jueves, 2 de agosto de 2012

RAFAEL REIG. Pronto su novela nueva que se llama, LO QUE NO ESTÁ ESCRITO.


Rafael Reig, blog, escritor, novelista, literaturaPues aquí pondré lo que se me vaya ocurriendo. Poca cosa, en general. Lo primero que se me pase por la cabeza. Lo que lea por ahí y lo que me cuenten en la barra de los bares o los amigos. Y si alguien quiere poner algo también, estupendo: no censuraré ningún comentario. Corrijo: sólo permitiré que se publiquen los comentarios que a mí me dé la gana y no daré ninguna explicación al respecto

En el mar interior

Venía de Piles y, nada más desembarcar en Madrid, puesto que el Auto-Res atraca en una dársena, pasé un minuto por casa, en Cercedilla, para cambiarme de ropa interior (nunca se sabe), y salté a un tren (se ve que articulado, algo ligero y diseñado por el ingenieroGoicoechea con algunos millones del franquista Oriol), y en esa nave surqué nuestro mar  interior de La Mancha hasta que alguien gritó ¡Tierra a la vista!, porque desde el palo de mesana se divisaba la torre de una iglesia.
Me habái ido a Piles con los deberes hechos y mi novela acabada (o todo lo acabada que fui capaz de dejarla).
Ésta pinta tendrá en septiembre cuando esté impresa.
Me había ido con mi hija Anusca y con Marcela, la hija de Violeta.
¿Y Violeta?
Que se quedaba en casa, que tenía mucho trabajo.
O sea: de Rodríguez.
A juzgar por mi propia experiencia, entonces se habrá pasado dos semanas viendo películas en calzoncillos y alimentándose de pizza y whisky, no habrá hecho la cama ni un solo día (o habrá descubierto mi técnica para hacer una cama desde dentro, una vez acostado), dormiría con la ropa bajo el colchón, para darle apresto, y no habrá ligado ni por casualidad, ni de carambola, ni por descarte (al quedarse la última), y ni siquiera con los pelmazos más mayúsculos, pero en el intento habrá perdido medio hígado y cientos de horas de sueño.
No sé, igual con las Rodríguez es distinto.
En cambio yo, de Maruja en Piles, he vuelto moreno y reconciliado hasta conmigo mismo.
También es verdad que ponía a las chicas a ocuparse de la casa y la comida. Ni que fuera tonto.
Ellas, con tal de no estudiar las que les han quedado para septiembre, encantadas. Ni que fueran tontas.
Lo demás ha sido escuchar música de la banda de Piles, la Santa Bárbara, la mejor de La Safor y quizá de Valencia entera, que es como decir la mejor del mundo; y también leer, escribir a lápiz tumbado boca arriba y beber whisky.
En el bar de Delia Quique no han subido los precios, pero sí aplican los recortes, de forma que tienes que trabajar un rato de camarero para ganarte tus Cutty Sarks y aportar tu esfuerzo contra la crisis
A mí no se me da mal, lo garantizo:
Ni tampoco se me da mal chicolear con las señoras y señoritas:

Aquí estoy con María José y Delia.
Y aquí con Pepe Climent:
Pero todo se acaba y tuve que despedirme del mar de Piles, al amanecer, como de costumbre:
Y así fue como me embarqué en La Mancha, nuestro mar interior con ínsulas secretas y navegantes como don Quijote y Sancho.
En el muelle de Valdepeñas me recogieron los amigos de la Asociación Cultural Luciérnaga, que habían tenido la generosidad de invitarme a las Jornadas Culturales. Aquí puede ver su web
Tras una breve travesía, tocamos de nuevo tierra en Villanueva de los Infantes, el lugar de La Mancha del que Cervantes no quiso acordarse.
Esa misma mañana acababa de irse de allí mi amigo Luisgé Martín, así me había dejado el listón muy alto.
Así que, como causar una buena impresión ya me iba a resultar imposible, me despreocupé, decidido a causar la habitual pésima impresión.
Como primera medida me fui con los Luciérnagos a beber whisky a los pies de la tumba deQuevedo, que nunca es mala forma de empezar una tarde.
Luego nos fuimos al Patio de la Alhóndiga y estuvimos charlando sobre el estallido ¡por fin! de la burbuja literaria.
Había mucha gente y acabamos pasadas las once de la noche, y nos fuimos a cenar (estupendamente) y luego tomamos tantas copas y nos reímos tanto que la única foto que pude hacer fue ésta:


Al día siguiente me desperté en un buque carguero que atravesaba La Mancha rumbo a Cercedilla.
No recordaba nada, pero la cara de alegría que se me había quedado aún me dura.
Gracias, Luciérnagos amigos.

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