lunes, 6 de junio de 2016

la felicidad, esa voluble y escurridiza puta de lujo


me prohibieron ingerir alcohol
fumar ya sea tabaco o cualquier otra clase de droga
las carnes rojas, los alimentos grasosos
café, harinas con gluten; no me prohibieron el sexo, pero
habida cuenta que
si no llevo encima la cantidad suficiente de whisky
no existe poder humano en el mundo que
me haga articular más de dos frases seguidas
-y el hecho de no tener mujer desde hace rato-
entonces por lo tanto se puede decir
que con el alcohol también me quitaron
la única forma en que puedo llegar a estar en condiciones
no digamos ya de ligarme a una tipa cualquiera en la barra de un bar
sino tan siquiera de dar ese par de sencillos pasos que hay que dar para
terminar culeando con una putita en algún pinche hotel de mala muerte

así de jodido está el panorama

tener que llevar una puta vida de monje tibetano
pero sin quedarme por lo menos la satisfacción
de poder asomarme a la ventana de mi celda de vez en cuando
y contemplar allá afuera las cumbres nevadas del himalaya
-o de ser puto y que me gustara dar y que me diera por el culo
todo el personal del monasterio-

me pregunto qué caso tiene vivir esta clase de vida de mierda

keanu reeves dijo hace tiempo
en una entrevista que le hicieron:
"algunos necesitan ser felices para vivir, yo no"
keanu reeves, que vive en new york, que gana 30 millones por película
que sube al metro para poder leer el periódico tranquilamente en las mañanas
que desayuna café y jugo de naranja y deliciosos panecillos rebosantes de
gluten
que si de pronto se aburre de la puta rutina
no tiene más que tomar el primer avión a francia
y pasarse esquiando las siguientes dos semanas en zermatt
que con la pura facha le basta para convencer
a cualquier hermosa y agradable chica mediterránea
de acompañarlo a pasear por la riviera frances a bordo de un deportivo italiano
y que ella se la vaya chupando meticulosa y detalladamente
mientras él conduce sin prisas al atardecer
metiéndose tragos de un macallan 20 años de 5000 dólares la botella

así cualquiera ¿no?

pero a un hombre como yo
un vulgar tipejo del montón que
ni de lejos tiene la apostura de keanu reeves
los millones de keanu reeves, la estabilidad emocional
que debe generar en el espíritu de este sujeto
la certeza de saber que su vida no fue un puto desperdicio sin objeto
porque en una ocasión rescató a sandra bulok de las manos de un psicópata asesino demente;
a un pobre diablo como yo
feo, panzón, calvo y amargado
que no tiene ni un puto cartón donde caerse muerto y al cual
ahora le quitan las pocas cosas que lo separan
de no terminar tomando la decisión de meterse un plomazo en la boca
-y conste que no me autocompadezco-
¿qué mierda le queda entonces como aliciente
para poder continuar sin desfallecer en este absurdo viaje
rumbo a la nada y el olvido?
¿acaso poder comerse un puñado de asquerosos brócolis a mediodía?
¿o poder beberse una taza de té verde en ayunas?
¿o bien levantarse todos los días a las 6 am
para darle doce vueltas a la puta manzana a paso veloz?

yo, en realidad, al igual que keanu reeves
no necesito ser feliz para vivir;
yo, incluso, me atrevería a decir
que puedo vivir aun siendo
considerablemente infeliz y aun sintiendo
la mayor parte del tiempo un profundo asco por mi vida y todo
cuanto ella encierra

pero vivir sin ponerme hasta el culo de tequila los fines de semana
vivir sin los pulmones atiborrados de toda clase de mierdas tóxicas
vivir sin putas, sin cantinas llenas de asquerosos borrachos con los cuales
sostener interminables y profundas conversaciones filosóficas al filo de la inconsciencia
vivir sin esos turbios amaneceres resacosos que te encuentran
arrojando hasta las tripas con la cabeza metida
en el resquebrajado mingitorio del cochambroso baño
de un cuarto de hotel de quinta donde terminaste recalando
vete a saber a qué horas, vete a saber con qué espécimen de ave nocturna
-la que que ahuecó el ala en cuanto pudo vaciarte la cartera-
vivir por vivir, como dice la letra de esa vieja canción italiana
donde se habla de un desalmado y cruel amante que se marcha en cuanto sabe
que la chica de 16 a la que desfloró una tórrida noche de verano
está embarazada y ahora le pide que se case con ella
-la pobre e ilusa pendeja incluso cree que el tipo la quiere
y por ello se suicida cuando sabe que él se ha esfumado-
vivir por vivir no es suficiente cuando ya se conoció
la magia luminosa de ciertos momentos, el esplendor oculto
en la vulva tenebrosa y carnívora de la puta vida

y al final no hay más opción que mandarlo todo a la chingada


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