Caperucita llegó a la casita de la abuelita y encontró al lobo destripado y despellejado en la puerta.
Miró por la ventana y vió al leñador acostado y dormido junto a la abuela borracha.
La rabia y la sed de venganza se apoderaron de ella.
Cogió el corazón del lobo entre sus manos, lo beso y se lo guardó entre los pechos.
Ya no tendría que chuparle más la polla al leñador.
Entró sigilosamente y descargó sobre el cuello del leñador el filo del hacha.
La abuela borracha seguia en su sueño etílico sin enterarse de nada.
El puto leñador la había obligado a chuparle la polla desde hacía mucho tiempo, bajo amenaza de matar a la abuela si decía algo.
Por fín se sentía libre.
Troceó al leñador y se lo dió de comer a los lobos.
Caperucita se vistió con la piel del lobo y todos la llamaron Caperucita loba.
El espíritu del lobo permanecía en ella tras comerse su corazón como acto de amor hacía el animal.
El leñador tenía que haber tenido más cuidado, Caperucita era la socia fundadora de la Protectora de lobos y animales en extinción.
Caperucita podría haber perdonado todo, pero nunca que matara al lobo.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
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