un puto mediocre follador de tercera

cómo admiro a esos hijos de puta
capaces de clavar la mirada en los ojos de una mujer
y decirle "te amo, mi hermosa princesa, eres
la chica que toda la vida esperé"
sin siquiera un leve pestañeo, una falsa nota en la voz
y enseguida lograr merced a algún misterioso poder sugestivo o qué sé yo
que ella acceda a subirse la falda y ponerse a gatas
y que le metan la verga hasta pegar con pared
en aquella entrepierna anegada en un mar de credulidad
usarla como una simple escalera al orgasmo, un artilugio
mediante el cual intensificar el propio goce
y que aun después de consumar la cópula
tienen la desfachatez de mentirle a la fulana:
"eres el mejor palo que he echado en años"
mientras en su fuero interno tal vez piensan
"tienes el par de nalgas con más celulitis que he visto en mi puta vida"
y se visten con prisa porque ya les quema la cercanía
de ese cuerpo usado que desprende un tufo a cenizas mojadas
los admiro y quisiera ser como ellos
poder tener el virtuosismo de que hacen gala
cuando emplean la retórica del amor que ellas inventaron
en aquellas largas y húmedas noches de la prehistoria
para retener a su lado a las bestias peludas que las proveían de sustento
y la vuelven un instrumento de contundente eficacia
para lograr el único propósito que en realidad los mueve:
meterla en un coño distinto antes de que termine el día
"eres bella como mariposa que vuela de rosa en rosa, por ti sería capaz
de cruzar los mares solo para mirar tus ojos"
y al decirlo sonar tan convincentes como martin luther king
cuando pronunció aquel puto discurso donde dijo tengo un sueño
y con el cual hizo que se mojaran todas las chicas al sur de alabama
los admiro y cuando los veo saltar
alegremente de cama en cama dejando tras de sí
un reguero de culos perforados y de corazones rotos
me pregunto por qué clase de jodida maldición
siendo yo poeta y experto por tanto en el oficio de mentir
y teniendo una tranca descomunal y una facha presentable
nunca he sido capaz sin embargo de ahorrarme la infinidad de esfuerzos
citas fallidas, desencuentros y cientos de horas de palabrería insulsa
que cada vez que apunto la mira sobre una mujer
tengo que tragarme como parte de una prolongada y desgastante labor de asedio
todo para que a final de cuentas probablemente solo consiga
que me chupen la verga de mala gana y a veces
con suerte que se dejen meter un dedo en el coño mientras me masturbo 
(y poniéndome una cara de asco por añadidura
como si quisieran dejar bien claro que si consintieron en ser usadas
lo hicieron solo porque ya las tenía hasta el culo con mis ruegos
mis putos regalitos pendejos y mis frasecitas de amor pedorras
y el hecho de medio aflojarme las nalgas formara parte
del preámbulo de despedida terminado el cual me mandarán
definitivamente a la mierda de una puta vez)
los admiro y observo la prodigiosa flexibilidad de su lenguaje corporal
y estudio sus prontas réplicas, sus fingidos y ardientes reclamos
y me pongo verde de envidia al constatar la rapidez con que consiguen transformar
a la más pudibunda y virginal recatada jovenzuela 
en una puta desquiciada y ninfómana a la que de pronto
le entró una urgencia irreprimible por meterse una verga hasta el esófago
y me pongo amarillo de rabia al comprender que por mucho que me esfuerce
mis habilidades como follador serial de mujeres nunca me permitirán
salir de la parte media de la tabla del campeonato de folladores de la tercera división
donde también pululan los perdedores, los fracasados y los poetas homosexuales
dándose por el culo unos a otros mientras se recitan mutuamente
sus cursilerías y mariconadas con las que pretenden
llegar algún día a ser comparados con ese hijoputa de neruda