplar el digueridoo, Koala, el macho alfa, hechicero y  Boss de la tribu, dio la bienvenida a Pau, cantándole una pequeña copla aborigen:

Música de Queen (grande Freddy)
Canción: “Somebody to love”

Anybody find meeeeeeeeeeeeee
Koala to loveeeeeeeeeeeeeeeee

Las hembras de la tribu tenían otra versión un tanto contradictoria, como poco, a la del Boss:

Koala is find meeeeeeeeeeeeeee
Koala cabrróóóóóóóóónnnnnnnn

Hola Pau, saludó Koala. Y, herido, se disculpó formalmente: siento que tengas que mamarte esta falta de respeto. Te aseguro que hace medio año esto no era así. Desde que en la pasada legislatura la perra de la Bibiana Aído vino de vacaciones, todo se ha complicado mucho. Ahora tengo que pasar diecinueve pensiones compensatorias a mis diecinueve mujeres, y ochenta y dos pensiones alimenticias para mis ochenta y dos hijos. Y lo bueno es que aquí la mayoría de edad llega a los treinta y tres, así que estos bastardos, ya con barba cerrada y con pelos blancos en los huevos, siguen cobrando religiosamente su mensualidad. Estoy más pelao que el ojete de Guti.

Desgraciadamente, la poligamia ya no es lo que era.

Bien dicho.

Menos mal, prosiguió Koala, que a los pocos días llevamos a la Aído a bucear con los tiburones blancos. Tan sonada estaba la tía ésa que se puso a nadar entre ellos con el rollo aquel de la igualdad. En fin, que al minuto un gran blanco de seis metros dio buena cuenta de esa perra. Mira si la puta estaba infecta que al pobre bicho, cuando acabó de zampársela, le tuvimos que suministrar un supositorio de Almax.

Espero que pronto nos enviéis a España un escualo de estos, a ser posible por Seur 24. Tenemos much@s candidat@s para ese agradable bañito. Hay que recortar, y nada mejor que una docena de filas de dientes para eso. 

Hola Koala. Me gustaría dedicarte dos palabras para darte ánimos, pero ni con todo el diccionario de la real academia de la lengua podría  expresarme. Te entiendo perfectamente. Eso sí, vaya huevos tenéis los polígamos. En occidente, con una mujer vas más que sobrao. Y ya no te cuento como va la Visa, que echa más humo que el Ferrari de Alonso. Si tengo tiempo, otro día te contaré la solución que al tema le dieron los moros…

Ok Pau y Poli. Que les den por saco a los moros. Os presento a mi amigo Solozábal.

Solozábal era un carguro con los dos cojones bien puestos y que fumaba porros a todas horas.

Thats the way, I like iiiiiiiiiiiiiiiiitttttttttttttttt

Dice Poli que me vas a enseñar algo…

Dame tres meses y hasta te enseñaré latín. Entre tanto, la hoguera estaba a toda pastilla. Cómo nos gustaría asar un ZP o un Rajoy, pensaron todos, sobretodo la entrepierna y si es posible a fuego lento.

Cojonudo. Al fin una buena noticia: justo en ese momento, los altavoces pidieron un minuto de silencio en el aeropuerto de Camberra (o Campfulana o Camputón) por la muerte de Hugo Chávez. El Telediario anunciaba que el mono rojo-torroncho (nomenclatura cortesía de Carlos Herrera, de Onda Cero) había sido encontrado fiambre el pasado jueves, en trágicas circunstancias, aglutinado por el esfínter perianal de Jorge Valdano, quien aunque se hallaba en estado crítico su vida no corría peligro (lástima). Castro negaba el suceso, pero bueno, veinte minutos antes había dicho aquello que para un colegui ave que vuela a la cazuela. Y ahora, enfangado como estaba, no podía sino que echar la culpa al dólar y a la inflación. El imperio había matado a mi amigo Hugo, decía el barbudo, desde su lecho de muerte (en el que, por cierto, llevaba ya cinco años aguantando a base de aquello de hasta la victoria siempre).

Moraleja: los frikys viven mucho y tocan mucho los cojones.

Los titulares del Granma eran inequívocos y parafraseaban al dúo dinámico: ¡¡¡resistiré!!!. Sí, sí, resiste, matao.

