viernes, 2 de marzo de 2012

Rafael Reig, escritor. Blog amigo.

Plétora y diluvio

Ayer fui al café Molar, en la calle La Ruda. El sitio es muy acogedor, con su bar y su librería de tebeos y discos (lo que ahora llaman vinilos).
Nadie sabía a qué hora empezaba aquello, todo eran conjeturas, así que nos pusimos a tomar cañas hasta que ya no cabía más gente y decidimos empezar.
Por allí estaba Enrique Flores, que todo lo que ve y le pasa lo dibuja en un cuaderno. Así surgió su Cuaderno de Sol, un diario dibujado de la acampada que ya es un clásico.
Así nos vio a Mauro y a mí dando la paliza al respetable:
Cuando protesté (¡tío, estás tarado, yo no estoy tan gordo!) me explicó no sé qué de la perspectiva, los puntos de fuga, el encuadre y la madre que lo parió
Los dibujos de lo que ve y le pasa los pone Enrique a diario en su blog, seguro que te apetece verlos: aquí los tienes.´
Aquí nos tienes, aunque creo que salimos mejor dibujados que fotografiados:


Mauro y yo hablamos (un poco) de Plétora de Piñatas y también (bastante o demasiado, según algunos) de lo primero que se nos pasaba por la cabeza.
Nos reunimos allí, entre los admiradores de Mauro, algunos antiguos compañeros de Público, hoy parados de larga duración, como yo o Iñigo Sáenz de Ugarte o Rapa Carballo.
Yo también tengo mis cuadernitos en los que escribo todos los días, qué pasa.
Empiezo así, en un cuaderno (o en la servilleta de un bar, me da lo mismo), luego lo paso a máquina en la Olympia que me regaló Chavi Azpeitia y, al final lo paso a ordenador.



