martes, 19 de junio de 2012

NEORRABIOSO



martes, 19 de junio de 2012




TROYA LITERARIA (478): Ignacio Echevarría contra Pérez-Reverte


Leo en dos diarios, La Vanguardia y El País (pero la darán otros muchos, supongo), la noticia de que “la Audiencia Provincial de Madrid ha condenado a Arturo Pérez Reverte a pagar 80.000 euros al cineasta Antonio González-Vigil, que demandó al novelista por plagiar el guión de la película Gitano, estrenada en el año 2000″. La sentencia no es firme, y el escritor ya la ha recurrido ante el Tribunal Supremo. “Está clarísimo que alguien me ha hecho una emboscada”, ha declarado Pérez Reverte, haciendo empleo de ese lenguaje que le es tan característico. Seguro que se imagina a sí mismo teniendo que defenderse gallardamente del asalto de dos taimados espadachines que le han salido al paso en algún oscuro callejón del Madrid de los Austrias. “Decir que hay plagio porque en un guión aparecen gitanos, droga, música flamenca y venganzas es como decir que en una del Oeste hay plagio porque salen un sheriff, bandidos, indios y una chica del saloon. A nadie de buena fe le cabe en la cabeza que con mi vida y mi carrera profesional yo necesitara copiar una historia de alguien a quien no conocía y sigo sin conocer”, añadía.

Y lleva razón, vaya si la lleva, por mucho que, a la luz de los indicios de que dispone, el tribunal haya descartado que las setenta y siete coincidencias detectadas entre los dos guiones, unas más contundentes que otras, deriven del común empleo de clichés.

Por mi parte, tengo la íntima convicción de que la juez de la Audiencia Provincial de Madrid se equivoca, seguro que se equivoca. Después de haber visto la película en cuestión –a cuyo estreno en Madrid tuve el orgullo de asistir en su momento–, y después de haberme leído varias novelas de Pérez Reverte, setenta y siete coincidencias me parecen demasiado pocas para descartar que no sean los clichés los que las inspiran. A nadie con dos dedos de frente se le puede ocurrir, en efecto, que un autor como Pérez-Reverte necesite copiar a nadie para remedar historietas tales.

No puede ser casualidad, por otro lado, que sean autores como Ana Rosa Quintana, Luis Racionero, Lucía Etxebarria o el propio Arturo Pérez Reverte quienes padezcan más asiduamente el acoso de enconados demandantes que los acusan de plagio. Da igual las evidencias que asistan a estos últimos: lo propio de los lugares comunes viene a ser eso mismo: que son comunes. Para decir que la nieve es blanca uno puede emplear sus propias palabras o acudir a un verso de Garcilaso de la Vega. Para contar los amores de un ex presidiario por una bella gitanilla con la que tuvo relaciones antes de ingresar en la cárcel, uno puede echar mano de su imaginación o de un guión de Antonio González-Vigil: el resultado rara vez distará mucho.

Lo que caracteriza a los best-sellers y a los guiones prefabricados es que ya están leídos y vistos de antemano, y por lo tanto escritos de antemano. El orden de los factores no altera el producto.

Demandantes y demandados son aquí copartícipes del mismo delito de vulgaridad. Llegado el caso (pero qué falta hace llegar tan lejos), debieran ser unos y otros igualmente condenados. Pero no precisamente por la Audiencia Provincial.


IGNACIO ECHEVARRÍA, ¿Plagios?, Rebelión, 19 de mayo de 2011 (AQUÍ)
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TROYA LITERARIA (477): Pablo de Rokha contra Neruda (IV)


El creador de la Épica Social Americana en el continente soy yo, Hernán Díaz Arrieta. No lo afirmo porque me acose el delirio de grandezas, no lo afirmo por oficio y artesanía, lo afirmo porque así defiendo mi pan con mi trabajo. Y la epopeya americana construida por mujer popular, la escribió Winett de Rokha. Exactamente, y, toda otra cosa es mentira y bluff, como es mentira y bluff la poesía "social" de Neruda, su cómplice académico, que produce poesía universal, porque produce títulos universales, y universalidad a máquina. Soy demasiado experimentado, vivido y sufrido para la vanidad, pero sí tengo orgullo. El orgullo enorme de ser un intelectual honrado, con buenas y malas costumbres de hombre, el orgullo de ser un varón popular de Chile, el orgullo de haber dado a la República 7 hijos y 30 libros, "Alone", y el orgullo del recuerdo inmortal de Winétt, mi gran inspiradora.

Ustedes acusan a Neruda de comerciar con su nombre, con sus conchas, con su arte, con sus libros o comprados o plagiados. Bien. Pero ustedes y sólo ustedes son los responsables de tal conducta infamante, porque cuando usted, "Alone", después de haberle prestado a Neruda los doscientos pesos que, según usted, el bardo no canceló, usted le elogió "INCONDICIONALMENTE" el libro apenas de séptimo orden y le conoció elaborando mensajes "crepuscularios" en mi oficina, porque yo se lo presenté a usted, "Alone", en 1922, Ud. alentó la mistificación nerudiano-neroniana de Neruda, porque él fue y es de ustedes y yo lo combato como antaño.