Moratinos y Scholes guardaron el minuto de silencio de rigor. En media hora darían carpetazo al luto y sólo se oirían sus recíprocos gemidos al tiempo que se petaban el culo.

Puro vicio.

Koala anunció a Pau: dos meses y medio. Para ser exactos, setenta y cuatro días, treinta y ocho horas, muchos minutos. Hay tiempo, Kid, vamos sobraos.

En fin, vayamos al bosque de una puta vez que por algo nos llaman bosquimanos.


CAPITULO VII

Solozábal, el Kangaroo. Three months later (3 meses después)


Bien Pau, dime ahora lo que has aprendido.

Pues muchas cosas. Primero que la poligamia es chunga, porque es muy cara. Segundo, que menudos putones verbeneros tenéis por aquí que hasta bautizan con su nombre al aeropuerto. Tercero, que más vale que las Ministras progres no salgan de la jaula antitiburones del Ministerio, porque los escualos se las comen y luego las vomitan. Y toca los huevos que una especie protegida (el tiburón, no la Ministra), se pase mes y medio con diarrea. Y cuarto, que en Australia las ladillas tienen el tamaño de garbanzos. Menos mal que me traje el Hemoal, porque estos picores en los huevos me tienen frito.

Me estaba refiriendo al boxeo.

Ah, joer, pues haberlo dicho antes, capullo.

Bien Koala, Solozábal me lo explicó todo:

En el ring, primero se baila. Dejas fluir tu música por el cuerpo y éste se mueve al son de la misma. Ojo, si la música es buena, es cojonudo. Ahora bien, si pones al Bustamante, al corrupto Teddy –hijodelagrandísimaputaypederasta- al ricitos de Bisbal o a otra cabra chillona de estas, en menos que canta un gallo te la han metido doblada. Seguimos. Juego de pies. La música vibra, luego te transmite vibraciones. Y la vibración viene de vibrar, de vibrador, y me paro aquí, porque esta historia es para niños…

En fin, Solozábal, como experto marsupial, sabía dar una buena leche. Porque estos bichos están acostumbrados a pararte los pies: mucha cara de buenos, mucha bolsita en el estómago para pasear a la descendencia,  mucho buen rollo, pero… tócale los huevos a un canguro y verás el viaje que te mete. Inciso: hay un tipo por aquí (la verdad es que es un poco capullo) que buscaba un canguro. ¿Y dónde lo encontró? No, ni en el Syp, ni en el Carrefour. Lo compró por Internet. Dócil bebé canguro, entrecomillado, decía el anuncio. Pues bien, el capullín éste escribió y, e aquí que se lo mandaron (las malas lenguas insisten que el remitente era la mafia rusa). Llegó en un paquetito –un poco más grande que una caja de ducados- y una vez desparasitado lo metieron en un gallinero, con las gallinas, y con las ocas y con las palomas ¿Y alguien se imagina cuando creció cómo acabó la excursión del cangurito entre las plumíferas de Mancor de la Vall?

Sí. El cangurito era macho…

E iba salido…como Tumbet (mi gato, que tanto gusta a Alberto, el hijo de Míchel, que es un crack y un futuro playboy-)

Pero también le iban las plumas…

Y el muy puñetero, el cangurito digo, comprendió de qué iba la oferta. Crújase una gallina y luego cómasela…

Pues eso, se crujió a todo el gallinero (me refiero a crujir de “cepillarse”, no de quebrar) y luego las devoró a todas, con plumas, crestas, patas y todo. Se zampó, incluso, al gallo follador, que había quedado segundo en un premio de belleza en el dos mil tres, por detrás mío y de Gerard Piqué.

En fin, se ve que a estos bichos les va la marcha.

Por cierto, que el dueño (el capullín) del canguro tuvo que soltar cinco mil euros a una empresa de rejillas para vallarle el jardín hasta la copa del abeto mayor, que medía el doble que Gasol. Y eso porque el bichillo saltaba las paredes e iba a crujirse y a comerse a las plumíferas del vecino (si entra en Tele 5, pues la arma, con tanta pluma que hay en la casa del Vasile).

Moraleja: No compliques algo fácil por sacarlo de su entorno, porque el entorno es difícil, sí, pero más difícil es intentar hacer fácil un entorno que no es fácil ni para aquellos que lo hacen todo difícil.

Moraleja II: que le den por culo al cangurito.    


