O QUE NO EXISTÍAN. A ESO VENGO.
LUNES, 23 DE FEBRERO DE 2015
Un mes después
“Cuando tú vienes airada,
todo lo pasas de claro
con tu flecha”
Jorge Manrique
todo lo pasas de claro
con tu flecha”
Jorge Manrique
Se marchitan las rosas; la rosa blanca y la rosa roja que rescaté de las cenizas la tarde de tu partida.
Han agotado el aroma y la seda de sus pétalos. Ahora son púrpura y cera; vino añejo y nieve antigua.
Llegué a casa ebrio, mordí el tallo para acortarlas y las introduje en un cilindro de cristal. Me pareció un objeto mágico, el espacio infalible de la vida eterna donde se conservaría siempre el símbolo del cariño que recibí de tu existencia.
“¡No quiero perderte!”-grité.
Te he llorado en lágrimas y día a día derramo mi duelo en silencio.
Te he llorado en lágrimas y día a día derramo mi duelo en silencio.
A veces busco y ambiciono consuelo invocando recuerdos. Entonces, con la misma brevedad con que nos castiga la vida, consigo verte sin verte, apenas unos instantes, regalándome tras la ventana tu saludo de amor.
Porque creo en la memoria, y en la huella evocadora que se hunde en lo vivido. Me dicen, incluso -seguramente con buena intención- que si te guardo aquí y consigo conservarte dentro de este espacio de piel que cubre mi pecho, entonces -me dicen- no habrás desaparecido.
Por eso estaba convencido -ingenuo discípulo de tu bondad- que las flores fúnebres podrían encarnar tu rostro; tu rostro sonriente tras la ventana de cristal luminosa, despidiéndome cada día que llegaba, y te besaba, y escuchaba tu voz, y me decías sin decirlo ¡Cuánto te quiero, hijo!.
PUBLICADO POR EL POBRECITO HABLADOR DEL SIGLO XXI
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