domingo, 22 de mayo de 2016

por qué no puedo escribirte un poema de amor


te juro que por más que trato
de ponerme poético y romántico
y escribir en tales óptimas condiciones
el poema de amor que desde ya tiempo
me vienes pidiendo que te escriba
"para cuando sea una vieja y esté sola y
recluida en un puto asilo, tener
algo que me recuerde que
alguna vez fui joven y bella y los hombres
me amaron"
por más que me rompo la cabeza
hurgando en los recuerdos que tengo de ti
al final no es nunca tu dulce sonrisa
ni la curva sensual de tus caderas ni
la sombra de melancolía en que a veces
se sumerge tu mirada
lo que se me viene a la mente cada vez
que intento componer el jodido poema; no es
la maravillosa fragancia de tu cuerpo
bañado en sudor después de que cogemos
ni cómo cuando las cruzas
se entrelazan tus piernas como un alargado fusilli
al que de inmediato siento la tentación de
separar en dos mitades para
incrustar el macarrón en su punto de engarce: no, no es
nada de eso lo que al final
me lleva a caer en el trance alucinatorio
bajo cuyos efectos siento por fin que podría ser capaz
de dar forma a un poema inspirado en ti:
sino acordarme de la vez aquella
cuando te hablé por teléfono a tu casa
y te dije que cogieras un puto taxi
porque llevaba ya un par de semanas sin coger y
los huevos estaban a punto de estallarme
"date prisa, yanisbet, que me estoy quemando
y lávate bien el coño y si puedes
te lo rasuras para que los pelos
no me piquen la cara cuando te lo coma;
acuérdate de ponerte las braguitas rojas estampadas
con figuras de ositos cariñositos y abejitas
que te compré porque me recordaron los tiempos
de mi feliz infancia cuando en las reuniones familiares
le quitaba a mis primas los calzones para verles el coño
(y me preguntaba de qué chingados iba a servirle a las pendejas
durante la vida aquella jodida ranura de alcancia)"
después de colgar, y como calculé
que no llegarías antes de una hora
subi al carro y manejé hasta el walmart
donde compré tequila y cerveza y un poco de pan
jamón para untar, cigarrillos y tomates deshidratados;
ya de regreso me entretuve sin embargo
por culpa de una marcha del orgullo gay o alguna mierda parecida
organizada por gente que piensa que bloqueando las putas calles de las ciudades
el mundo aprenderá de una puta vez a respetarlos e incluso admirarlos
o qué sé yo qué chingada madre;
el caso es que me tardé más de la cuenta
en volver y mientras tanto
habiéndote encontrado con que te olvidaste el bolso
por las prisas de acudir a nuestra cita
-y en el bolso el celular y el dinero-
desesperada por mi inexplicable ausencia, apremiada
por el puto taxista que incluso llegó al extremo
de amenazarte con llamar a la policía para hacerte pagar la corrida
a ti no te había quedado más alternativa
que recurrir a tus habilidades femeninas para salir del brete:
cuando por fin llegué me encontré con la sorpresa
de mirarte a través de la ventanilla del taxi aparcado frente a mi casa
recostada en el asiento trasero chupándosela al puto cabrón del taxista
tu falda arremangada, las braguitas rojas estampadas
con figuras de ositos cariñositos y abejitas tiernas
bajadas hasta los tobillos y las manotas del cerdo
aplastadas sobre tu culo y magreándote el coño recién rasurado;
traté de interrumpir la pornográfica escena
golpeando la ventanilla, la portezuela y el techo
sin conseguir, no obstante, alterar en lo más mínimo
el ritmo cadencioso y experto con que tú proseguías
haciendo lo que mejor sabes hacer, y el cuerpo del puto taxista
se contorsionaba como el de una víbora al arrastrarse sobre los pedruscos de un desolado yermo;
cinco minutos más tarde, después de que yo tuviera tiempo
de haber ido a la casa y puesto las cervezas a enfriar y cambiarme de camisa
volví a bajar justo cuando el puto taxista
aceleraba el carro haciendo chillar la goma de los neumáticos sobre el asfalto
antes de enfilar calle abajo en dirección a donde sea que van los putos taxistas
después de que se las acaban de chupar practicamente gratis en el asiento trasero
de sus putos cacharros de mierda que ni aire acondicionado tienen

tú de pie en la acera, con el pelo revuelto y el maquillaje corrido
es la imagen que no desaparece de mi cabeza cada vez que intento
escribirte un puto poema de amor, mi querida yanisbet

y tu boca escurriendo semen hasta la barbilla


2 comentarios:

  1. una vez habló contigo Lupita por teléfono villita y no llevaba bragas, lo digo por si se te ocurre hacerle un poema jajajajaja



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  2. pos a ver si puedo, loli, ya sabes que los poemas te caen de las nubes o de por allá arriba
    besotes

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