CAPITULO VIII. Y FINAL
 (+18. Niños, a dormir…)

11 de la noche en E.E.U.U. 4 de la tarde en España. Las 3 en Canarias. En mi pueblo, el reloj de la plaza se había detenido después de la última redada.

M.S.G. (Medison Square Garden).

N.Y.C.  (New York City).

I.M.K. (Isla Mallorca).

La velada comenzó caliente. Muy, muy caliente. El público Yankee recibió a los dos púgiles vociferando al unísono aquello de Iuesey, Iuesey, Iuesey (U.S.A.), seguido de biiiiiiiscuit-biiiiiiiscuit. Parecía un anuncio de galletas Oreo. Don King, el showman, quien por cierto apestaba a vino barato, se encargó de las presentaciones:

En el rincón de la izquierda, vestido de rojo y gualda, con cuarenta y ocho kilos y medio de peso, una altura de un metro cuarenta y seis centímetros, venido de las cálidas playas de Benidorm, de esa hermosa república cuya capital, Viena, es uno de nuestros destinos predilectos, el aspirante, arenque Pau.

Oyeme bien capullo. Lo de república con capital Viena, me lo como. Pero por donde no paso es por lo de arenque Pau. Soy Pau the Kid, the boxing kid. O rectificas ahora mismo o te meto una ostia que te vas a enterar de lo que vale un peine. Y me la suda si me descalifican antes de empezar (Pau parecía Ruiz Mateos meneando a Boyer).

King tomó de nuevo el micrófono y puntualizó: parece ser que ha habido un pequeño error con la traducción. Guiñó un ojo a Pau. Con todos ustedes, venido de esa hermosa república cuya capital, Beirut, es uno de nuestros destinos predilectos, el aspirante, Pau the kid. The boxing kid.

Abucheos.

Los más radicales le insultaban llamándole kaubreon (cabrón) y le tiraban mocos. Lluvia o granizada de gapos verdes. No era como en España, que en todos los estadios se respeta al rival y nadie se mete con nadie (jajajajajaja).

Pero Pau, en ese momento, sí era el prototipo de macho hispano: bajito (se acordó del doctor y de sus maliciosas comparativas con El Fary –que E.P.D.-), moreno (buen trabajo en el Salón Apolonia con el tinte, aunque podrían haberse ahorrado lo de la permanente), y cabreado. Muy, muy cabreado. Muxo-muxo, vaya que sí.

Estuvo tentado de apretarse la entrepierna con las dos manos, mirando al tendido, pero le dio pereza.

King prosiguió con su tono condescendiente y su discurso de politiquillo de medio pelo ávido de poder. En el rincón de la derecha, vestido de rojo, azul y blanco estelado, con ciento treinta y ocho kilos de peso, dos metros quince de altura, con unos puños como bombonas de butano, un torso depilado que ni el de George Clooney, más velocidad de piernas que Fred Astaire y la elegancia propia del mismísimo Frank Sinatra. Con todos ustedes: el día de la bestia, el amanecer lluvioso, la oscuridad al final del túnel… demos la bienvenida a Perry, biscuit, Newman.

Vítores y ovaciones.

Si tanto te gusta, ¿porque no le das por el culo? dijo Pau a King.

Sonó el himno americano: God save de queen. No, perdón, ése es el inglés. Repetimos. Sonó el himno americano: na-na-na-na-na-naaaaaaaa, na-na-na-na-na-naaaaaaaaa; en los videomarcadores aparecieron unas cuantas diapositivas de helicópteros sobrevolando Saigón. Les siguió un tipo de pelo blanco, fumándose un habano muy sonriente, sentado en la mesa de un bonito despacho en forma de huevo con una chica morena arrodillada sacándole brillo…a los zapatos. El montaje finalizaba con un espectacular primer plano de un mac donalds donde una hilera de cafres devoraban hamburguesas regadas con batidos de melón y mantequilla de cacahuete. Sin duda, la dieta mediterránea estaba ganando adeptos entre las gentes del nuevo continente.  