Yo le estimo bastante a Ud. el que encuentre que soy el mismo que era; solamente que no es menester fijarse mucho a fin de constatar que el becerro padre no es el toro padre entre padres, en el cual todas las cosas estarán más desarrolladas, ¿no le parece?; sí; no he cambiado ni de sexo ni de genio, es decir, de carácter, de personalidad, de coraje e ímpetu, "de cojones", buen "Alone", como diría el español puro he crecido en estilo y categoría, ¡desarrollándome en espirales! Pero mi actitud está en relación con mis posibilidades, no como en otros. Dice la gente, oh! huesudo y eclesiástico Tartufo, que una gran señora de provincia, comadre de sus comadres, decía: "ayer me encontré con la Julia y con la Concha, (diminutivo de Concepción) y me asombré de vera la Julia tan chica, con la Concha tan grande!..."

Usted dice que no me leen y se equivoca medio a medio: me leen bastante, "Alone"; pero me leen los que están de acuerdo con mi poesía dolorosa, épica, corajuda y volcánico insular oceánica como Chile, me leen los que pueden leerme; me leen aquellos y aquellas que requieren lo heroico social de mis cantos de macho.

Se lo juro, "Alone", no busco el éxito y me repugnaría desfilar como un mono nacional, besado, aclamado, condecorado, premiado, manoseado; no; mi corazón se opone a eso, "Alone", en cambio recibe, agradecido, su rencor infantil de persona muy nerviosa, porque, ¿podría ser de otra manera?; no me parece, Díaz Arrieta; porque los dos somos distintos tanto y cuanto lo son los términos antagónicos de la dialéctica, los contradictorios, y si usted me leyese complaciéndose en leerme, yo no habría logrado lo buscado, peleando con mi destino cuarenta años tan largos y tan anchos como mi coraje.

Yo escribo para todos, pero no todos poseen la dimensión heroica de lo que yo escribo para todos: para el pueblo.

Yo se positivamente que toda la obra de Pablo Neruda, íntegra, encarna la más tremenda mistificación de los últimos tiempos; no da "los caracteres típicos en las circunstancias típicas", no encuentra la forma exacta, justa, social, popular, realista, a las premisas sociales del contenido y encaja lo contemporáneo en lo arcaico, no entiende el lenguaje del pueblo y fabrica con consignas un vocabulario de impostor; rebaja la categoría universal a lo anecdótico; hace en renglones cortos lo que hizo en renglones largos, crónicas de periódico asonantadas y practica la infamia de Lope: "el pueblo es necio y, como es necio es justo, hablarle en necio para darle gusto", y se "produce" incondicionales en este instante, aún entre los enemigos del pueblo, enemigos de Chile, enemigos del mundo democrático, adula y saluda con intención aviesa a equivocados, como Ud., "Alone", pero equivocados feroces, porque astutamente viven y están colgados de la parte trasera de la clase burguesa, como un náufrago de la cola de una vaca; o azuza a personas escandalosas como Raúl González Tuñón, por ejemplo, a difamar, calumniar, denostar cobardemente a aquellos que él sabe que valen más que él, negándoles tribuna o por intimidación o por soborno.

Es la maña mañosa de la mañosería.

Y bien, "Alone", Neruda no es el partido de los trabajadores, porque el partido de los trabajadores es una entidad respetable y Neruda, su desprestigiador, no es una entidad respetable; es una entidad despreciable; ¿le parece a usted, "Alone", que un gran partido de gente sufriente y heroica se refleje exactamente en este hombrote adiposo y millonario, en este ídolo de alfarería y mercado, en este fetiche gordinflón, que posa en Divo de zarzuela y por el cual sollozan las cocotas toxicómanas y los bellos efebos de Pompeya?...

No.

Aquello de que aportó su prestigio a la respetabilísima bandera de clase de la clase obrera es discutible y aun ya no es discutible, es grotesco: aportó su oportunismo y su conducta de bohemio, aportó su clan de trasnochadores y vivillos, aportó sus caracoles y sus mascarones y la corrupción intelectualoide más profunda, y de los que me ocupo únicamente porque usted, "Alone", me ofendio comparándome con el aeda condecorado.

Y amarillo.

La oligarquía chilena, esclava, rendida a Yanquilandia, desciende de mercaderes y, filibusteros. Especulador con la amistad, el comerciante Pablo Neruda, admirable en retratarse con amigos famosos, es famoso, porque son famosos sus amigos, pero su fama no es inferior a su obra, como en los grandes poetas, no, su fama es superior a su obra, como en los pobres poetas que se mantienen por el amanuense, el corresponsal, el fiel sirviente y el empresario de banquetes. Lo cual explica la concurrencia de personalidades literarias a la gran pantomima vitivinícola del "artista" multimillonario, a quien destino Ud. su responso feroz de "El Mercurio", peleándose de compadre a compadre.


