miércoles, 3 de febrero de 2016

mi dulce borrachita


no resulta ser tan raro como uno creería
cuando vives con una mujer alcohólica
eso de que te despiertas un domingo cualquiera
-o un martes cualquiera o un viernes cualquiera-
con ella a un lado roncando como una puerca y
apestando a sexo, sudor y alcohol degradado;
eso de que te despiertas, decíamos,
una mañana cualquiera, con una erección monstruosa y
una resaca de los mil demonios
y que después de echar una buena meada y mirar en la cocina
no puedas tomarte una puta cerveza helada porque no queda ninguna ya en el refri
-no queda de hecho una sola gota de alcohol en toda la casa y
lo más probable es que tampoco en los apartamentos contiguos del edificio-
porque la puerca borracha de tu mujer tiene la pinche costumbre
siempre que coge el pedo
de chuparse todo lo que encuentra en cuarenta metros a la redonda;
y no solo que no puedas aliviarte la jodida resaca con que amaneciste
sino que además no puedas aliviarte tampoco
de las tremendas ganas de coger que sientes
porque la puta borracha de tu media naranja tiene la pinche costumbrita
cada vez que agarra el pedo
de cogerse -siempre y cuando no seas tú-
a cada hijo de puta que se le pone enfrente
en cuarenta o cincuenta metros a la redonda
-y el puto edificio tiene 4 plantas y 6 apartamentos en cada planta-
y ahora está allí, despatarrada en la cama roncando como un puerca
apestando a sexo, sudor y alcohol regurgitado
y con su rolliza humanidad recubierta desde el pelo hasta la punta de los pies
de una espesa capa de semen reseco y
con el coño rezumando leche todavía
-como si fuera el sumidero obstruido de un establo de ordeña de vacas-
ofreciendo la imagen de una especie de godzilla disoluta y lúbrica
que con sólo verla te hace sentir las arcadas del vómito estrangularte la garganta;

y tampoco resulta ser tan raro como uno pensaría
en ocasiones como la anteriormente expuesta
que al despertarse tu mujer y encontrarse con que no queda en el refri
ni siquiera una puta cerveza para la resaca
te busque luego y acabe soprendiéndote en el baño
sumido como el más misógino y marginado de los adolescentes
en el paroxismo de la masturbación, y que la muy puta
tenga todavía la jeta dura de reclamarte
-siendo que ella se pasó la madrugada entera culeando con todo el edificio-:

"¡cómo no pensaste bajar primero a la tienda por cerveza, hijo de la chingada
antes de ponerte a practicar tus asquerosos vicios sexuales!"



1 comentario:

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...