Perry Newman (dícese el galleta o the biscuit), desafiante, parecía más voluminoso que nunca. Dios, menudo armario, pensó Pau. Ahí estaba el cabestro: acarbonado, zaíno, astifino, sobrado, chulo, sudoroso, atlético, mortífero. Era la viva imagen de una mamba negra. Agil, escurridizo, con dos pequeños y sonrientes ojillos pardos que escrutaban el rostro de su adversario, sopesando el momento oportuno para suministrarle vía sopapo el más letal somnífero que cualquier ser humano pudiese encajar. Como la mamba, una vez comenzada la cacería no iba a soltar jamás a la presa.

Jamás. Never.

Never, ostia.

Pero Pau los tenía bien puestos, vaya que sí. Y no iba a permitir que la encerrona se convirtiera en una carnicería. Pa carnicería la del Carrefour del Coll de’n Rebassa, dijo para sus adentros. Y punto. The kid era un Chulo (con mayúsculas), qué cojones.

Empezó a sonar el himno español (llamada de Carod Rovira, a cobro revertido, protestando por tamaña ofensa). Poli y Pau se apretujaron y entrecruzaron sus brazos por encima de los hombros. La gallina se les puso de piel, como diría Cruyff.

Me cago en todo. El himno se atrancó. Normal, si ZP boicotea un desfile de estos capullos por la castellana es lógico también que ahora nos paguen con la misma moneda. Y si Rajoy necesita una semana para hacerse una paja…en fin.

Poli, cuyo culo había recorrido las peores plazas de Sudamérica e Indonesia, razonó e improvisó con brillantez. Sin himno no hay sentimiento. Y sin sentimiento no hay motivación. Y sin motivación, ese armario de tres cuerpos que da más sombra que las torres Petronas nos va a centrifugar en un plis-plas.

Y seguidamente se abalanzó sobre el público pidiendo ayuda. Necesitaba un himno.

Por suerte, ahí estaba la pequeña pero sustanciosa colonia española: un individuo diminuto con ojos de bacalao, vestido de negro, con tez amarillenta y más laca en el pelo que Margareth Tatcher fue el primero en intentar echar un capote. Me llamo Rafael, con PH, es decir, Raphael, así que estad al loro no lo vayáis a escribir mal.

Eso del PH, ¿no es algo que ponen o quitan en los champús? Dicen que es mejor si el PH es neutro.

Raphael venía cocidito: yo soy aquéeeeeeeeeeeeeeel…

A su lado yacía espatarrada una bicha de pelo grasiento y con un cebollón del carajo. Me llamo Aramís y soy vidente. Y, precisamente, estoy visionando ahora mismo que en breve el negro os va a correr a coces y guarrazos desde la puerta de este antro hasta la frontera con Canadá. Preveo un futuro muy chungo para tu colega. Son cincuenta euros, dijo el herpe con voz gallinácea.

Gracias por los ánimos, señora. Ya le enviaré un cheque.

Raphael seguía a lo suyo: yo soy aquéeeeeeeeeeeeeeeeeel

Pau: ¿alguien puede hacer el favor de tapar la boca a ese zumbao?

Pues no has oído nada. Espera a que se ponga a cantar por el camino que lleva a  Belén…es lo peor, sobretodo cuando empieza con lo del ro-po-pon-pom, ro-po-pon-pom, poniendo boca de pez.

Tras la foca visionaria, asomó la cabecilla despeinada un tipo particular. Muy particular. Al principio, Poli pensó que entre los nervios, la escasa calidad de la comida americana y el cambio horario-síndrome de la clase turista-jet lag, entraba en una especie de nebulosa propia de un viaje sin retorno. Era la muerte. Esa perra. La guadaña. Pero no, no era la muerte. Era peor.

Era Rappel.

Rappel había venido a las rebajas de la gran manzana en busca del último grito en tangas y, de paso, a catar esas salchichas tan sabrosas que en ocasiones sacan a pasear los americanos. El muy bestia decía siempre que él se limitaba a poner la mostaza y que fueran otros los que pusieran la carne. Sin comentarios.

No hagas caso a la gorda, guapetón. Desde que la dejó el último novio, va más salida que la Preysler. Si quieres, cuando acabe el combate, me paso por el vestuario y mientras os echo las cartas le hago un reconfortante masaje a tu amigo.

Lo siento Rappel, pero no tenemos tiempo para tus florituras. Será mejor que vuelvas al psiquiátrico.   

Raphael (no Rappel): yo soy aquéeeeeeeeeeeeeel. El tipo de negro seguía a su bola.