PABLO DE ROKHA, fragmento de Bastiones de GanímedesNeruda y Yo, Editorial Multitud, Santiago de Chile, 1955, vía página de Neruda de la Universidad de Chile (AQUÍ)
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La selección española pasa a cuartos de la Eurocopa gracias a un atraco arbitral

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La selección española de fútbol, formada por jugadores tan pobres tan pobres tan pobres que para ahorrarse unos euros y llegar a fin de mes prefirieron pagar en Sudáfrica los impuestos de las primas obtenidas por ganar el Mundial, se clasificó anoche para cuartos de la Eurocopa tras beneficiarse del mayor atraco arbitral que se recuerda, si nos olvidamos del agujero de Bankia y nos atenemos a lo estrictamente futbolístico. Sin embargo, entre el silencio clamoroso ante lo ocurrido y el detritus de celebraciones que atraviesa a estas horas el país, más lamentable si cabe porque la victoria lograda es la victoria del deshonor, la trampa y la rapiña, se ha alzado la voz de un hombre que, haciendo las veces de fraile dominico, y después de repasar milímetro a milímetro el vídeo del encuentro, ha llegado a la conclusión de que a Croacia se le escamotearon dos penaltis "claros". Un aplauso enorme al señor Andújar Oliver, pues siempre me quedo en suspenso cuando descubro entre tanta borregada obligatoria a un hombre que insiste en ser honrado.
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lunes, 18 de junio de 2012




Estamos rodeados

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El único partido de fútbol que he seguido con atención en esta Eurocopa era el que enfrentaba ayer en las urnas a los griegos contra la banca y los mercados. Al final los griegos perdieron y los bancos y los mercados, eufóricos, lo siguen celebrando por todo lo alto en las portadas de sus periódicos, que son todos (y hasta corean el mismo titular, como vemos).  


*FUENTE: Facebook de AcampadaSol (AQUÍ)

EL HIJO DE PUSKAS: La Real Academia de Mi Padre


La carta que nos comunicaba la prohibición de hacer fuegos y de matar animales sin acudir al veterinario fue la primera de las sucesivas que iban a cambiar Lauros en la década de los noventa. Más tarde llegó otra donde se nos notificaba que Lauros pasaba a llamarse Lauroeta. Mi padre se sulfuraba:

–¡Yo he nacido en Lauros, no en Lauroeta! ¡Qué cojones me va a decir esta gente a mí de cómo se llama el lugar donde he nacido!
–Se cambia por recomendación de Euskaltzaindia, aita –le explicaba yo–. Euskaltzaindia es la academia de la lengua vasca. Lauros estaba mal dicho.
–¿Mal dicho Lauros? ¡Así lo decían mis difuntos padres!

No transcurrieron ni unas semanas cuando la correspondencia que llegaba a Lauros pasó a llevar el remite de “Lauroeta Etorbidea”. Y los cambios no acabaron ahí: más tarde se nos envió otro comunicado en el que se nos decía que el ayuntamiento cambiaba la grafía “Basterrechea” por “Basterretxea” y así sucedía también con los demás apellidos vascos. Mi padre tampoco estaba de acuerdo.

–Yo me llamo Nicasio Basterrechea Echevarría –me decía, mientra me lo ponía por escrito–. Así he firmado siempre y así lo voy a seguir firmando.
–La “ch” es de españoles, aita. La “tx” es la grafía vasca.
–¿Vasca? ¡A mí me va a enseñar esta gentuza lo que es ser vasco!

Yo me oponía en esto y en casi todo a mi padre, porque lo rechacé durante mucho tiempo y de una forma tal que afectó a mi comportamiento en la escuela. Este rechazo se manifestó de maneras muy diferentes. En la visita que hizo un equipo de psicólogos al colegio Amor Misericordioso, en la que di unos niveles asociales asombrosos que ya conté en otro capítulo, los psicólogos le preguntaron a mi madre:

–¿Cómo se lleva Alberto con su padre?
–¿Alberto? Bueno, es que...
–Mire, mire lo que ha hecho en este dibujo.

Y le enseñaron un dibujo mío en que me habían pedido que retratara a mi familia y que contenía una particularidad: mientras los rostros de mi madre y mis tres hermanas los había presentado limpios y sonrientes, el de mi padre aparecía triste y tachado:

–Fíjese. Creemos que su hijo rechaza a su padre.

No sólo lo rechazaba sino que me sentía ahogado y cazado por su figura, pues todos mis familiares me repetían continuamente cuánto me parecía a él y yo, que en principio lo había admirado más que a nadie, ya no quería parecerme en vista de cómo se desarrollaban los acontecimientos. Mi aversión llegó a tal punto que hice cosas contra natura para apartarme de él, la más grave la de mi caligrafía.

Sucedió esto cuando empecé a acudir al colegio y, a la vuelta a casa, entregué a mi hermana mayor los primeros ejercicios de caligrafía, mi mamá me mima y en ese plan. Mi hermana cogió el primer ejercicio, abrió mucho los ojos y fue corriendo adonde mi madre:

–Mira, ama. ¿A que es increíble?