Sí, ya lo veo, que son mucho más interesantes los cuadernos de Enrique.
Qué le vamos a hacer.
Me gustan los lápices y las plumas. Cuando lo he pasado todo y está todo el cuaderno tachado, lo tiro.
Nunca guardo borradores ni blocs de notas ni unas fichas que tengo para cada personaje, donde les voy apuntando gestos característicos, biografía y a veces hasta los dibujo (con mucho menos arte que Mauro Entrialgo o Enrique Flores). Galdós también dibujaba a sus personajes (y bastante bien, por cierto).
A la basura. Cuando una casa está terminada, ¿no se quitan los andamios?
Algún modelo anterior tiene que servirte de inspiración y yo, que no reparo en gastos, leo el Génesis, sobre todo desde que ha ganado la derecha, por si acaso.
Dada mi humildad, me identificó con el protagonista, claro está.
Génesis es una metanovela, la historia de un tipo que quiere escribir una novela. un tal Elohim o Yahveh.
Te la recomiendo, es un modelo de cómo se crea un universo narrativo, una novela.
Todo era yermo y vacío y las tinieblas cubrían el océano, pero un día se le ocurre por fin algo, el latido de lo que podría ser una buena historia, y entonces el espíritu se cierne sobre el agua.
Es esa la primera idea, el detonante, eso que ves un día en la ducha y tienes claro que es lo que quieres hacer.
El tipo dice: vamos allá. Haya luz. Y hubo luz. Y vio Elohim que la luz era buena.
Es tan típico, cuando uno empieza a escribir todo le parece estupendo. Y pones un personaje que es un tipo sin dientes que adivina el futuro y lo ves y te dices que es bueno. Todo vale. Todo lo lees en caliente, nada más escribirlo, y ves que es bueno, como el protagonista de Génesis.
Así sigue el tío, a remolque de la inspiración, durante unos días: todo lo que escribe Elohim en sus cuadernos le parece estupendo y va cada vez más deprisa y con ideas más disparatadas (¡mira que crear hombres y mujeres! ¡A quién se le ocurre!).
Esa fase es un poco febril, vas cuesta abajo, dura poco, y uno acaba agotado y el séptimo día hay que descansar.
En la novela Génesis todo es simbólico, entiéndeme: no es que sean seis días de reloj, quiere decir que es rápido y que pierdes el sentido crítico, todo te parece bien, y al final descansas la mar de satisfecho.
Cuántas veces no he pasado por ahí: rellenas diez o doce cuadernos, escribiendo sin parar, y al séptimo día descansas y todo te parece bien.
Sin embargo, cuando lo vuelves a leer, se te cae el alma a los pies, como le pasa a Yahveh.
Yahveh se arrepintió de haber hecho al hombre en la tierra (Gén. 6, 6).
Nos pasa a todos.
Dijo, pues, Yahveh: Borraré de sobre la haz del suelo al hombre que creé, desde los hombres a las bestias, los reptiles y las aves del cielo inclusive, pues estoy arrepentido de haberlos hecho. (Gén. 6,7)
En el último momento, cuando vas a tirar el manuscrito al fuego, siempre aparece un Noé.
Llamamos Noé a algo que merece salvarse entre todas las chorradas que has ido añadiendo durante los seis días de escribir sin mirar atrás, lo primero que se te ocurre, bestias, pájaros, mujeres y hombres.
Si hay suerte, en el último minuto,  antes de tirar todo a la basura, te das cuenta de que existe un Noé, algo que merece ser salvado: una sola idea sencilla, un personaje, un par de situaciones en las que piensas que puede haber una posibilidad de que salga bien si lo corriges y lo reescribes.
Viene entonces una fase del trabajo a la que llamamos Diluvio Universal. Es decir, la corrección, el verdadero trabajo (que ya no podrás hacer en seis días, claro está).
Corregir es lo importante, lo que da vida a una novela. Escribimos con agua, con el diluvio sobre la creación fracasada.
La lluvia es la que escribe.
Como en esta historia de Yahveh o Elohim, lo primero que escribes siempre es fallido, un borrador sobre el que trabajar diluviando.
Cuarenta días y cuarenta noches de diluvio, porque es mucho más trabajoso que la creación, siempre es así.
El diluvio pasa a limpio el borrador de la creación.
Es el verdadero trabajo: abrir las compuertas del cielo y anegarlo todo, tachar, borrar, suprimir, rectificar esa humanidad que habías creado y que no valía para nada.
Metes en un arca lo que quieras salvar, tu Noé, lo que merezca la pena de esos confusos borradores en blocs, y te pones a llover sobre tu manuscrito durante cuarenta días y cuarenta noches.
Llueves sobre tus palabras para que digan otra cosa.
Así es como yo creo que hay que trabajar: corrigiendo más que creando.
A imitación del protagonista de esa novela o metanovela, Génesis, que te recomiendo. No está mal del todo, aunque es la típica novela-sobre-cómo-se-hace-una-novela.

Comentarios (4)

Tinejomarzo 2nd, 2012 at 10:04
Y si algo necesitamos es ciudadanos como Rafael que, libreta en mano, apunta y recoge, transcribe y corrige, hasta aposentar la idea que después se convierte en suave ladrillo, una sobre otro, uno junto a otro, y termina conectando hasta que ves la última planta y sabes que has acabado la obra. Para ser admirada, para darnos los buenos días.
http://casaquerida.com/2012/03/01/el-desguace-de-finos-utilitarios/
Microalgomarzo 2nd, 2012 at 10:16
Y bueno, si Dios es omnipotente y omnipresente y ve el pasado, el presente (estos dos, no tiene mucho mérito) y el futuro (esto sí lo tiene), ¿cómo va y hace una cosa de la que luego se arrepiente?
El monoteísmo hace aguas por todos lados.
Y bueno, Maese Reig. Si dice Usted que está en paro, y viendo posts como éste, que es un estudio utilísimo para los que quieren escribir más que redactar… ¿por qué no imparte un curso de literatura para caníbales? Si fuera on-line, ya tenía Usted un alumno (por lo menos).
Piénseselo, y ponga un precio…
rafaelreigmarzo 2nd, 2012 at 10:23
bueno, en paro, pero con trabajos, por ejemplo en Hotel Kafka, donde enseñamos lectura y escritura…. y muy pronto on line a través de Second Life, ya te aviso. Abrazo
rafaelreigmarzo 2nd, 2012 at 10:24
Gracias, a ti te necesitamos más

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