Que le peguen un tiro, coño¡¡¡

Poli seguía buscando. Y buscaba y buscaba. Su amigo Pau necesitaba ese puntico de motivación que cualquier emigrante precisa cuando deja atrás a su familia, su casa y sus amigos, y se siente solo ante lo desconocido. En especial cuando eso desconocido tiene la altura de un algarrobo y pretende sacarte las entrañas o practicar contigo la urología online.

Lo que faltaba. En la esquina superior izquierda del recinto, a grito pelado y magreándose el paquete, había un calvo que insultaba al público americano al berrido de “comedme la p…, comedme la p…”. No, por favor, no, éramos pocos y parió la abuela… ahí estaba John Cobra: un poco de respeto pa mi amigo, y si no, aquí tenéis mi p… pa lo que queráis. Todo un pensador este Cobra y nobles intenciones las suyas, desde luego. La CNN, entretanto, se disculpaba ante los telespectadores: sentimos mucho que tengan que soportar a este energúmeno, pero en España llevarse las manos al nabo significa amor. Y resulta que el chaval es muy efusivo y cariñoso. Y amoroso.

Poli ya no sabía qué decir. Lo siento Pau: Jorge Mendes me prometió que aquí estaría La Pataki con su escote pero sólo ha venido la mugre.

Ya hablaré yo con el Mendes y con su puta madre.

Cuando ambos estaban a punto de tirar la toalla apareció Enrique Villarreal, el cantante de Barrikada, que estaba de gira por E.E.U.U. Por suerte, ese día Enrique se había desayunado su dosis completa de metadona y vocalizaba medianamente bien, aunque sus continuos espasmos le hacían tartamudear.

Oye je-je-jefe, español lo que se dice español sólo tengo e-e-esto.

¿Y esto qué es?

No, no, no-no-no lo sé. Aún no lo he oído. Lo compré en un chi-chi-chiringuito de souvenirs, pero el tipo de la tienda me dijo que estaba bien. Bueno, no es que me dijera precisamente e-e-e-so. Me dijo que era ti-ti-ti-ti-ti-tipical spanish. La portada del casette es muy bonita y además la tía ésta me suena de algo. Creo que se casó con un torero que perdía más aceite que el coche de los teleñecos y que tenía un yerno picoleto tan vicioso como el pi-pi-pi-pi-pianista de cine de barrio.

Dale, Poli, dale, grito Pau.

Ya no había tiempo para echarse patrás, así que Poli entregó al speaker la cinta de Rocío Jurado (todos sospechábamos que era ella).

Se oyeron unos melosos violines, seguidos de un grupeto de guitarras y las notas in crescendo de dos trompetistas.

Como una ola…
tu amor llegó a mi vida…
Como una ola…

Pau se giró hacia Poli. Oye Poli, que a mí que el galleta o el biscuit de los cojones me parta la cara en quinientos cachos, pues vale. Y que el público quiera ver en directo como me evisceran, pues también. Pero al menos ponme una música decente y no a la chipionera con un coro rociero comandado por el burro de Ortega Cano. No quiero ni pensar cuando Matías Prats lo pase en el Telediario.

Lo siento Pau. O eso o me pongo a cantar una jota a capela.

Pero ya no había tiempo para más discusiones y, bien pensado, no valía la pena dar más vueltas al asunto porque el desgarro estaba a la vuelta de la esquina, así que cuanto antes mejor. El árbitro, o sea el referee, llamó a los dos púgiles al centro del cuadrilátero.

Mientras tanto, Raphael, cuyo disco se había rayado en el cretáceo, continuaba con su incipiente monólogo: yo soy aquéeeeeeeeeeeel.

Poli, antes de que se vaya me gustaría despedirme de este pájaro…

¿De cuál?

De aquéeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeel…

Biscuit caminó hacia el centro del ring para tantear a the kid. El galleta desprendía un hedor insoportable. Dios¡¡¡ era como si de repente, en un día de resaca, te vuelcan encima un contenedor con dos mil pares de bragas usadas de Leire Pajín, sucias, sudadas, meadas, cagadas y fermentadas. De hecho, el hidroavión de Icona merodeaba entre las nubes ansioso de vomitar su carga de fumicida para evitar aquella pandemia y un mayor boquete en la capa de ozono. A Pau no le quedaba más remedio que contener la respiración o se iba a convertir en el primer boxeador de la historia en perder por K.O. técnico antes, incluso, de que sonara la campana de inicio. Pensó en Pepe Amengual (doble campeón del mundo de pesca submarina a pulmón libre), tomó aire y escucho las indicaciones del referee.