Mi madre hizo lo mismo cuando nuestros familiares visitaron Lauros por aquellas fechas: les enseñaba mis primeros ejercicios caligráficos y, justo al lado, para que pudieran compararlo, algún papel escrito o firmado por mi padre:

–Mira, Emilia.
–¡Jesús! ¡Es cosa de milagro!

Mi caligrafía y la de mi padre eran idénticas. Hasta en eso coincidíamos. Al principio estaba orgulloso, porque en un mundo tan masculinizado como aquel los hijos debían seguir el ejemplo de su padre, ya he contado que una sola palabra suya me valía por los cientos de mi madre o mis profesores, pero a medida que empezó a destruirse ya no me parecieron tan buenas las semejanzas. Entonces, justo cuando cursaba sexto de EGB y las hazañas de mi padre estaban en su máximo apogeo, lanzamiento del coche por los sembrados incluido, decidí cambiar de caligrafía. Si antes escribía así: 
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Comencé a escribir así:



Separé las letras y las hice más redondas, intenté hacerlas más claras, todo con la intención de desviarme de mi padre. Durante tres o cuatro años, hasta segundo de BUP más o menos, fui capaz de escribir con las dos grafías, porque la primera aún estaba muy asentada en mi muñeca, pero a partir de ahí triunfó definitivamente la tendencia traidora, y hoy es el día, lo digo con vergüenza, que sigo escribiendo con esa grafía que en realidad es una antigrafía, esto es, una grafía originada en el deseo de apartarme de mi padre.

Así de importante y trastornadora fue y me sigue siendo la figura de mi padre, al punto de que podría dividir mi vida en tres partes de acuerdo a la actitud que he mantenido con él: la que dura hasta los siete u ocho años, donde lo admiraba profundamente; la que va desde los ocho hasta los veintiuno o veintidós años, donde a pesar de su poderosa imantación comienzo a rechazarlo por loco y alcohólico y antivasco; y la tercera, que parte de los últimos ocho años de su vida y que dura hasta hoy, donde me nace la idea de que fue un hombre natural y ultrasensible acogotado por los seres artificiales u organizados.

Ahora que estoy en Madrid he conocido a algunos escritores que son alcohólicos y he comprobado que esa condición no los anula como personas ni les impide ser maravillosas en otros aspectos, pero en aquel entonces, cuando yo tenía diez o doce años y estaba aplastado por el conservadurismo, catolicismo y nacionalismo de los organizados, no tenía órganos en mi cerebro para romper la ecuación alcoholismo = mala persona o antivasquismo = mala persona, y eso que mi padre nunca fue antivasco sino al contrario, un vasco de un racismo muy acentuado, pero dentro de su vasquismo entraba votar a Adolfo Suárez, emocionarse con Rocío Jurado o escribir Echevarría con uve, tilde y ch, detalles estos que en aquel tiempo e incluso diez años más tarde no comprendía sino como de un antivasquismo galopante.

Por eso en este libro se escribe Basterrechea con la grafía en castellano, o se escribe Lauros cuando Lauros ya no existe en los documentos oficiales, o se dice Vizcaya en lugar de Bizkaia, por la sola razón de que así lo hacía mi padre. He intentado también recuperar la caligrafía de mi niñez, pero se me ha hecho tarde para eso, me cuesta mucho, ya no puedo. No tengo nada contra quienes escriben sus apellidos o pueblos con las grafías euskéricas y animo a todos a que los escriban como les dé la gana sin atender a los organizados porque, como diría mi padre, ¿quién es la RAE o Euskaltzaindia para decirnos cómo se escriben nuestros pueblos o nuestros apellidos? Los motivos sentimentales están por encima de los motivos ortográficos o patrióticos. Así ocurre en este libro de recuerdos, que se escriben bajo la única supervisión de la Real Academia de Mi Padre.
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domingo, 17 de junio de 2012

EL HIJO DE PUSKAS: El niño que lloró más alto que el ruido de las bombas y aviones de Franco


–¡Alberto! ¡Teníamos miedo! ¡Ochenta aviones de Franco bombardeaban Vizcaya todos los días! ¡Miedo! ¿Tú sabes lo que es el miedo?
–Pero tía, una cosa es el miedo y otra muy diferente que os olvidéis del paradero de un niño casi bebé que además es vuestro hermano pequeño.
–¡Qué nos íbamos a acordar, si lo único que pensábamos era en salvar nuestro pellejo!

Cada tres o cuatro años manteníamos en Lauros la misma discusión que empezaba con asombro y reproches y acababa entre el jolgorio general de los participantes, cuando mis tías detallaban entre risas lo alto que lloró mi padre para salvarse, "más alto que el ruido de las bombas y aviones de Franco", en los sucesos que estuvieron a punto de acabar con su vida cuando era un niño de apenas un año. Sucedió en 1937, durante la Guerra Civil, cuando el Cinturón de hierro, fortaleza defensiva que pasaba por Lauros, estaba a punto de romperse por el empuje de las tropas franquistas. La fachada de Astobieta ya había sido ametrallada por la aviación; y meses después habría una batalla de bombas de mano en la misma campa donde vi a mi padre lanzar su primera piña cuarenta y cinco años más tarde. Pero antes del desastre llegaron gudaris a Astobieta con órdenes terminantes: el caserío debía ser abandonado de inmediato.

