viernes, 13 de febrero de 2015

LA MALQUERIDA

jueves, 12 de febrero de 2015

El espejo

Iba muy contenta al hospital, ¡lalaralará! con mi bolsita de mano y mis tenisitos viejos. ¿Por qué te llevas esos tenis feos? ¡Porque quiero! ¿Y los nuevos? No me gustan. Pareces niña. Ni hablar mujer traís puñal, tú mandas.

Para llegar al hospital hay que atravesar la ciudad de punta a punta. No nos fue tan mal, dos horas de camino, tráfico del diablo, manifestantes por doquier, automovilistas locos. No perdimos los cabales. Barry un poco la compostura mientras yo miraba mi interior. Soy linda. Del regreso no hablamos. Tres horas de camino, cansados pero con actitud no nos amilanan. ¡No señor!

Llegamos al hospital. Miro a la gente. Me deprimo. Hoy toca ver tres mujeres con los ojos mal. La cabeza rapada en parte y una cicatriz grande en ella. Una me toca el brazo. Me estremezco. No me gusta que me toquen. Siento que me pasan su enfermedad. Perdóname dios. Sonrío forzada. La veo, me siento desmayar. Barry me abraza para darme valor. Demasiado tarde. Dios hace cada vez más chuecos los renglones. 
Hay un niñito de catorce años enfermo y sin embargo sonríe. Otros dos más igual de jóvenes. Marionetas a destiempo. Títeres sin hilos. Desguansados. Sin fuerzas para sostenerse tal como yo todas las mañanas. Tal como yo hoy que sin querer y con esas pocas fuerzas lastimé a La Bella. Soy un perro sin patas. Acúsome dios de haber perdido la paciencia. Fue sin querer lo juro por quien quieras.

¿A quién culpamos hoy de tales desatinos?

El neurólogo me pregunta cosas. Miro a Barry y le digo aí te hablan. Sonríe nervioso. ¡Trágame tierra! Contesto pero el médico no me escucha, mi voz es un susurro. Le miento la madre cuando me pone a hacer sus ejercicios absurdos. Ridícula me siento. Me acuerdo de algo que pasó en la mañana. Después de bañarme el espejo vouyerista vio mis pellejos. Me dio mucha pena mirar mi cuerpo ajado. La alergia insiste en no irse, las áreas rosas me horrorizan. ¿Quién me quiere así? Ni yo tengo el valor de verme. ¨Corro¨ a quitarlo de ahí. Espejo estúpido. Mirón sinvergüenza. Tengo ninguna posibilidad de competir con nadie. No estoy segura siquiera ya de conservar a Barry. Mi piel es un mapa sin fronteras. El pellejo está grande, le queda guango a mi cuerpo. Alguna vez fui bonita.

¿Cuál es el siguiente paso señora María? Me llamo Flor de María pero no me oye.

Barry me dice lo que tengo que hacer. El neurólogo me mira con ojos de vaca echada. Como usted María no me quiere hablar le voy a mostrar lo que tiene qué hacer. Por mi te puedes ir al diablo, balbuceo con mirada de quien le vale madre el asunto. 

Debe tener actitud señora María. María, María, Mariquita mía. Actitud, pinche palabrita mamona. Conservo mi sonrisa pero no es suficiente así que le voy a aumentar la dosis de antidepresivos. Hay algunos que necesitan estar más relajados. ¿Más? Voy a parecer idiota, con perdón. Bueno ¡Perfecto! 
Si usted se deprime el pp se adueña de su voluntad. ¿En serio? 

-Voy a pedir ayuda para ti- dice Barry. 

Salimos del hospital. Nati y Laura me abrazan. Barry me sostiene. La imagen de mi cuerpo maltrecho no se borra de mi mente. Los esposos no quieren a las esposas enfermas y si tienen el cuerpo descompuesto menos. Te estoy alejando de mi y tú ni te enteras.

Soy una flor vestida con pétalos de hule. ¿A quién le importa? A nadie, porque nadie sabe lo que verdaderamente me sucede. ¿En qué piensas? En las dos pastillas que voy a tomar para conservar mi sonrisa.

Ahora es demasiado tarde princesa, búscate otro perro que te ladre princesa... ¡cállate Sabina! No me quiero dormir. No me voy a dormir. Voy a espiar al espejo, quizá me devuelva a la Flor que se llevó quien sabe cuando.

Y no estoy triste, ni deprimida mucho menos desanimada. Todo es porque tocó cita en el hospital de los renglones torcidos. Es curioso. Cuando vamos al hospital, Barry dice que bloquea su cerebro para no impactarse. Yo al contrario me vuelvo más observadora por eso me duele la degradación de nuestros cuerpos y mentes. Nadie puede salir de ahí como si nada. El impacto visual es tremendo. Y ser parte de ello no se concibe. Es contradictorio lo que siento. Me siento bien pero tengo el corazón apachurrado. Vi a Sócrates y su banda de gatos filósofos. Amo a esos gatos. Viven en los patios del hospital. ¡Que valientes! Tan lindos, tan gris su pelo, tan observándonos. ¿Cuál nombre te gusta más? ¿Sócrates o Calixto? Obvio Sócrates, se oye muy nice. Calixto se oye del arrabal. Gato lisonjero, enamoradizo. Muy bien educado eso si. Calixto es el único que no me hace enojar. Cuando salgo al patio a cualquier hora corre a saludarme. Para la cola, me maúlla, se restriega en mis piernas. Es como si me saludara. Pone su sello en mi. Él es el amo. Se alegra de verme mi gato. Estoy tan lúcida como la loca de la esquina. Tengo actitud valemadrista por eso hago, digo y escribo lo que quiero. Esa es actitud y no payasadas. ;)
















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