martes, 14 de agosto de 2012

ENTREVISTA A ADOLFO GONZALEZ. POETA Y AMIGO.





Anteayer, Cuestionario para poetas tuvo el honor de comenzar su andadura con las respuestas del astur David González. Esta tarde, otro González, también de la misma tierra pero más joven, Adolfo González, contesta al cuestionario con sinceridad.

1- ¿El poeta nace o se hace?

No sé si por destino o por casualidad, mi experiencia personal me dice que el poeta nace en cuanto escribe su primer poema en una especie de rapto puro, incontaminado, ajeno a toda premeditación acerca de lo que es o debe ser la escritura. Y a ver cómo le dices entonces que no hay poetas, porque desde ese mismo momento no deja de hacerse como tal leyendo y escribiendo. Pero, tarde o temprano, todo pasa. Ser poeta en activo es un ciclo que en muchos casos no siempre acaba con la muerte, sino antes.

2- ¿Y el poema?

A veces, viene hecho en su versión definitiva. Otras, te hace dar muchas vueltas hasta dar con él. En mi caso particular, dado que soy algo perezoso, prefiero que venga hecho. Creo, además, que no debe forzarse.

3- ¿Es el arte, como dice Antonio Machado, un juego?

Seguramente contemplar un cuadro o leer un poema tenga más de consuelo o de placer estético que de juego, pero el acto de la creación poética sí tiene un componente de juego que no puedo ni quiero evitar, ya que no escribo para amargarme la vida y me gusta gastar alguna broma, sobre todo a mí mismo.

4- ¿Qué cualidad aprecias más en una obra poética?

El conjunto, la armonía. Yo valoro una obra poética por el sabor de boca que me queda al cerrar un libro, sea o no una antología, leído de principio a fin. Cuanto mayor sea la sensación de armonía, mayor valor poético aprecio en el libro.

5- ¿Palabras comunes o palabras inusuales?

Palabras de todos, pero que suenen vivas, como nuevas. Opino que no hay ninguna razón para complicarse, pero, si uno siente una palabra inusual reclamando su sitio en el poema, bienvenida sea. El asunto es que las palabras casen bien entre ellas.

6- ¿Verso medido o verso libre?

Como dice el refrán, en la variedad está el gusto. Ahora bien, si para escribir versos medidos hay que andar metiendo palabras con calzador y contando con los dedos, es una esclavitud terrible. Sin embargo, el verso medido también es libre si brota natural, si no tienes que andar midiéndolo. Y esa libertad sólo se consigue leyendo en voz alta los poemas de metros clásicos una y otra vez.

7- ¿Poemas breves o largos?

Los mejores poemas breves encienden una chispa fugaz en el entendimiento y los mejores poemas largos crean una atmósfera. Yo tiendo a simpatizar más con los breves, porque veo que la mejor poesía está hecha por algo que se nos escapa. El poema breve puede compararse a un ladrón que se lleva algo de uno; a veces corres detrás de él y lo alcanzas, pero la mayoría de las veces sólo te quedas con un mechón de pelo o con un trozo de la camisa. Para mí, un poema de veinticinco versos o más es un poema largo, e incluso uno de quince versos se me puede hacer largo si es horroroso. En la mayoría de los poemas, sobran versos.

8- ¿Escribir a diario o cuando viene la inspiración?

Leer a diario, además de ser otra forma de escribir, supone abrir una puerta a la inspiración. Otra cosa es que de todo lo que se escribe a diario se acabe tachando más de la mitad. Y raro es el día que no leo o releo un libro de poesía, pero, si algún día no me apetece leer, no me obligo a hacerlo, porque crecer en una sola dirección es autodestructivo, no hace bien a la propia poesía y, aparte de eso, también hay que hacer otras cosas en la vida. Además, la inspiración no siempre surge de la lectura de libros...También surge de la lectura del mundo, que es el libro en el que estamos y el mejor libro que hay.

9- ¿El olvido o la posteridad?

Viene a ser lo mismo. Siempre habrá, por lo menos, un lector que reviva lo que uno hizo vivir. Pienso que a la vanidad de los poetas nos debería bastar con eso. La posteridad entendida como gloria no la emparento con la fama mediática.

10- La pregunta del millón, ¿qué es la poesía?

Por la manera de preguntármelo, se me ocurre decirte que la poesía es la pregunta del millón de respuestas. Lo curioso es que a ninguna de ellas considero definitiva. Si alguna lo fuese, se acabaría el misterio y, con él, la poesía.

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