En memoria de Marcela García y Elisa
Sánchez.
Esta historia
sucedió en Galicia
con dos mujeres que
se daban caricias;
Un cuento del siglo
XIX con dos princesas
reales,
pertenecientes a la clase burguesa.
Bella era Sol,
morena azabache,
tanto como Luna, de
piel como la leche.
Dos niñas que
juntas jugaron
y, sin darse
cuenta, se enamoraron.
Mas no era la
época. ¡Qué indecencia!
Su amor
escondieron, con miedo y paciencia.
Rodeadas de besos,
juntas estudiaron
y al acabar, de
maestras trabajaron.
Pero hay mentes que
no entienden y que dañan
a dos ángeles que
separaron con guadaña.
Sol burlaba la
noche y cada mañana,
entre amor y
sueños, despertaba con su amada.
Luna, con disimulo,
vencía al día
en bici iba con
Sol, con la que comía.
Sus cuerpos se
abrazaban, frágil porcelana,
confundiéndose
enlazados en su blanca cama.
Su amor fue tan
grande que de nuevo fueron pilladas,
las familias las
rechazaron y fueron separadas
por pueblos,
caminos, rías y cerros
que no hacían más
que avivar sus recuerdos.
Sol, loca
enamorada, se vistió de Lorenzo
para pintar esta
historia con otro lienzo,
y dejando todo en
busca de su amada
huyó con la lluvia
en la madrugada.
Luna, la agasajó
con besos y un te quiero
presentando a su
“novio“, un joven marinero
que con la
identidad de su primo difunto se hizo,
un hombre extraño
que no recibió bautizo.
Tanto esta historia
conmovió al cura
que no dudó en
casar a las criaturas.
Tras la boda, la
gente vio la evidencia
y fueron culpadas
pese a su inocencia.
Declaradas en busca
y captura,
la pareja se dio a
la fuga.
Escaparon, tras ser
perseguidas,
en un barco
encauzando sus vidas:
Hacia América
pusieron rumbo,
nadie supo de ellas
en el Nuevo Mundo.
Biennnnnnnnnnnnn que chulada de poema. Gracias Antonio por este romance. Besos.
ResponderEliminarGracias a ti por dejar que este romance pueda ser leído. Besos.
ResponderEliminarBellísimo romance... me encantó.
ResponderEliminarSaludos,