jueves, 23 de enero de 2014

LA MONSTRUACIÓN

Miércoles, 22 De Enero De 2014
El pasado 18 de Enero de este año, casi rozando el nacimiento del domingo, volvíamos de un concierto de Dream Theater que se dio lugar en el Sant Jordi Club, Barcelona. Íbamos cinco en el BMW con la satisfacción que otorga el haber asistido a un concierto de matrícula. El caso es que la intrascendencia de lo ocurrido en el trayecto de regreso a casa o, mejor dicho, a algún bar abierto, nada tiene que ver con la música en directo. Hacía frío y lloviznaba de manera intermitente en varios puntos del camino, cuando un kilómetro después de dejar atrás Monistrol de Montserrat, vislumbremos en la oscuridad de la noche la figura de un encapuchado que, ligeramente encorvado, caminaba a grandes zancadas por el arcén. Parecía solo un tipo inofensivo con prisa, y nosotros éramos cinco, por lo que consensuamos pararnos para ver si necesitaba ayuda o le había ocurrido algo. Era un muchacho de entre unos veinticinco o veintiocho años que nos explicó que se había quedado tirado en Monistrol y que regresaba a su casa, ubicada en Sant Vicenç de Castellet.


No es que fuéramos valientes o excesivamente humanitarios. De haber observado algo inusual o sospechoso, nos hubiéramos largado de allí de inmediato sacando fuego de las ruedas, pero como tantos otros, sabíamos muy bien lo que es quedarse tirado por ahí en cualquier lado por las causas que fueran, o hacer dedo y que no te parara nadie. Aparte de que al chico le quedaba un frío y húmedo peregrinaje a pata de ocho kilómetros aproximadamente. De modo que como nos pillaba de paso de regreso a Manresa, decidí llevarlo a su pueblo de mutuo acuerdo entre todos. Como quizá estéis presintiendo, no circulamos ni cuatro kilómetros cuando me dieron el alto dos miembros de las fuerzas represoras, y mientras aminoraba la marcha hasta detener el vehículo, les dije a los de atrás un escueto "dejadme hablar a mí".


El mozo de escuadra, con un "buenas noches", me preguntó de dónde venía, a dónde iba, y sobre todo, qué hacíamos seis tíos circulando en un coche con capacidad de cinco ocupantes como máximo. El mozo de escuadra, atento, escuchó de mi boca un resumen de lo anteriormente narrado unas lineas más arriba del post, a lo que cuando finalicé, apostilló que seguía siendo peligroso y motivo de sanción y que no podía ser. Con fingido abatimiento y resignación, le dije "mire, tiene usted razón. Yo pago la multa y aquí os dejo al chaval y haced lo que queráis con él. Venga chaval, bájate que los mossos no quieren que te llevemos, ya se ocuparán ellos...". No acabé la frase cuando se obró un cambio más que notable en las intenciones del mozo. Como he comprobado otras veces, parece que si delegas en ellos ciertas responsabilidades, se tornan altamente razonables y flexibles respecto al incumplimiento de según qué leyes. Con lo cual, dijeron que llevara al chaval hasta Sant Vicenç de Castellet y que luego, como teníamos intención de hacer, nos fuéramos a Manresa (a buscar un bar abierto). Que ellos lo comprobarían e irían patrullando por la zona y que no me querían volver a ver en todo lo que quedaba de noche con seis personas dentro del vehículo. Si no, procederían a la sanción pertinente.


Qué buenos que son los mozos por perdonarme la multa. Con ellos dando por culo, me siento más seguro que Iker Casillas.


¿Quién dijo proteger y servir?




Publicado Por Cabronidas 

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