–Pero tía, ¡todo el mundo se fija en el más débil, hasta cuando se hunde un barco los niños son los primeros a quienes se salva!
–¡Alberto! ¿Sabes que mientras huíamos vimos con nuestros propios ojos cómo caía una bomba y destrozaba un caserío de Umbe? ¡Con nuestros propios ojos! ¿Sabes el ruido que hace una bomba? ¿Sabes lo que es mearse en las bragas? ¿Te ríes? ¡Lo que te estoy diciendo es cierto! ¡Nos meábamos en las bragas! ¡Pensábamos que de ahí no salíamos! ¿Crees que estábamos preocupadas por otra cosa que nuestras vidas?

Sucedió que mis abuelos, horas después de ser conminados por los gudaris, uncieron los bueyes al carro, cargaron de improviso los utensilios más importantes y tomaron dirección a Lejona, donde se les iba a buscar acomodo provisional. Pero después de caminar durante cuatro horas en medio de los bombardeos intermitentes de la aviación franquista y alcanzar el lugar esperado, se dieron cuenta de que no estaban todos: el niño más pequeño, el que había sido colocado dentro del carro mientras dormía, había desaparecido. Ese niño era mi padre.

–Alberto, cómo vamos a enterarnos si tu padre no dijo nada cuando se cayó del carro. Ni siquiera lloró.
–No, si al final va a tener la culpa él.
–¡Pues menos mal que se puso a llorar después, pues nuestro difunto padre nos contó más de cien veces que no lo encontraba y ya pensaba en darse la vuelta!

Mi padre se cayó del carro a la altura de la escuela vieja, a sólo doscientos metros de Astobieta, y de las once personas que iban acompañando el carro, entre mis abuelos, mis bisabuelos y mis siete tíos, ninguna se percató de la falta del niño hasta cuatro horas después, cuando ya habían alcanzado Lejona.

–No tenéis perdón de Dios. Cuatro horas, tía, ¡cuatro horas! ¡Qué vergüenza!
–¡Y otras cuatro que tardó el difunto padre en encontrarlo! Ay, Alberto, si me hubiera caído yo me habría pasado lo mismo. Tú no sabes lo poco que valía la vida de una persona entonces. Como la de una vaca, fíjate lo que te digo. ¿Qué una vaca? ¡Menos que una vaca!

A veces pienso en aquel capítulo y se me quedan los ojos blancos. Lo veo. Esta ahí. Hay un niño de doce meses abandonado al borde de un camino mientras la aviación franquista deja caer alguna bomba, pssssiiiiiiiuuuuuuu, boum, pssssiiiiiiiuuuuuuu, boum. Pasa una hora, dos horas, tres horas, y el niño sigue allí, llorando, pssssiiiiiiiuuuuuuu, boum, pssssiiiiiiiuuuuuuu, boum. Cuatro horas. Cinco. Seis. El tiempo transcurre y todo comienza a ponerse en riesgo: ese niño ya no va a crecer, no va a recoger argoma, no presumirá de que le llamaban Puskas, no se casará con una burgalesa, no beberá, no fumará, no lanzará piñas como un jugador de béisbol, no atacará los consensos establecidos, no tendrá hijos, ningún hijo, yo mismo no existiré, no podré escribir este libro...

Seis horas y media. Siete horas. De pronto llega la hora octava y mi abuelo, que ha vuelto en burro desde Leioa y está a punto de cejar en su empeño, escucha el llanto de un niño entre los sonidos de los aviones y las bombas. Cae entonces la pieza y el dominó se sucede: el niño crece, recoge argoma, se hace albañil, ordeña vacas, se casa con una burgalesa, tiene cuatro hijos, destroza el nosotros hasta hacerse enemigo, bebe, fuma, contrae un cáncer de pulmón, va a parar a un nicho del cementerio de Loiu y justo entonces, cuando al fin se ha hecho el silencio y parece acabada la historia, su hijo varón contrata una Fiat Iveco, viaja a Madrid y se pone a escribir esto, lo que ahora lees, el homenaje al niño que salvó la vida llorando más fuerte que las bombas de Franco.
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sábado, 16 de junio de 2012

Pequeña galería fotográfica de la manifestación de esta tarde contra los rescates bancarios








TROYA LITERARIA (476): Gonzalo Rojas contra la excesiva valoración (a su juicio) de la poesía chilena