Cuando uno caiga, el otro debe retirarse a su esquina del cuadrilátero para iniciar la cuenta atrás; nada de mordiscos ni gargajos y, especialmente, quedan terminantemente prohibidos los golpes bajos. A Pau le pareció entrever una sonrisilla pícara en el árbitro cuando dijo aquello de los golpes bajos y pensó para sus adentros algo así como si al acabar esto sigo de una pieza y me quedan fuerzas, después del Raphael, Rappel, Aramís, Mendes, Cobra, Pataki, etc. vas a ver a este pequeñín como te reserva el último sopapo pa ti (bueno, a lo mejor indulto a La Pataki y le cambio el sopapo por una buena m…). Y si no llego con la mano, la coz en el pollardo no te la quita ni puta madre.

Creo que voy a necesitar una escalera o un ascensor para alcanzarle en la cara a ese mastodonte. Parece el toro de Osborne visto desde abajo. Hasta huele a res, explicó a Poli.

Tranquilo Pau. Procura no salirte del guión y busca tu momento. Siempre lo hay. Recuerda que hace años el Logroñés, en una misma temporada, ganó a domicilio al Madrid (0-2) y al Barça (0-1), éste último, por cierto, de penalty injusto, pitado incomprensiblemente por el corrupto Joaquín Ramos Marcos (dicho queda). Así que aguanta y espera tu oportunidad, que la habrá.

King, especialmente beodo y baboso en ese momento, ya se relamía ante el viaje que le venía encima a Pau. Tocó el dong.

Y, resumiendo, la cosa vino a ser algo así:

Round 1. Plas-plas. Chicharro para biscuit y Pau tocado.

Round 2. Plas-plas. Otra chicharro para biscuit y Pau más tocado.

Round 3. Plas-plas. Otro chicharro más y Pau aún más tocado y sangrante.

Round 4. Plas-plas. Chicharro y medio. Pau tocadísimo, sangrante y puseante.

Inciso: con ese panorama, el público americano le devolvía la moneda a John Cobra, mirándole y tocándose al unísono sus respectivos paquetes.

John, con un par, no se sintió amendrentado y les correspondió una vez más, con supina elegancia, con aquello de comedme la p…, comedme la p…

Moratinos llamó a Hillary para evitar un conflicto diplomático o, peor aún, una invasión desde los Pirineos. Paul Scholes, por su parte, esperaba que el MI-16 le enviara las nuevas coordenadas del ojete del Ministro.

Ah, y Raphael con el mismo politono, pero esta vez en inglés: I’m that oneeeeeeeeeeeeeeeee…….

Afortunadamente, hacía veinte minutos que Aramís se había desmayado y Rappel había desparecido en dirección a los lavabos en compañía del fisioterapeuta filipino del biscuit. Seguía sin haber noticias de La Pataki.

Round 5. Plas-plas. Pau tuvo una pájara a lo Perico Delgado, pero sin E.P.O. ni orujo.

Round 6.Plas-plas. En esos momentos, las casas de apuestas daban un ochenta a uno en contra de The kid. Pau tuvo una visión: se le apareció El Fary (que E.P.D.), que no el Fairy. Y pronunció unas breves pero emotivas palabras:

Música de Yanni, en concreto swept away (apuntad, que esto es un temazo: swept away¡¡¡ ostiaaa).

Pau, soy el Fary. Arriquitaun, arriquitaun, arriquitauuuunnnn.

Ya ves, ahora resulta que estoy en un buen sitio. Toda la vida pululando por los escenarios y encuentro el Varhala cuando menos me lo espero. Es mucho mejor que el Majestic o el Ritz, y además es gratis. Eso sí, pequeño era y pequeño sigo siendo. No te vayas a creer que cuando uno sube al cielo crece o se pone cañón o cachas. Ni soy el Duque ni esto es Corporación Dermoestética. Aunque sí que a veces comparto lecho con algunas ex clientes de esa puta clínica. Estoy a la espera de que la palme la Bibi, porque la muy perra va bien por proa y por popa, como Platiní, que bueno era defendiendo y mejor atacando. Y tú ya sabes que hace años que perdí mi brújula. Desde que probé los caracoles en Ca’n Marrón, paso del lenguado y del entrecotte. Prefiero los todoterrenos o los anfibios. En fin, que por eso me vine con unas botas de cowboy. Para no dar la nota y que me confundan con un rodaballo, que siempre va pegao al suelo. Bueno, que no me enrollo más. Te lo diré en cuatro palabras: dale caña al galleta.

