lunes, 9 de febrero de 2015

LA MONSTRUACIÓN

LUNES, 09 DE FEBRERO DE 2015
Era un día único en toda la larga historia de Parsimonia, un pequeño pueblo de trescientos habitantes que vivían en calma absoluta rodeados de paz y armonía. La prueba de la existencia de tan singular lugar, era un punto a menudo desapercibido en el intrincado atlas del mundo. Hoy, por vez primera, los hospitalarios, sencillos y tranquilos habitantes de Parsimonia tenían visita, por lo que mostraban sus sonrisas de bienvenida y abrían sus puertas de par en par para recibir, nada más y nada menos, que a su Insigne y Honorable Majestad Rey de Reyes, Taymullah Samamé IV, tercera reencarnación de El Mahdi, Mesías de los Rastafaris, emperador de Mesopotamia y capitán general de los ejércitos de África del Norte y el sur de Asia.


Para tan magno evento se consensuó por votación popular, un programa de actos cuyo primer punto del día sería la visita a los lugares más importantes y emblemáticos del pueblo. La segunda actividad, consistiría en degustar un banquete de lujo cuyas exquisiteces serían macedonia de hortalizas, potaje campestre con patatas del día, y agua del pozo de la plaza del pueblo como elixir a beber. Como acto final de aquel programa de estado, se harían fotografías y se firmarían, ante notario y por ambas partes, los documentos oficiales a fin de inmortalizar, documentar y dar fe de tan gran acontecimiento. Así pues, el Insigne y Honorable Majestad Rey de Reyes, Taymullah Samamé IV, tercera reencarnación de El Mahdi, Mesías de los Rastafaris, emperador de Mesopotamia y capitán general de los ejércitos de África del Norte y el sur de Asia, a las nueve y media de la mañana, comenzaría su itinerario cultural acompañado por el alcalde de Parsimonia, el señor Floripondio Algaseca, y la concejala de Cultura del mismo pueblo, Zarzaleana Yerbaespumosa.


Amaneció con la frescura propia del rocío y con un despejado cielo azul intenso donde brillaba el sol como único protagonista. Como todo en la apacible villa de Parsimonia, el programa de actos trascurrió sin sobresaltos ni contratiempos. Tanto fue así, que el Insigne y Honorable Majestad Rey de Reyes, Taymullah Samamé IV, tercera reencarnación de El Mahdi, Mesías de los Rastafaris, emperador de Mesopotamia y capitán general de los ejércitos de África del Norte y el sur de Asia, mostró su más sincera gratitud por el diligente trato recibido, pues eran ya las tres de la tarde y, como quedó concertado en protocolo, debía personarse de inmediato el notario para las firmas pertinentes, y así poder partir con su numerosa cohorte a sus lejanos y exóticos dominios.


El tiempo pasó lento y sosegado como un perezoso banco de nubes navegando en el horizonte, y el fedatario de Parsimonia, el venerable don Protuberiano Matabaja, hizo su tardía aparición a las cuatro y media. Por la parte que corresponde, Floripondio Algaseca y Zarzaleana Yerbaespumosa, sin atisbo alguno de nerviosismo, explicaron a su visitante, el Insigne y Honorable Majestad Rey de Reyes, Taymullah Samamé IV, tercera reencarnación de El Mahdi, Mesías de los Rastafaris, emperador de Mesopotamia y capitán general de los ejércitos de África del Norte y el sur de Asia, que pese a esta imperdonable tardanza, el notario de Parsimonia era un funcionario ejemplar, disciplinado y riguroso en sus quehaceres oficiales. Fue así como aprendió el Insigne y Honorable Majestad Rey de Reyes, Taymullah Samamé IV, tercera reencarnación de El Mahdi, Mesías de los Rastafaris, emperador de Mesopotamia y capitán general de los ejércitos de África del Norte y el sur de Asia, que el distinguido notario don Protuberiano Matabaja, natural de la humilde villa de Parsimonia, en sus noventa y cuatro años de vida, jamás bajo ninguna circunstancia perdonaba su hora y media de siesta.


Ni siquiera por el puto y jodido Sursum Corda.





Regurgitado por Cabronidas 

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