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Mire, en la poesía chilena sólo hay tres grandes poetas que son: Vicente Huidobro que conocí y lo quise bastante. Fue el único que en verdad nos liberó. Puso libertad en nuestras cabezas de jóvenes principiantes de 20 años. El segundo fue Pablo de Rokha, pueden decir lo que sea de él que era rudo, cruel, desmedido pero fue el único que puso en marcha los istmos, la vanguardia y sobre todo la ruralidad como lo hizo el mexicano Rulfo pero en prosa. El otro poeta es por supuesto Pablo Neruda que a los quince años escribía con una cierta madurez, es el más precoz de todos; él leyó bien a los poetas franceses, no hay duda. Su gran libro es Residencia de la tierra, pero escribió cien libros más muy malos. ¿A quién se le ocurre escribir 140 libros, por Dios? Lo que pasa amigo, es que acá los chilenos somos muy generosos. Todo lo que es nuestro lo alabamos. Decimos que toda la poesía de este lado del Continente es decisiva pero no es así, somos pasables no más. Pasables nada más, repito, amigo mío. Sólo hemos tenido tres grandes poetas y nada más.
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GONZALO ROJAS, "Yo soy herida, yo soy un poeta fisiológico", entrevista de AUGUSTO RODRÍGUEZ, Grupo Buseta de Papel, 5 de diciembre de 2007
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Iratxe / 39


Tú fuiste el hueso más duro de ciruela, la peonza oscura y el vaso de saliva violenta, la corola antes que el pétalo, la hembra más truena y mamífera que visitó los poblados donde aún no soplaba el viento. Tú me diste diecisiete años turbios de risa y teclado, diecisiete años de tornados asolando mis carreteras todavía huérfanas, diecisiete años. Tres meteoros te dedico en tu 39 aniversario: a) Te odio con todas las fuerzas que sabía que tenía. b) Te odio con todas las fuerzas que no sabía que tuviera. c) Te odio con odio digno de ti, digno de lo que tuve, digno de lo que he perdido.
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Hoy, sábado, a las 19:00, partimos desde Cuatro Caminos y acabamos con una cacerolada frente a las Torres Kio en protesta por los rescates bancarios


¡Cuidado! ¡Han llegado los dueños del lenguaje! ¡Aplaudidos por el hombre de los pulgones! ¡Cuidado! ¡Alejad a los niños! ¡Los dueños del lenguaje! ¡Con las corbatas llenas de números! ¡Con la prosa exacta de los euros! ¡Los sabios científicos! ¡Los que superan la barrera del sonido! ¡Los que lanzan oráculos infalibles! Los que dicen: prima de riesgo = hay que. Deuda pública = hay que. Diferencial del bono = hay que. Los que dicen: No os fiéis de los hombres sin hayques.

¡No os fieis de los hombres sin hayques!
¡No os fieis de los hombres sin hayques!

¡No os fiéis de los niños que hallaron nidos de ántrax en las acacias bancarias!

¡No os fiéis de los bedeles que vieron estricnina en las alfombras del Parlamento!

¡Nos os fiéis de los ancianos que gritan régimen y estiércol a esta democracia!

¡No vayáis! ¡A sus manifestaciones! ¡No vayáis!


Hoy. Sábado. 19:00. Salida de Cuatro Caminos, llegada Torres Kio. Rescatemos personas; desahuciemos banqueros.


La noche y la rebeldía siempre vuelven.
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viernes, 15 de junio de 2012

TROYA LITERARIA (475): José María Guelbenzu contra Cela y Juan Manuel de Prada


PREGUNTA: Mójese y digame un par de autores que no soporte, y si son contemporáneos mejor, y si son españoles mejor... JA JA JA
JOSE MARÍA GUELBENZU: Está bien, me mojaré. No soporto a Camilo José Cela ni por su escritura posterior a Mrs. Caldwell ni por su megalomanía cazurra. Y no soporto -vamos a descender generacionalmente- la cursilería de la prosa de Juan Manuel de Prada.


JOSÉ MARÍA GUELBENZU, Encuentro digital con los lectores de El Mundo, 18 de septiembre de 2001. Todo el encuentro AQUÍ
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BATANIA / NEORRABIOSO: Estoy / Estamos


Poco antes de su muerte, la mía,
en el mismo hospital en que nací, nacimos,
le dije me voy a Madrid, nos vamos,
a seguir mis fracasos, los tuyos.

Ya estoy en Madrid.

Estamos.
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ANECDOTARIO DE POETAS (388): Neruda y sus amigos llaman por teléfono a Juan Ramón Jiménez para burlarse de su poesía


En el combate de Pablo Neruda contra Juan Ramón Jiménez, a partir del conflicto de Neruda con Huidobro en el que Juan Ramón se niega a intervenir a favor de Neruda (no firma en el Homenaje a Neruda), Hernández ha escogido su campo. Asiste (si no participa) en las llamadas telefónicas desde la "casa de las flores" al domicilio del autor de Platero, según testimonia Rafael Alberti: "Esas hoy tan distantes noches nerudianas las llenaban además el pintor Manuel Ángeles Ortiz, Luis Rosales, Maruja Mallo, Raúl González Tuñón, el escultor Alberto, Pepe Caballero y el recién llegado de Alicante Miguel Hernández. Entre todas las bromas y divertimentos, el peor era el de llamar por teléfono a Juan Ramón Jiménez haciendo burlas de su Platero y ridiculizando la repetida multitud de malvas, violetas, rosados y amarillos con que rellena acuarelando su poesía".

