viernes, 25 de mayo de 2012

Neorrabioso



viernes, 25 de mayo de 2012

ANECDOTARIO DE POETAS (382): Luis Antonio de Villena detalla la vida desordenada de Leopoldo María Panero


Si puedo decir que he sido amigo de Leopoldo María Panero (detesto a tantos españoles soplagaitas que abusan de la palabra "amigo" con asombrosa facilidad, y son falsos "muy amigos" de casi todo el mundo); ello ocurrió durante la década de 1970, y más precisamente entre 1974 y 1979. Después Leopoldo María Panero tuvo una crisis muy fuerte (un serio "break down") y se hizo muy difícil tratarlo. Probablemente nos odiaría a los que entonces huimos un poco de él, casi todos amigos poco antes, pero a mí me caía bien, me seguía cayendo bien, sólo que era muy difícil tomar una copa juntos. Mojaba los "croissants" en el agüilla del arroyo, dicen. Yo no se lo vi hacer, pero era posible. No se lavaba. Frecuentemente olía...

En 1974 nos encontramos a menudo en un barito gay (muy en criptomoda) en la calle Larra. Leopoldo era a veces monótono y a veces divertido en su propensión al disparate. Llevaba siempre un libro en las manos -incluso yendo de bares de batalla- y casi siempre me pedía que le presentara a alguno de los chicos que yo conocía. Creo que pensaba que tenía yo más facilidad para ligar que él, lo que no era cierto.

(...) Con Leopoldo pasé noches divertidas en el desaparecido "Drugstore" de la calle Velázquez (como aquella en que me repitió, tantas veces: "Octavio Paz es más tonto que Tijuana") y casi siempre al final estaba su casa, cada vez más desportillada, en la calle Ibiza.

(...) Conocí y fui muy amigo de otro gran personaje de la extraterritorialidad madrileña que había sido, tiempo atrás, amigo también de Leopoldo. Eduardo Haro Ibars. En los finales años 60 habían estado juntos -por consumo de drogas- en la cárcel de Zamora, y a Leopoldo le gustaba Eduardo que al parecer (y sin ocultar nada su lado homosexual) no quiso tener cuchipanda con él. Luego los emparejaron, habitualmente, como "malditos". La comparación -lo recuerdo- irritaba a Eduardo que -decía- no tener nada que ver con Leopoldo. Era cierto que Eduardo Haro apostaba por una lucidez extrema mucho más que Leopoldo María, más desordenado, con mayor turbamulta...

(...) Leopoldo María me queda muy cerca y a la par muy lejos. Como Eduardo Haro (bisexual también) iba a menudo acompañado de una chica. También a menudo -en los bares nocturnos- les pedía a esas chicas, tan bien dispuestas, que ligaran con chicos que le gustaban fuera para acercárselos, fuera para hacer un trío. Más de una vez lo conseguían, lo uno o lo otro.


LUIS ANTONIO DE VILLENA, en el prólogo a LEOPOLDO MARÍA PANERO / DIEGO MEDRANO, Los héroes inútiles, Ellago Ediciones, Castellón, 2005, pág. 8-10
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BATANIA / NEORRABIOSO: Endecálogo neorrabioso para poetas bukowskianos

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Batania, mirada neorrabiosa, al ver que el marcador luminoso de la Línea 1 señala que el próximo metro no llega en siete minutos, y preocupado porque la proliferación geométrica de los poetas bukowskianos amenaza con llevar la poesía hacia su última noche, saca un papel y, erigiéndose en praeceptor hispaniae, dice, expone, razona:


1. Que un poema con veinte tacos no tiene por qué ser mejor que uno de sólo diecinueve.

2. Que además de follar, el ser humano también practica otras actividades. Ejemplos: preparar zumo de naranja, regar los geranios, comprar el pan...

3. Que aparte de Rimbaud, Kerouac, Ginsberg y Bukowski, hay más libros en las estanterías. Ejemplos: Safo, Propercio, Shakespeare, Vallejo, Éluard, Pizarnik...

4. Que además de hijoputa, puta, comemierda y gilipollas, existen otros insultos (este punto me lo ha chivado Quevedo).

5. Que las chicas no son tan fáciles como parecen a simple vista.

6. Que tres polvos seguidos en una noche pueden ser posibles, cinco nos parecen una hazaña, siete una licencia poética y, todo lo que sigue a partir de ahí, NO NOS LO CREEMOS.

7. Que la falta de vocabulario no siempre es mejor que la abundancia de vocabulario.

8. Que la sal gorda no tiene por qué ser mejor que la sal fina.

9. Que si los versos que uno escribe se leen mejor cuando los pasas a prosa, no hay duda: son prosa.

10. Que no terminamos de entender qué pinta un tal Smith comprando tabaco en Lavapiés y un tal Remigio García comiéndose una macburger en Kansas.

11. Que no nos vale ser bukowskiano los martes por la noche y al día siguiente gerente perfecto de El Corte Inglés.


SE RUEGA A LOS POETAS QUE REPARTAN ESTE ENDECÁLOGO NEORRABIOSO EN LOS ATENEOS, CAFÉS, PELUQUERÍAS Y PARADAS DE AUTOBÚS, A FIN DE EVITAR QUE LA LIRA DE APOLO LANGUIDEZCA EN LOS ESTABLOS DE AUGÍAS.
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