martes, 10 de abril de 2012

Neorrabioso-Batania



martes 10 de abril de 2012

Retiro, miércoles, 14 de julio de 2010

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Los llamo poetas septiembro porque al llegar el verano cuelgan una entrada donde te dicen hasta septiembre, me tomo un descanso en el blog, y uno se queda con cara de pomelo, sin entender qué tipo insólito de terapia o curso filobudista habrán seguido para lograr esa hazaña. Creíamos, desde los tiempos en que empezamos a fumar tres o cuatro paquetes diarios de blogspot, que nuestra permanencia en la red se debía solamente a que no podemos dejarla, y esta creencia la hemos asumido de tal forma que ya ni siquiera intentamos despedidas de internet al estilo de os-juro-que-esta-vez-es-cierto, sólo por evitarnos el cachondeo de la concurrencia y una nueva caída en nuestra ya cariadísima reputación. Pero de pronto llegan ellos, los blogueros septiembro, y te anuncian que se van de vacaciones. No sólo lo anuncian, sino que lo cumplen y nos demuestran que la lucha contra la drogadicción es posible. Te hacen sentir como si estuvieras en un hospital de enfermos incurables y una mañana apareciera el médico para darle el alta a tu compañero de habitación. A estas horas estarán en Cancún o Benidorm, pasándoselo en grande y descojonándose de los poenautas que no podemos, los poenautas que ni lo vamos a intentar porque nos hemos resignado a que lo nuestro sea un desvivir sin septiembres hasta la muerte. Pues quizá la muerte sea sólo eso, un cerrar de una vez la pantalla, y morir nada más que dejar de escribir en el blog.
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lunes 9 de abril de 2012

Las mujeres combate

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Lo adecuado sería enamorarme
de mujeres con fresas en el pelo
y lamerles sus rojos sosegados
veinte veces o treinta por semana,
lo adecuado sería evitarme
las mujeres tormenta
las mujeres navaja
las mujeres combate
las mujeres pregunta
las mujeres tornado
las mujeres problema
las mujeres batalla,
lo adecuado sería apartarme
de los centros, huir
de las zonas urbanas y escapar
al extrarradio, que no puedan
conseguir mi correo ni mi número
de preso, que no conozcan las señas
del niño mío o la mosca mía,
que no me encuentren,
que no se repita Iratxe:
que a ninguna de esas mujeres
le sea posible acercarse, que
no tengan ocasión de dirigirme
ni
la
más
mínima
palabra.
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jueves 5 de abril de 2012

martes 3 de abril de 2012

Perdone, pero lleva la bragueta abierta

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Era el primer día de curso y el profesor llegó con la bragueta abierta. Fue en clase de Marketing o quizá en Relaciones Públicas, no estoy seguro. Tampoco recuerdo bien si el profesor se llamaba Patxi Doblas o Patxi Mardaras, pero era mi segundo año en la Universidad de Leioa, año 93, allá en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, y las ciento cincuenta personas que saturábamos la clase sólo teníamos ojos y risas para la bragueta del profesor. Hasta que una chica rubia levantó la mano:

–¿Decía? –preguntó Patxi, el profesor.
–Perdone –contestó la chica–, pero lleva la bragueta abierta.

Aquello fue el acabose. Los ciento cincuenta alumnos, hasta entonces con la risa contenida, estallamos en carcajadas. El pobre Patxi se puso azul y luego violeta y luego rojo, aunque salió del paso con buen pie:

–Gracias, mujer, gracias. Menos mal que me lo has dicho. Ya me parecía a mí que se oían muchas sonrisitas extrañas en esta clase. Cabrones.

A la salida aún seguíamos riéndonos de la bragueta del profesor y de la sinceridad brutal de aquella chica rubia, que por cierto era un bellezón, aunque a mí me parecía que existen otras maneras de decir las cosas. No sé. Si yo quisiera hacerle notar a un profesor que lleva la bragueta abierta, pienso, se lo diría en un aparte para no humillarlo, y no levantando la mano y de modo que me escuche toda la clase. Pero aquella chica estaba para mojar pan, ya lo he dicho, y tengo comprobado que las chicas que están buenas creen que todo se les ha de ser consentido y jaleado por la sola razón de su carita.

Al día siguiente volví a la facultad a la hora de siempre, sobre las 8:10, cincuenta minutos antes de que empezaran las clases, y me dispuse a jugar la partida de mus habitual con Rakel, Aritza, Nerea y Álex, compañeros que había conocido en el primer curso. Pero aquel día había una novedad con respecto al año anterior: una amiga de Rakel se incorporaba al grupo. Cuando la vi me quedé pasmado: era la misma maciza que el día anterior le había dicho al profesor que llevaba la bragueta abierta.

–Yo me llamo Alberto –me presenté–. ¿Y tú?

Pareció no haberme oído. Se tomó un tiempo para mirarme de soslayo y después se pasó la mano por la melena. Por un momento pensé en presentarme otra vez, pero al fin dijo:

–Iratxe.
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lunes 2 de abril de 2012

La muerte

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Por tanto,
la locura sabe mi nombre
y los féretros fueron calumniados:
la muerte es un retiro,
la muerte es una gárgola,
la muerte es la alfombra y turba necesaria,
pero yo
entonces
pregunto
por qué al primer disparo me saltaron los dientes
de leche,
por qué mi padre está muerto
y a salvo
y siento míos sus gusanos,
por qué me siguen comiendo,
día a día,
cada minuto,
por qué esta noche
los trenes huyen como leopardos,
no os entiendo,
la gente se muere
y no os atrevéis a cortar las calles,
no quemáis los contenedores,
no lanzáis piedras contra ellos,
no escapáis de los antidisturbios,
os odio, me dais asco,
quisiera meteros un cactus de carbón
en lo más hondo de la boca
y que ardierais en la misma pira
con vuestras malditas biblias de cobardes,
queréis acostumbrarme a la muerte
pero la muerte
no es ninguna maestra,
no es ningún telescopio,
la muerte no es un atlas,
no da sabiduría,
la muerte no da nada
más que miedo
silencio
soledad
y rabia.
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