Juan Ramón Jiménez confirma haber oído por teléfono a Neruda "cantar contra mí en coro de necios o beodos [...] con los varios suyos de entonces, coplas soeces".

La opinión que a Juan Ramón Jiménez le merecía, en 1935, el autor de Residencia en la tierrano admitía réplica: "¡Ese Neruda! ¡Pero si no sabe escribir una carta!".


EUTIMIO MARTÍN, El oficio de poeta. Miguel Hernández, Aguilar, Santillana, Madrid, 2010, pág. 308
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jueves, 14 de junio de 2012




BATANIA / NEORRABIOSO: Veinticinco recitales al día en Madrid

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–¿A que no sabéis cuántos recitales se celebraron ayer en Madrid?
–¿Cuántos?
–Veinticinco. Y hoy, sólo para las 19:30, estaban convocados doce.

JULIO SANTIAGO, poeta, el 28 de mayo de 2008, en la Biblioteca Central de Madrid



Cada día
se celebran
en Madrid
veinticinco recitales
de poesía para
nada
para nadie,
cada día
se alzan
miles de palabras
en un globo naranja,
veinticinco poetas
tienden
sus poemas
en la ventana
y los versos
sacan los brazos
intentando
aferrarse
a algo,
a alguien,
pero no hay más
que vacío
más que
silencio,
y los versos
heridos
van formando
charcos y dibujos
de calavera
que no se borran
hasta el anochecer;
postistas
garcilasistas
surrealistas
sociales
claroscuros
rilkeanos
cernudianos
bukowskianos
neorrabiosos
herméticos
descatalogados
de la experiencia
o de la inexperiencia
lanzan su flecha
hacia un blanco
que ya no existe,
que ya
no se entiende,
insisten
con sus silvas
romances
baladas
redondillas
villancicos
sextinas
o versos libres
de obediencias
pero nadie
quiere detenerse
a escucharlos
salvo padres
madres
primos
novias
amigos,
salvo locos
por contrato
y mendigos
con reloj.
La ciudad se llena
de pentasílabos
yambos
trocaicos
sinalefas
alejandrinos
estrambotes
metonimias
sinéresis
hipálages
pero todo
en vano
porque padecen
falta
de ojos,
padecen falta
de oídos,
los versos
se van acumulando
en las aceras
hasta que
las brigadas nocturnas
de limpieza
los recogen
uno a uno,
y por las prisas
algunos endecasílabos
pierden su acento
en sexta
y muchos sonetos
caen
en los vertederos
con sólo
doce versos
de tristeza.
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TROYA LITERARIA (474): Antonio Martínez Sarrión contra Cela


Un curioso efecto de simetría, causado por la muerte de Cela: el 95 por ciento de lo publicado en diarios nacionales sobre el finado, como el mismo porcentaje de su obra, es pura inanidad, pura pérdida de tiempo. De la obra, lo único que de verdad me gustó fue su primera época: el Pascual Duarte y los primeros viajes; menos, La colmena; algo los carpetovinismos, San Camilo 36 no es más que la visita a una colección de burdeles madrileños, al filo de la tragedia. Cuando trató de hacer lo que él entendía por “vanguardia” se vio que resultaba forzado, ilegible, trivial en su pretenciosidad. Madera de boj, el tan anunciado texto que haría justicia a la Galicia marítima, al bravo mar de los Ártabros, no es más que una prolija colección de chistes y ocurrencias de gusto dudoso. Sobre el muerto, han estado bien Ignacio Echeverría, Haro Tecglen y sobre todo Gimferrer, meditado y justo. Lo mejor, que escuché a ráfagas, se debió a Carlos Casares: “Era un hábil imitador de Dalí para promocionarse” y lo opinado por un estudiante de doce o trece años: “Era un tipo duro, un tipo algo borde”. Su hijo, que lo conoció de sobra, le afeaba su absoluta falta de piedad, como rasgo central de su persona. Anécdotas por él contadas: asustar a las pobres mujeres que volvían a sus casas cargadas con la compra; en casa de su patrona durante la guerra, limpiarse el culo con un canario, tras defecar en el teclado del piano, ¡qué hombrada! ¡Qué tipo ocurrente y original! Otro gesto nobilísimo fue ofrecerse a Franco, a su entrada en Madrid, para delatar a “rojos”, ejercer como censor de libros y publicaciones, escribir por una montonera de dólares una novela venezolana, llena de indigenismos, a la mayor gloria del sanguinario dictador Pérez Jiménez. Su manipulación y prepotencia a la hora de cubrir vacantes en la Academia o de discernir el ganador del Premio Cervantes, el cual se hizo otorgar obscenamente, tras el injusto Premio Nobel, como su creciente y ya no disimulado reaccionarismo ideológico, fueron notorios. Un gacetillero de periódico a pie de capilla ardiente se quejaba o fingía quejarse del escaso, casi nulo, número de escritores que fueron a rendirle el último homenaje. Un gesto a su favor que pocos conocen: en un almuerzo, cuando su miserable lacayo Umbral –que le escupió nada más morir en un libro– se desató contra Juan Benet, le dijo: “¡Cállate, Paco, que Benet fue un gran escritor!”. Muere, en fin, un autor enormemente sobrevalorado en vida –Italo Calvino o Juan Marsé, grandes de verdad, así lo escribieron– y un ser humano despreciable. La historia de la literatura lo pondrá, sin duda, en su lugar.