La música de Yanni dio paso a la de Rocky.

Pau reviscoló (-revivió- tal vez la más bonita palabra que existe en mallorquín).

Y recordó a Koala, el hechicero, y a Solozábal, el canguro (kangaroo en Australia). Y hasta a la Pataki. A esta última tampoco la quiso recordar en exceso, no fuese a ponerse potro y plantar una tienda de campaña en medio del ring, lo cual sería considerado un feo gesto para el selecto y educado público yankee. O peor aún, obsceno.

Pero estaban en el asalto número siete y plis-plas. Volvemos a la carnicería. Chicharro, de nuevo, pal negro.

Ocho. La teoría de la narrativa dice que es pronto, y que es mejor esperar al décimo asalto –en tiempos de Rocky, veinte-, pero hoy en día mandan las televisiones, y todas meten prisas. Bueno, la Sexta no mete prisa cuando se trata de masajear los testículos de los que les soban el higo…

Así que el desenlace tuvo lugar al nueve. Al asalto número nueve.

Pau tomó aire. Estaba hasta los huevos del galleta. Y mucho. Le recordó a una novia pesada que tuvo a los dieciocho, que siempre lo llamaba  para dar por saco porque quería casarse con él y tener un hijo… Oh, yes Pau, I love You… o algo así le decía la puta guiri.

Inspiró y expulsó aire puro.

Classssssssssssssss.

El crouchet se oyó hasta en Alaska (y en estéreo, wifi y redounded sound envolvente).

El galleta le había tocado los cojones a Pau. Y mucho.

Classssssssssssssss. Otro viaje.

El galleta ya no era el galleta. Empezaba a tener mal aspecto, un color amarillento, como de retrete muy usado. Era espantoso, je, je. Un espontáneo del público, recién llegado de Triana después de ocho meses celebrando la feria de abril, berreó algo así como: ora va a vé como eze xiquito pequeñí te exa pa la lona, capullico¡¡¡ zi quiere ven a mi vera, poque er xavá ta cabreao y te va a da ma lexe que una vúfala preñá¡¡¡.

Pau tomó carrerilla. La que se le venía encima al negro.

En ese justo momento sonó una bonita música (creo que de Gustav Mahler), se abrieron las puertas del M.S.Q. (Medison Square Garden), y sí, ahí estaba ella…

Lo primero que vio Pau fue ese escote…

¿La Pataki?

Sí. La Pataki.

Entre tanto,

Bisquit yacía inerte…

Don King, beodamente dormido, roncaba cual gorrino…

Moratinos y Scholes entrelazaban las manos, jurándose amor eterno…

Jorge Mendes había sido nombrado consejero delegado de A.C.S. y estaba sacando brillo a la micropolla de CR7…

Raphael seguía detenido por desorden público. El fiscal del distrito había sido testigo de tan prehistórica infamia y quería meterle un puro de como poco diez años en el trullo...

La jaca Aramis había sido agredida por los fanáticos del galleta. A Dios gracias…

Rappel seguía en los lavabos con el fisioterapeuta filipino, leyéndole las cartas y afilándose el…

John Cobra reía más que nunca. Y sí, se agarraba el paquete. La CNNintentaba dar una explicación coherente, pero ya sabemos que la audiencia es muy exigente y no valen según que excusas…

Enrique Villarreal (Barrikada) intentaba vocalizar. Tres logopedas de Milwaukee que estaban en la grada quisieron reconducir la situación, sin éxito, por cierto...

Pau bajó del ring…

Y allí estaba La Pataki. Con su escote y pidiendo guerra…

¿Y a ti cómo te llaman?, dijo La Pataki.

Me llaman Pau.

Me llaman The Kid.

Me llaman The boxing Kid.

¿Y como quieres que te llame yo?

Por la mañana te lo diré. De momento ponte de rodillas…

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