jueves, 12 de abril de 2012

Neorrabioso


jueves 12 de abril de 2012

TROYA LITERARIA (425): Trapiello contra Octavio Paz


O.P. (qué gran día aquel en que uno supere la ascética prueba de pasar a su lado sin inmutarse) arremete hoy contra Bergamín desde las páginas delABC, a propósito del caso Gide. Cuenta cómo Bergamín recibió alborozado la conversión del escritor francés al comunismo y cómo en el Segundo Congreso de Escritores Antifascistas, celebrado en Valencia en 1937, arremetió contra él, a causa de las críticas que aquél hizo de la Unión Soviética, tras el célebre viaje que realizó por el antiguo imperio de los zares.

Desde luego Bergamín es vulnerable por ese flanco, y no sólo por ése. Sus intervenciones en la guerra, tanto desde un punto de vista político como personal, dejan mucho que desear. Etcétera, etcétera.

Pero lo que no puede permitirse O.P. es llamarlo “un escritor notable” (qué medidito ese adjetivo, qué raspadito, cuánto jesuitismo en él), para añadir a continuación que “tenía gracia, no exenta de melancolía”, y terminar hablanco de su “fondo tétrico”.

A mí que O. P. le perdone la vida de ese modo a Bergamín es algo que me da exactamente lo mismo. Ni siquiera vale la pena compararles a los dos. A mí me parece que una coplilla de Bergamín a lo Ferrán, a lo Bécquer, a lo Machado, a lo Juan Ramón, incluso, valen más que toda la obra de O.P. con su pedantería, con su berza, con su potaje intelectual. Pero eso es algo que es intrascendente.

Yo ahora no escribiría estas líneas si no hubiese leído también la acusación de P., según la cual “ninguno de los asistentes a aquel congreso se atrevió a contrarrestar las airadas reacciones de los escritores comunistas y sus secuaces”. P. estuvo en el congreso, como otros. Han pasado cincuenta años y todavía no hay nadie que le haya dicho que él era un secuaz, desde el momento en que prefirió callarse, si es que calló, si es que no se sumó al festejo soviético, como hicieron tantos, por conveniencia, por miedo, por agrado, por cinismo. Todo se puede explicar. Por otro lado podía haber escrito este mismo artículo en Méjico, dos meses después, o en 1938, o en 1968, cuando estaba en París y creía, viendo aquella cómica revuelta, que la Revolución aún era una solución a algo. Venir a 1991 para declarar eso es como todos esos aristócratas españoles que esperaron a 1975 para dejar de ser fascistas y empezar a ser monárquicos.


ANDRÉS TRAPIELLO, Los caballeros del punto fijo, Pre-textos, Valencia, 1996, págs. 423 y 424


NOTA: El fragmento del artículo donde Octavio Paz condenaba la actuación de Bergamín se puede leer en la troya 282 (AQUÍ)
.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...