ANTONIO MARTÍNEZ SARRIÓN, Escaramuzas, Alfaguara, Madrid, 2011, págs. 52 y 53 
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ANECDOTARIO DE ESCRITORES (270): Hergé niega que fuera racista o antisemita


NUMA SADOUL: Se ha dicho y repetido muchas veces que usted era racista. Éste es el momento de puntualizar cosas; ¿qué tiene usted que alegar en su defensa? ¿Qué contesta cuando le tratan de “racista”? 
HERGÉ: Contesto que todas las opiniones son libres, incluso la de pretender que yo soy racista. Pero, bueno, ¡adelante! Ha habidoTintín en el Congo, lo reconozco. Era en 1930. Yo no conocía de ese país más lo que la gente contaba en esa época. “Los negros son unos niños grandes... Tienen suerte de que nosotros estemos allá”, etc. Y yo dibujé a estos africanos según estos criterios, con el más puro paternalismo, que era el de la época en Bélgica. Por el contrario, más tarde, en Stock de coque –e incluso si se habla en “negrito” – me parece que Tintín da prueba de su antirracismo, ¿no es cierto?.... Es como con los gitanos de Las joyas. La actitud de Tintín y la del capitán Haddock son idénticas, toman su defensa en contra de todos los prejuicios. Únicamente en Stock de coque, viendo a los negros destinados a la esclavitud y a unos árabes negreros, hago también racismo, ¡pero contra los árabes esta vez! ¡No se terminará nunca!... Para el Congo, al igual como paraTintín en el país de los soviets, ocurrió que yo estaba imbuido de los prejuicios del ambiente burgués en el cual vivía. De hecho, Los soviets y el Congo han sido unos pecados de juventud, No es que yo reniegue de ellos. Pero, en fin, si tuviese que volverlos a hacer, estoy seguro de que los haría completamente diferentes. Además, de todos modos, ¡misericordia para los pecados!... Y observe que ya en Tintín en América yo evidenciaba el poder blanco, la finanza blanca explotando a los indios. Para un “racista”, ¡me parece que yo no ocultaba mis simpatías! ¿Y mis chinos del Loto Azul? Recuerde las vilezas que los blancos les hacían sufrir... No intento excusarme; confieso que mis libros de juventud eran típicos de la mentalidad burguesa belga de entonces: ¡eran unos libros “belgacanes”!...

NUMA SADOUL: ¿Es una palabra inventada por usted?
HERGÉ: Es una palabra del lenguaje corriente que a veces utilizo: es más fuerte que “belga”. Encuentro que expresa bien la parte de suficiencia y limitación de algunos de mis compatriotas.

NUMA SADOUL: Le acusan, además, de ser antisemita.
HERGÉ: Efectivamente, he representado un financiero antipático, con apariencias semitas, con un nombre judío: el Bluimenstein de La estrella misteriosa. ¿Pero esto significa antisemitismo? Me parece que en mi panoplia de hombres horrorosos hay de todo: he representado no pocos malos de diversos orígenes, sin hacer una elección particular para tal o cual raza. Se han explicado siempre chistes de judíos, historietas marsellesas y anécdotas escocesas. Lo cual, en sí, no tiene nada de malo. Pero ¿quién hubiera podido prever que los chistes judíos iban a terminarse de la forma que ya es conocida, en los campos de muerte de Treblinka y Auschwitz?... Por otra parte, en cierto momento suprimí el nombre de Bluimenstein y lo sustituí por otro que significa en bruselense una pequeña tienda de confitería: bollewinkel. Para que resultara más “exótico” lo escribí Bohlwinckel. ¡Y tiempo después me enteré de que este nombre era también un verdadero patronímico israelita!

NUMA SADOUL: Así, pues, ¿no es más antisemita que enemigo de los negros?
HERGÉ: ¡Naturalmente!... Y tampoco soy antiamarillo... No sé si conoce una historieta que se rumoreaba durante la guerra. A un ciudadano “ocupado” le preguntaron: “Le gustan los ingleses?” “No.” “¡Ah! Así, le deben gustar los alemanes...” “Tampoco.” “¿Quizá los americanos?” “¡No!” “¿Los rusos, tal vez?” “¡No!” “Entonces, ¿quiénes le gustan?” “¡Me gustan mis amigos!”


NUMA SADOUL, Conversaciones con Hergé, Juventud, Barcelona, 1986, págs. 49 y 50, traducción de Johanna Givanel
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