viernes, 2 de marzo de 2012

Eva R. Picazo. Poeta. Blog amigo.

0
En el mes de mayo del año pasado moría Severiano Ballesteros, quizá nunca exista nadie como él, y cómo fue en realidad en su círculo más íntimo lo cuentan sus amigos (Bernd Schuster, Matías Prats, Olga Viza, Emilio Butragueño, Enrique Ponce, Michael Robinson, José María Olazábal, Manuel Piñero, Matteo Manassero, Iñaki Cano, Valentín Requena, Gonzaga Escauriaza, Antonio Garrido, Ramón Sota, Jacinto Álvaro, Cristóbal Belda, Carlos García Hirschferld, Nuria Pastor y Sinacio), en el primer libro del aniversario de su muerte – 18 hoyos con Seve -,  que se presenta el próximo 11 de abril en Madrid, escrito por mi compañero Guillermo Salmerón Director de www.elperiodigolf.com y Director del Programa Bajo Par de Radio Marca, quien me pidió que escribiera un poema a Seve porque no conocía homenaje mejor para empezar el libro, le pedí que me contara cosas del Seve de verdad, de ese Seve al que las personas se le daban regular porque era un tanto especial, pero que en distancias cortas y en el día a día, era tan sencillo como lo recuerdan en el libro.
Al escribir el poema pensando en Seve y sobre todo poniéndome en la mente de ese niño que juega con un palo de golf y que día a día se va al mar a golpearle piedras, creo que atravesé la piel, y me acerqué en el lenguaje, cuando lo terminé decidí enviarlo al concurso de Amparo Bletisa, resultando ganador, como ya os conté AQUÍ en otro post.
El 11 de abril de 2012 en la terraza de Groupama con unas vistas estupendas de Madrid, leeré mi poema para Seve.
`A la memoria de Severiano Ballesteros
Pionero.  Revolucionario. Irrepetible ´

(ya no duermen las piedras tan al norte)
Fue la piedra cántabra la única incansable
aquellos días, a la espera del golpe firme y preciso.
La piedra pulida en la boca de almíbar de un niño.
– no te costaba nada entonces –
Crecían las dalias
y tú no te dabas cuenta,
empeñando el tiempo
en pulir la piedra.
Crecían las mandrágoras y los jarales,
en tu jardín el magnolio,
con perfume de azaleas.
Crecían los dientes y la risa.
Distancias. Lugares que alcanzaste
con mano de hierro y un  tres dibujado.
Decían tú y el infinito.
La grandeza de tu nombre,
y tú no te dabas cuenta,
empeñando el tiempo
en pulir la piedra.
Fueron aquellos, tus ojos,
a los que les costaba entender,
que ya nunca dormirían
en el norte, ya nunca sin ti,
nunca sin la dalias y las piedras.
© Eva R. Picazo
 
2
el suelo en los pies
y en la verticalidad de la vida
te digo
que no somos ni una palabra
que acerque la circunferencia
de unos labios camino del beso,
el elástico roto del tiempo
me resbala por las piernas,
quiero dejar en punto muerto
el peso del miedo a la soledad
cualquier domingo
el jadín entero
se enreda en la hiedra
cosiéndome el silencio a la boca,
el silencio
en la boca,

- en todas las bocas,
que gritan -
© Eva R. Picazo

1 comentario:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...